tag:blogger.com,1999:blog-4951163233046388352024-03-22T01:45:53.981-03:00Cuentos ClásicosEl Reino de los Cuentos PerdidosHerlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comBlogger97125tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-57195844429326669952023-08-16T00:27:00.013-04:002023-08-16T01:56:40.984-04:00Palitroche, el muñeco de trapo<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">Versión de autor desconocido<br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJAWfg2i_Rp8Jf8kb8wm5HPVdW9NyrSBAqi9SJLNV9nhFB3lEHiNqATOlrsoTOCnspyuxzRHBHuYLrp8OrsaPoeCrOwEV-gTjF-Zi1ajH7tn9IA_rvJya5NJ2Y3KNFisGT5bdbORVwWf0htf5H_QOAmtQkHTRQXBRf-PdVcZMXZS1kci9opA8O7pLFYUE/s1280/Travesura.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="982" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJAWfg2i_Rp8Jf8kb8wm5HPVdW9NyrSBAqi9SJLNV9nhFB3lEHiNqATOlrsoTOCnspyuxzRHBHuYLrp8OrsaPoeCrOwEV-gTjF-Zi1ajH7tn9IA_rvJya5NJ2Y3KNFisGT5bdbORVwWf0htf5H_QOAmtQkHTRQXBRf-PdVcZMXZS1kci9opA8O7pLFYUE/w246-h320/Travesura.jpg" width="246" /></a></div><div style="margin-top: 10px;">Travesura · Foto de <a href="https://pixabay.com/photos/child-pleasure-scarf-wood-winter-3360331/" rel="nofollow" target="_blank">Willi Puschel</a></div></div><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Palitroche</span> es un muñeco de trapo, tiene dos piernas largas y delgadas como caña. Es tan alegre y divertido que se pasa la vida jugando con su amigo Juan. Por eso tiene rotos el pantalón, la camisa y su blusa. Hasta su gorrita de cuadros marrones y blancos tiene un agujero grandote como el ojo de un oso. Pero a veces Juan se ríe de él y entonces Palitroche se enoja. Otras veces Juan lo deja olvidado en un rincón y entonces Palitroche se pone triste.<div><br /></div><div>Así es Palitroche, el muñeco ilusionado con alma de risa. Tierno y triste, anhela el reencuentro, esperando ser abrazado nuevamente por su amigo. A veces se alejan, pero siempre vuelven. Juegan mucho: corren por el pasto, saltan por los charcos, exploran el jardín y descubren juntos sus secretos. Pero de un momento a otro Juan se ausenta y los días pasan. El tiempo transcurre, y como un río veloz que cruza por el campo, lleva a Juan a crecer; a vivir nuevas travesías lejos de Palitroche. El muñequito, ahora abandonado en un baúl, aguarda paciente. Juan no llega. Ya no lo frecuenta y Palitroche decide dormir por un largo, largo tiempo.<br /><br /></div><div style="text-align: center;">Y así pasan los años...</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Hasta que</span>, un día, Juan, ahora un adulto hecho y derecho, encuentra a su viejo amigo escondido entre recuerdos. Los ojos de Juan se abren de asombro y un par de lágrimas recorren sus mejillas. Entonces, su corazón salta como una cometa de alegría mientras acaricia al muñeco entre sus manos. Palitroche despierta de su largo sueño, y el reencuentro lo sorprende. El muñeco de trapo estira sus largos brazos y sus manos de mitones. Llora conmovido. Ha sido mucho tiempo, pero de pronto, los ecos de sus risas pasadas llenan la habitación, como esa melodía familiar de los tiempos del colegio.</div><div><br /></div><div>Con amor y cuidado, Juan remenda a su querido amigo. Zurce el pantalón, la camisa y su blusa, pero deja intacta su gorrita de cuadros marrones y blancos. Sin perder su estilo, el muñequito recobra su brillo. Ahora se ve tal como el día en que la mamá de Juan confeccionó a Palitroche. Y Juan, con nostalgia en su mirada, comparte a Palitroche con su propio hijo. Porque sí: Juan ya es padre, y Juanito es su hijo.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Padre e hijo</span>, junto a Palitroche, viven nuevas aventuras: exploran mundos imaginarios, descubren tesoros escondidos y desafían a dragones invisibles. La risa de Juan, ahora mezclada con la de Juanito, se convierten en un eco que viaja por el tiempo. Un nuevo capítulo de la historia se escribe. Pero entonces, aparece Patricia... sí: la mamá de Juanito. O sea, la pareja de Juan. Palitroche se sorprende, la familia ha crecido. Aquel día, lleno de sorpresas, todos juegan hasta tarde.</div><div><br /></div><div style="text-align: center;">Y así pasa una semana...</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Juanito</span> despierta un día y junto a su cama descubre una sorpresa. Por supuesto, se trata de Palitroche. Pero junto al muñeco hay ahora una muñeca pecosa que le toma de la mano. Tiene una falda escocesa plisada, además de dos piernas tan largas y delgadas como las de Palitroche. Un cintillo rosa y una flor violeta, adornan su cabello de lana roja. Palitroche está feliz, tiene ahora una compañera. Juanito le pone nombre: se llama Travesura y gusta de las bromas. Travesura mira con cariño a Palitroche y este la toma de sus manos.</div><div><br /></div><div>Ahí están hoy, Palitroche y Travesura... con sus espíritus de trapo y corazones risueños. Durante el día juegan con Juanito, Patricia y Juan. También, cuando la familia está durmiendo, cantan y bailan juntos cada noche. Son muy amigos. Quizá más que amigos. También son seres mágicos. Así, con el tiempo, la familia va tejiendo lazos de amor y de recuerdos. Instantes que permanecen. Que nunca desvanecen.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Palitroche y Travesura</span>, los muñecos de trapo, viven para siempre en el mundo de los cuentos, así como en los corazones de quienes conocen y conservan la magia de la amistad verdadera y los bellos recuerdos de la infancia.</div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: left;">Fin</span></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-40493397831807271122023-08-09T01:27:00.005-04:002023-08-09T12:31:58.691-04:00Sir Cedric d'Jèrri<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">Versión de Ethan J. Connery<br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn5_LXhUItwqjwwiQSiq5Edd-rbA3j3vQBOcFqqaij5gVoAz9bKuCOc2Qcq2HoE7C0FPiV-lqrP0Zm8yTmBkYNFOs-FfdHJXzf7Eg4Fm9PN1GX2rHnOh1pziByRLA7kiGSY2_xmJhdpPWvr7YrL4BHXwSMt5xPNcOamKFiBmhE_5Zj5SRqOPrtrPxz7gg/s1600/Sir-Cedric-d-Jerri.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="" data-original-width="" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn5_LXhUItwqjwwiQSiq5Edd-rbA3j3vQBOcFqqaij5gVoAz9bKuCOc2Qcq2HoE7C0FPiV-lqrP0Zm8yTmBkYNFOs-FfdHJXzf7Eg4Fm9PN1GX2rHnOh1pziByRLA7kiGSY2_xmJhdpPWvr7YrL4BHXwSMt5xPNcOamKFiBmhE_5Zj5SRqOPrtrPxz7gg/w164-h400/Sir-Cedric-d-Jerri.png" width="164" /></a></div><div style="margin-top: 10px;">Sir Cedric</div></div><p><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Poco antes</span> del ocaso del medioevo, cuando las olas del mar aún rugían con la ferocidad de las bestias marinas y el viento soplaba con la fuerza del poniente ignoto, existía una tierra poco explorada y llena de misterios llamada Isla d'Jèrri: un rincón, en el canal de la Mancha, que llegó a nuestros tiempos más galantes bajo el título de la Bailía de Jersey.<br /><br />Canciones antiguas profetizaban una gran batalla de tres leones guiados por un niño contra una bestia. Así pues, los esforzados habitantes de esta isla hacían honor a ese folclore, pues luchaban día y noche para proteger su hogar de las amenazas que provenían del mar embravecido; tanto así de los insociables piratas como de las sombras siniestras que se ocultaban en los rincones más oscuros y poco frecuentados de la isla.<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">En el corazón</span> de esta administración señorial, se alzaba un antiguo castillo de piedra cuyos muros habían resistido viejas batallas al paso de los siglos. La fortaleza sostenía imponentes torres que se elevaban por encima de la densa neblina marina. Dichos baluartes representaban el último bastión de defensa contra esos temibles piratas que merodeaban las aguas circundantes, ansiosos por saquear y sembrar el caos bajo la protección de una bestia mítica a cuyo pronto despertar invocaban con extraños rituales.<br /><br />Una noche, la oscura amenaza se cernió sobre la Bailía de Jersey... una sombra ancestral de pavor despertó de su letargo. Los rumores hablaban del regreso de la bestia pirata; un mal antiguo que durante siglos había estado durmiendo, sumergido en las profundidades. Un maligno ser del inframundo abisal cuyo único propósito era sumir a la isla y a sus habitantes en la oscuridad eterna. Su nombre era Ombrochïn: el azote de los kelpies y flagelo de los krakens.</p><p><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Conscientes</span> de su retorno milenario y entendiendo que solo a través de la valentía y la unidad comunitaria prevalecerían tras la batalla contra los piratas, los habitantes de la Bailía de Jersey se prepararon para enfrentar a la mayor amenaza de sus leyendas antiguas. Así fue como se organizaron y enviaron una primera avanzada de navíos para hacer frente a la bestia, tan pronto divisaron en la distancia a la flota enemiga que ésta protegía.<br /><br />No obstante la bravía natural de los isleños, el optimismo y la confianza inicial pronto decayeron luego de que esa primera avanzada se hundiera en el horizonte. Los vigías en las torres no pudieron ocultar su temor al advertir que la bestia marina que lideraba a las fuerzas piratas era tanto más impresionante que aquella descrita en las antiguas gestas.<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El Ombrochïn</span>, la bestia abisal, empezaba con la forma de una serpiente marina de proporciones descomunales... más la cola terminaba en una serie de tentáculos monstruosos. Sus ojos destellaban como el fuego de los volcanes, y sus escamas oscuras, puntiagudas como clavos, se erizaban amenazantes con cada arremetida. Afiladas garras surgían al final de sus poderosos tentáculos, y sus mandíbulas, repletas de filosos colmillos, revelaban su deseo implacable de devorar todo lo que se cruzara en su camino. La criatura se retorcía a través de las aguas con un sigilo espeluznante aguardando a los navíos como un depredador esperando su próxima presa. Así, la flota pirata se encontraba protegida por el engendro que custodiaba su avance.<br /><br />Al oscurecer ese día y tras la primera batalla perdida, la noche se hizo eterna. Una segunda y última avanzada de navíos comenzó a cercar el paso a los piratas, pero la batalla parecía perdida. El temor a un final inminente comenzó a cundir en los primeros corazones.<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Fue entonces</span>, poco antes de salir el sol y con la flota enemiga ya a simple vista, que un niño de unos diez u once años llegó corriendo a las tiendas de campaña que los jefes de los clanes isleños supervivientes habían levantado juntos, a la espera del combate en tierra.<br /></p><blockquote>—¡Señor, señor! —exclamó el niño, colándose en la reunión donde el más viejo de los caudillos organizaba la estrategia.<br />—¡Vete, chico! Deja trabajar a los mayores y corre a cuidar a tu madre. ¡Este no es lugar para un niño! —le reprendió un capitán.<br />—Perdí a mi madre al nacer, señor, y hace muchos años que a mi padre se lo llevó la mar —insistió el niño— Me crió mi tío, a quién perdí en la batalla de ayer. Mi tío me dijo que si no regresaba debía darle a Ud. esta carta.</blockquote>Y el niño entregó su misiva al capitán.<br /><br />Curioso ante la historia del infante, el capitán desató la carta. Era un mapa, y en el se señalaba el camino hacia una cueva desconocida que no figuraba en los planos oficiales de la isla.<br /><blockquote>—¿De qué se trata? —preguntó el viejo caudillo, que sabía reconocer momentos decisivos.<br />—Es un mapa, señor... ¡un mapa de un refugio que no conocíamos!<br />—¿Qué tan grande es? —preguntó otra vez.<br />—Si lo que dice aquí es cierto —respondió el capitán— Grande... muy... ¡muy grande!</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El caudillo</span> pidió el mapa y al estudiarlo, en seguida comprendió su importancia fundamental para la supervivencia de los clanes.<br /><blockquote>—No sé quién era tu tío, chico, y no entiendo por qué no nos informó antes de este secreto, pero cualquier nuevo refugio es una buena noticia. ¡Enviad de inmediato a los rezagados! —ordenó el caudillo— ¡Enviad a todos aquellos que no puedan luchar!<br />—Señor, si es la “bodega" de mi tío, él no me permitía entrar, pero... ¡yo sé donde está!<br />—¿Entonces sabías de esta cueva, chico?<br />—¡Si, señor!<br />—¡No se hable más! Ve con el capitán y guíale de inmediato... ¡No hay tiempo que perder!</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El capitán</span> movilizó velozmente a un reducido destacamento que custodió a los rezagados, siempre guiados por el huérfano que para entonces era el héroe oportuno más pequeño de esta historia. Llegados a la entrada de la cueva, en medio de unos matorrales cercanos a la costa, el niño advirtió al capitán:<br /><blockquote>—Señor, por la emoción del momento olvidé decirle que en la cueva hay un guardián.<br />—¿Un guardián?<br />—Un fantasma, señor.<br />—¡No cuentes! —replicó el capitán.<br />—¡Sí, señor! Yo lo vi sólo una vez... mi tío me advirtió que si algún día volvía a entrar, debía hacerlo “con un corazón humilde y acompañado de tres valerosos leones". De lo contrario no tendría su aprobación.</blockquote>Sólo por complacer al niño que parecía convencido, el capitán llamó a los dos soldados más fieles de su guardia.<br /><blockquote>—Bien, chico, hoy no habrá leones. Pero somos tres soldados con espíritu valiente. Danos la humildad de tu parte y lo tenemos todo.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Mientras</span> los rezagados esperaban afuera, el capitán entregó al chico una antorcha, y éste se internó por segunda vez en su vida en la cueva misteriosa. Antorchas en mano, los tres soldados le siguieron. El capitán tuvo la intención de explorar rápidamente el interior con el fin de ponderar las posibilidades para el grupo a su cuidado, pero inmediatamente quedó maravillado al encontrarse con un amplísimo espacio, totalmente preparado para recibir a tantos acogidos como numeroso era el grupo que protegía.<br /><blockquote>—¡Es perfecto! —exclamó— Aquí caben muchos de los nuestros, y los piratas jamás hallarán este lugar... ¡Está muy bien resguardado!<br /></blockquote>Estaban en eso cuando frente a ellos, y sobre una fuente natural de agua, apareció flotando lo que parecía ser la llama azul de una vela. La pequeña luz creció hasta confrontar el brillo de las antorchas. Los soldados se impresionaron, pero no retrocedieron. Entendieron que el chico decía la verdad: algo fuera de este mundo habitaba el lugar.<br /><blockquote>—Valientes hombres... —dijo una voz grave desde lo profundo de la caverna— Os encontráis en los aposentos del último Caballero a las órdenes de Arturo Pendragon. Aquí vivió parte de su vida Sir Bors, hermano de Sir Lancelot y leal custodio de la sagrada Excalibur. Yo soy su fiel escudero y por la magia de Merlín he esperado por vosotros desde los albores del viejo reino para enfrentar juntos vuestro destino. Hoy mi espera ha terminado.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">La figura</span> de plata fantasmal de un escudero apareció frente a ellos. Se arrodilló junto a la fuente de agua, y de ésta emergió el brazo desnudo de una dama sosteniendo una brillante espada dorada. Los presentes se arrodillaron, esta vez, temblando atemorizados por el encuentro espeluznante. El brazo de la dama se movió y Excalibur se posó sobre un hombro del escudero, y luego sobre el otro.<br /><br />La figura de plata se volvió dorada, adquiriendo todo el temple y postura de un Antiguo Caballero digno de los viejos cantares de los más ilustres trovadores.<br /><br />El capitán no pudo contener la emoción, y sin desviar la vista de semejante escena, susurró a sus subordinados:<br /><blockquote>—He oído esta historia profética... me la contó mi abuelo. Dijo que un día llegaría, sino en esta generación, en la siguiente o la posterior, un líder defensor de nuestro pueblo.<br />— ¿Sir Cedric? —preguntó asombrado uno de sus soldados con espíritu de león que conocía la leyenda.<br /> — ¡El temerario! —completó el otro soldado leonino, mientras comprendía que estaban siendo testigos del nacimiento de una antigua leyenda que se creía fantasía de niños; siendo ellos mismos protagonistas de la famosa y enigmática balada que describía tiempos futuros.<br />— Es Sir Cedric y somos sus leones. Su nombre cobrará fama de su coraje y de su espíritu dispuesto como el agudo brillar de las estrellas. Así cantan las “gestas del mañana". Su prestigio y calidad humana también se extenderán tan lejos como perdidos están los últimos reinos de la Tierra. Tal es como augura el cantar.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">La voz</span> de la misteriosa dama resonó, entonces, como una melodía a través de las paredes de la cueva:<br /><blockquote>—Estás en lo correcto, joven capitán. Sir Cedric dedicará su vida a proteger al noble pueblo d'Jèrri y a salvaguardar la paz en la isla. Así como la luz de la mañana brilla en el horizonte, la bandera de la Orden de los Tres Leones flameará al son de la gaita mágica conservada por la familia del último hechicero celta de los antiguos clanes. Será tu misión encontrarles. Los tambores del valor también retumbarán de nuevo y por primera vez en muchos siglos. La bravía alimentará vuestros pacíficos corazones isleños. Adoptad, pues, al niño como vuestro escudero, y proteged éste: vuestro pequeño reino hermano en este rincón del mundo.</blockquote><p>La escena se desvaneció, y las antorchas retomaron su protagonismo. Tras el divino encuentro, el capitán adoptó al niño por escudero, ordenando que hicieran entrar a sus protegidos a la cueva. Tan pronto como camuflaran la entrada, se reuniría luego con los caudillos.<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Los piratas</span>, por su parte, continuaban atacando a la segunda avanzada de navíos, siempre protegidos por la bestia, Ombrochïn: el verdugo de todo lo que es bueno. Algunas embarcaciones enemigas ya habían arribado a puerto y los primeros piratas incursionaban, tanteando las defensas de la isla.<span> </span><br /><br />Una figura en armadura dorada apareció de pronto caminando en lo que sería pronto el campo de batalla.</p><p>Tras la noticia de que un extraño y radiante guerrero deambulaba inspeccionando sus brigadas, los caudillos de los diferentes clanes reunidos salieron al encuentro del desconocido. Pronto se percataron de que la sola presencia del extraño infundía valor en los corazones atemorizados, y el rumor de que un poder mágico había llegado a protegerles pronto comenzó a circular, trayendo a la memoria la antigua profecía.<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Sir Cedric</span>, el temerario, llamó a los valientes caudillos y a sus clanes:<br /></p><blockquote>—¡Hermanos y hermanas isleños, hijos de la libertad! —clamó— Por favor... ¡reuniros!</blockquote>Las brigadas se reunieron en torno al nuevo y desconocido Caballero.<br /><blockquote>—Ha llegado el momento de alzarnos contra las cadenas de la oscuridad y reclamar nuestro derecho a vivir en un mundo de dignidad y honor. Hoy, en este campo de batalla, no luchamos por riquezas ni gloria personal, luchamos por la libertad misma: por el derecho a decidir nuestro destino en ésta, nuestra tierra libre de opresión... ¡libre de piratas!<br />—¡Son demasiados! —gritó alguien por ahí.<br />—¡Sí, lo son! —respondió de inmediato Sir Cedric— Pero, mirad a vuestro alrededor... veis a hombres y mujeres valientes que han decidido plantarse contra el mal que amenaza con consumirnos. Ya no somos simples individuos, sino un ejército unido por el fuego de la determinación y la pasión por la justicia. Los opresores podrán tener números y armas, e incluso algunos aparentarán bravía. Pero nosotros tenemos algo mucho más poderoso: ¡el deseo de proteger a los nuestros como un pueblo amante de la libertad que sabe que hace lo correcto!<br />—Pero... ¿cómo enfrentarlos? —preguntó un hombre lisiado— ¡Casi han acabado con nuestra única flota!</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El Caballero</span> contempló al hombre, que a pesar de sus desventajas y temores estaba dispuesto a dar la vida por proteger a su familia. Cedric reconoció el sentimiento y lo revalorizó:<br /><blockquote>—Veo en cada uno de nosotros una chispa de esta llama ardiente que resiste. No permitamos que esa llama se apague. Dejad que nuestras voces se escuchen en cada rincón de nuestra isla. Que el eco de nuestra valía inspire hasta el último de los nuestros a levantarse y unirse a esta voluntad conjunta. ¡No seremos silenciados, ni tampoco esclavizados! Hoy marchamos hacia el campo de batalla con el espíritu de nuestros antepasados guiando nuestros pasos y corazones. Ellos lucharon por la misma causa, por la misma tierra que amamos y la misma libertad que anhelamos. Y al igual que ellos, estamos dispuestos a darlo todo por nuestro sueño de una vida sin cadenas, una vida en la que podamos decidir nuestro destino.<br />—¡Dinos tu nombre, Caballero! ¡Explícales a nuestro pueblo quién eres y quién te ha enviado! —exclamó a viva voz el más viejo de los caudillos y a cuya palabra otorgaban gran importancia los jefes de los distintos clanes, así como sus brigadas y hasta los mismísimos granjeros dispuestos a defender sus tierras.</blockquote>El guerrero de la armadura dorada no vaciló:<br /><blockquote>—Mi nombre no es importante, pero si os insistís... soy Cedric: aprendiz del escudero Lavain y junto a él, antiguo escudero de Sir Bors, quien fuera habitante y protector de la Isla d'Jèrri, hermano de Sir Láncelot, Primer Caballero de su Antigua Majestad, Arturo Pendragon, hijo de Uther e Igraine, y he sido enviado por la Providencia y la magia de Merlín con la misión de cumplir con vuestro destino.</blockquote><p><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Las aleluyas</span> se elevaron al cielo. Pocos en la isla conocían esa noble parte de su historia. La extraordinaria revelación cambió las caras y enalteció los espíritus de un ejército de valerosos isleños que hasta entonces habían llevado vidas tranquilas y sencillas, pero en cuyos corazones guardaban todavía el recuerdo ancestral de un pasado glorioso, digno de honor y alabanza. Juntos los clanes, forjaron alianzas con las fuerzas mágicas que habitaban desde tiempos antiguos los bosques y playas de la isla d'Jèrri, formando una coalición de fuerzas benefactoras dispuestas a enfrentar al Ombrochïn, pero especialmente: a dar una lección de bravía y unidad a sus malignos invasores.<br /><br />Envalentonados por sus primeras victorias, pero sobre todo por el número de saqueadores que triplicaba a los habitantes de la isla, las fuerzas piratas finalmente alcanzaron el campo de batalla. No obstante la injusta arremetida, fueron sorprendidos al no encontrase con los pacíficos habitantes comunes como esperaban, sino más bien con los más fieros guerreros que en toda su vida habían debido enfrentar. Una férrea defensa, tan heroica como propia de tiempos legendarios, se hacía partícipe de una nueva gesta en las futuras crónicas de poetas aun no nacidos.<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">La batalla</span> final se libró en el corazón mismo del castillo, donde las fuerzas del mal y la luz colisionaron en una épica confrontación como pocas historias ilustres han podido contar.<br /><br />La espada de Sir Cedric, heredera de la luz de Excalibur, brillaba con la fuerza de todos aquellos que habían luchado junto con él, tanto desde tiempos inmemoriales como en ésta: la batalla decisiva. Cada golpe que asestaba resonaba como un eco de la determinación de los honorables y muy valientes habitantes de la Bailía de Jersey.<br /><br />En un choque titánico final, Sir Cedric se enfrentó cara a cara al Ombrochïn, blandiendo su espada con una destreza asombrosa digna de los reyes antiguos. La batalla rugió durante horas interminables, donde la oscuridad chocó de frente contra la luz innumerables veces, buscando fatigar su espíritu de lucha.<br /><br />Los piratas comenzaban a retroceder cuando, finalmente, con un golpe poderoso que resonó en todo el castillo y hasta los confines de la isla, Sir Cedric atravesó el corazón del Ombrochïn, dispersando su maléfica presencia cual hechizo roto de Morgana en un grito gutural agonizante. La isla se iluminó con un resplandor dorado mientras la oscuridad retrocedía, y los habitantes de la Bailía de Jersey vitorearon... el bien y la luz habían prevalecido sobre la adversidad.<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Cuenta</span> la leyenda que tras la victoria, Sir Cedric desapareció del campo de batalla tan misteriosamente como había llegado. No sin antes prometer al niño, escudero del capitán del caudillo jefe de los clanes aliados, que algún día regresaría cuando su presencia se hiciera nuevamente necesaria.<br /><br />Finalmente, el castillo fue reconstruido con los años, alcanzando de nuevo toda la grandeza de los cuentos de antaño. Así fue como se convirtió entonces y para siempre en un símbolo de la victoria y la unidad de los isleños de la Bailía de Jersey.</p><p style="text-align: left;">La historia de Sir Cedric y su lucha contra el Ombrochïn se convirtió más tarde en una leyenda que se contaría a lo largo de las generaciones; recordando a todos aquellos quiénes han convivido con la tradición que pesar de los momentos más oscuros, el valor, la lealtad y el honor pueden, con unidad, vencer al peor de los males cuando éste se atreva a amenazar la paz y la prosperidad de los pueblos libres y valientes.</p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Fin</span><br /></p>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comBailiwick of Jersey49.2137711 -2.135766220.903537263821157 -37.2920162 77.524004936178841 33.0204838tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-56279115342478831432023-06-07T01:50:00.003-04:002023-07-28T10:21:50.002-04:00Atlántida<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">Daniel Hergen — Inspirado en Platón<br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5KvFsmqEAR3_9Unf9_v76xfy2dGGSgsOZDcHzZvVt90T2sDcYjJY6dA4qZkltTrj-nQKAkPt2bHVknbroopIbzyfKr9KVGDjb-IgrcTRmj76blj1nD7Eqod3Ynwt-6Ryzv6_u7H0yvRHLjOxiEFmXvJzOM5Wdmeh8-kjRlaYCn2eVuxoCbHUDA1vS/s1280/Atlantis.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="921" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5KvFsmqEAR3_9Unf9_v76xfy2dGGSgsOZDcHzZvVt90T2sDcYjJY6dA4qZkltTrj-nQKAkPt2bHVknbroopIbzyfKr9KVGDjb-IgrcTRmj76blj1nD7Eqod3Ynwt-6Ryzv6_u7H0yvRHLjOxiEFmXvJzOM5Wdmeh8-kjRlaYCn2eVuxoCbHUDA1vS/s1280/Atlantis.jpg" /></a></div><div style="margin-top: 10px;">Ilustración de <a href="https://pixabay.com/users/hansuan_fabregas-2902307" target="_blank">Hansuan Fabregas</a></div></div><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Una leyenda</span> de los antiguos griegos, cuenta que Atlántida era una isla enorme y poderosa. Tan o más grande que Libia y Asia Menor reunidas. Se dice que existió hace miles de años en medio del brumoso y agitado océano Atlántico.<div><br /></div><div>Lejos... muy lejos... más allá de las Columnas de Hércules*. Sus habitantes —los atlantes— adelantadísimos en tecnología y cultura, forjaron una sociedad extraordinariamente organizada, erudita y próspera.<div><br /></div><div>En definitiva: se trataba de una civilización vigoroza y adelantada para su tiempo, ya que el resto del mundo parecía vivir en una era precaria; mucho más propia de los tiempos arcaicos a los que nos referimos.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Atlántida</span> era una cultura sin igual y como nunca ha presenciado nuestra humanidad moderna. Alcanzaron un dominio tecnológico tan sofisticado y sublime que les permitió, incluso, construir gigantescos templos conectados por estupendos canales de agua, maravillosos palacios rodeados de bellos jardines, y formidables pirámides... tan o más magníficas que las de Egipto. Así, también, gozaban de la protección de una poderosa y entrenada fuerza naval que navegaba alrededor de la prodigiosa isla y sus anillos.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">O así es</span>, más o menos, cómo la retratan los diálogos de Platón —Timeo y Critias— escritos en el siglo IV de la era pre-cristiana. Platón dijo que esa historia se le contó su mentor, Sócrates; quién a su vez la escuchó de Solón, quién la habría aprendido de su padre. Y quién sabe de dónde la sacó este último.</div><div><br /></div><div>Sea como fuere, sus orígenes verdaderos tal vez se pierden en la insondable memoria del tiempo antiguo... o puede que todo no sea más que un gran cuento fantasioso con el que Platón divertía a sus ingenuos amigos, ya que los auténticos arqueólogos —esos que enseñan en universidades, usan sombreros de los años '20 y temen a las serpientes— no han encontrado pruebas concretas de que Atlántida haya existido alguna vez.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Los pocos</span> hallazgos que parecen provenir de Atlántida suelen, por lo corriente, ser vestigios de otras viejas culturas pre-cristianas, o quizá precolombinas, ya conocidas:</div><div style="text-align: left;"><ol style="text-align: left;"><li>Una teoría dice que Atlántida sucumbió en la isla de Thera, en el mar Egeo.</li><li>Otra dice que está hundida en la cadena de islas de Bimini, en las Bahamas.</li><li>Otra dice que frente a la costa de Portugal.</li><li>Otra más, que se encuentra congelada bajo los hielos de la Antártida.</li><li>Alguna teoría exótica sugiere la costa de las islas Ryukyuen, en Japón.</li><li>No falta quién cree que Sudamérica era Atlántida.</li><li>Están los que sospechan que era Isla de Pascua o por ahí.</li><li>Y hasta algún despistadillo afirma que está bajo las aguas del archipiélago chilote, en Chile.</li></ol></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">En fin</span>... fuera cuento o realidad, el rumor creció como la levadura en el pan durante miles de años. Así es como su leyenda inspiró a muchos aventureros a buscar la famosa civilización perdida. Y digo “perdida” porque yo también la busqué y no la encontré (al menos, no del todo 🤔). Desapareció cuando los atlantes —por entonces ciudadanos honorables y conscientes de sus deberes— abandonaron sus viejas filosofías científico-humanistas para volverse arrogantes y codiciosos.</div><div><br /></div><div>Fue así como sus habitantes quisieron ser dioses... y habiendo alcanzado el esplendor de su cultura y progreso, comenzaron a usar ese poder para oprimir a otros pueblos más pequeños, quitándole sus derechos y posesiones.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Sucedió</span>, entonces, que los verdaderos dioses —si acaso existen— molestos por la arrogancia de los atlantes, decidieron castigarlos de la peor forma: destruyendo la isla extraordinaria por medio de un desastre natural que terminó por hundir a Atlántida bajo las oscuras olas del océano... para no ser vista nunca jamás por ojos humanos.</div><div><br /></div><div>Bueno, en realidad la idea era que no fuera vista nunca más por ningún ojo, pero si digo “ojos humanos” suena más dramático, y naturalmente que esto hace más espeluznante mi versión del relato.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Como sea</span>, fue una gran inundación lo que destruyó todo. Algunos dicen que la provocó un terremoto. Otros dicen que fue un tsunami. Hay quiénes dicen que la isla simplemente se desmoronó. E incluso algún soñador afirma que la isla era una gran nave espacial que salió volando hacia las estrellas de una galaxia lejana... muy... muy lejana. Pero esa idea la descarté por descabellada. 😏</div><div><br /></div><div>Lo más seguro es que alguien olvidó ponerle el tapón a alguna pileta de alguna plaza y el agua del mar se coló por ahí; y es que los antiguos griegos ya conocían las tuberías, así que los atlantes con mayor razón.</div><div><br /></div><div>La culpa fue de un fontanero.</div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: left;">Fin</span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: left;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: 12.8px;">* Las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar)</span><br style="font-size: 12.8px;" /></div></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comOcéano Atlántico-14.5994134 -28.6731465-42.909647236178841 -63.8293965 13.710820436178846 6.4831034999999986tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-33962878137527851872022-07-22T00:58:00.004-04:002022-07-22T01:59:25.976-04:00El chivito y el lobo<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">Fábula de Esopo<br /><div class="separator" style="clear: both; margin-top: 10px;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjejWiLF-hZP86AoIJ3DaYmfdZjcjCuMt75M-dVB63twD52FIwh_cYfipTi3JaYf3v3J5GDc62gGscZDEXF9WF0uKsDvU8p-K_nVsU2N7yzcBToET4mYgMt60DTJlP7-WNhr7ADYW0WgbmciEWyf37ojgc-mwuqP8EGfS5_D-sJzkNnxL2c7T2JsRKv/s1600/cabrito-lobo.jpg"><img border="0" data-original-height="619" data-original-width="1256" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjejWiLF-hZP86AoIJ3DaYmfdZjcjCuMt75M-dVB63twD52FIwh_cYfipTi3JaYf3v3J5GDc62gGscZDEXF9WF0uKsDvU8p-K_nVsU2N7yzcBToET4mYgMt60DTJlP7-WNhr7ADYW0WgbmciEWyf37ojgc-mwuqP8EGfS5_D-sJzkNnxL2c7T2JsRKv/s1600/cabrito-lobo.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; margin-top: 10px; text-align: center;"></div>Ilustración de <a href="https://pixabay.com/illustrations/fantasy-forest-bridge-6816229/" target="_blank">Darkmoon</a></div><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Había </span>una vez un alocado chivito, que siempre estaba buscando la forma de escaparse del rebaño, pues ese modo de vida le resultaba aburrido. Estaba deseando conocer otros lugares y tener grandes aventuras que poder contar dentro de muchos años cuando algún día decidiese volver con sus compañeros.<div><br /></div><div>Un día, aprovechando un despiste de los perros, consiguió escaparse. Aprovechó un hueco entre dos grandes piedras para escabullirse y, una vez fuera de la vista del rebaño, comenzó a correr rápidamente para alejarse lo máximo posible.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">El chivito </span>estaba loco de contento pues podría vivir todas esas grandes aventuras con las que tanto soñaba. Ya no tendría que hacer caso a las exigencias del rebaño ni tendría que ir nunca más a donde le mandasen los perros pastores con sus broncos ladridos.</div><div><br /></div><div>Al poco rato de ir caminando en soledad, un enorme lobo le salió al paso. El lobo se relamía pensando en el festín que se iba a dar con el chivito, quien temblaba asustado pensando en que no tenía quien le protegiera.</div><div><br /></div><div>Justo cuando el lobo se disponía a saltar sobre él para devorarlo, al chivito se le ocurrió una brillante idea: le pidió al lobo un último deseo que consistía en poder tocar la flauta. El lobo, que, aunque tenía mucha hambre no era malvado, accedió.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">El chivito </span>comenzó a tocar, entonces, una melodía que se esparció por todos los alrededores, llegando hasta los agudos oídos de los perros que custodiaban el rebaño y que se habían percatado de la desaparición del chivito.</div><div><br /></div><div>Rápidamente, echaron a correr hacia el sitio de dónde provenía la música y el lobo tuvo que poner pies en polvorosa, salvándose el chivito de un final desastroso.</div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Fin</span></div><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAdC6hnqTC-AXhjFF3VcA5utJjkj6T9CpnMECMFFHMQlGTC75tOJ9LBL1YxBxEs6vxgLePyjtsUHywG70lrOj3ne5J5-fZf2EYgrsEuyQD0HtSepMQGsGh-5cxl8vwbSCG92m370jRLbt0OGDuntfbOVS_gjQOFlyMSPAQMHALAW5EK3945x73ncqe/s636/chivito-flauta.png" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; "><img alt="" border="0" width="320" data-original-height="629" data-original-width="636" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAdC6hnqTC-AXhjFF3VcA5utJjkj6T9CpnMECMFFHMQlGTC75tOJ9LBL1YxBxEs6vxgLePyjtsUHywG70lrOj3ne5J5-fZf2EYgrsEuyQD0HtSepMQGsGh-5cxl8vwbSCG92m370jRLbt0OGDuntfbOVS_gjQOFlyMSPAQMHALAW5EK3945x73ncqe/s320/chivito-flauta.png"/></a></div><div style="font-size: 80%; line-height: 120%;"><center><b>Moraleja</b></center><blockquote class="tr_bq" style="text-align: center;">“La astucia es buena compañera, pero<br/>siempre acompañada de la prudencia."</blockquote></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comΔελφοί38.482465 22.500538910.172231163821152 -12.655711100000001 66.792698836178843 57.656788899999995tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-10696191147700096272021-12-08T04:18:00.001-03:002021-12-08T04:19:53.940-03:00El tigre que perdió la candela<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">Mitología Guna<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="" data-original-width="" height="" src="" width="" /></a></div><div style="margin-top: 10px;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgaG_Lx-mHIhFhLpQGBV0MPV_XP0cbBrRAhHowRjU_9f_d7BRhbWBaeFkq_3i3WseWhW2UpNstu0z1ydjxtnTeEc8yHjF8ThyKeOX4AcMGanF-BlPLL9cc9CZc0MB2PjMMuVblPqpXXjWOc9VBFcloaz4Huemim5qVmWHcHeylzIkvtxLsgPpI2Tqhk=s1213" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="494" data-original-width="1213" height="163" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgaG_Lx-mHIhFhLpQGBV0MPV_XP0cbBrRAhHowRjU_9f_d7BRhbWBaeFkq_3i3WseWhW2UpNstu0z1ydjxtnTeEc8yHjF8ThyKeOX4AcMGanF-BlPLL9cc9CZc0MB2PjMMuVblPqpXXjWOc9VBFcloaz4Huemim5qVmWHcHeylzIkvtxLsgPpI2Tqhk=w400-h163" width="400" /></a></div><br style="font-size: 12.8px;" />Ilustración de <a href="https://pixabay.com/users/arttower-5337/" rel="nofollow" target="_blank">ArtTower</a> & <a href="https://pixabay.com/users/martina_bulkova-6772107/" rel="nofollow" target="_blank">Martina Bulkova</a></div></div><br /><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">En el </span>departamento del Chocó, cerca de la frontera de Colombia y Panamá, habita el pueblo Guna; cuyo territorio selvático y húmedo termina en las vecindades de la desembocadura del gran río Atrato en el golfo de Urabá.</div><div><br /></div><div>Cuentan los Gunas que una insignificante pero astuta lagartija robó al tigre el fuego que poseía.</div><div><br /></div><div>El tigre vivía a la orilla de un río y era el único que podía comer la carne cocida, porque era el dueño de la candela. Además el tigre tenía la satisfacción de reposar en su hamaca en tiempo de invierno, con un fuego debajo para calentarse y con las llamitas podía hacer lámparas y, en fin, era el único habitante de la selva que podía darse harto gusto. De manera que las otras personas y los demás animales empezaron a visitarlo y con mucha cortesía le rogaban:</div><div></div><blockquote><div>— Préstanos tu fuego, compañero tigre.</div></blockquote><div>Pero él se negaba y les metía un buen susto con sus potentes rugidos.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Entonces</span>, convinieron en que la única manera de vencer el egoísmo del tigre era con un engaño. Había que robarle el fuego y, como no existía persona con fuerza suficiente para vencerlo, acordaron que la lagartija hiciera el trabajo pues tenía mucha astucia.</div><div><br /></div><div>Además, la favorecía su manera de correr velozmente y su gran facilidad para esconderse.</div><div><br /></div><div>Le dijeron lo que tenía que hacer y una noche la lagartija atravesó el río y llegó a la casa del tigre que dormía afuera en su hamaca y tenía muchos fuegos encendidos.</div><div></div><blockquote><div>— ¿A qué has venido, animalejo? —protestó el tigre malhumorado.</div></blockquote><div>La lagartija conservó su tranquilidad y respondió:</div><div></div><blockquote><div>— Estaba extraviada y he venido a calentarme un poco, si tú lo permites... Además, puedo ayudarte a cuidar tus fuegos mientras duermes.</div></blockquote><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">El tigre </span>aceptó a regañadientes y mientras tanto cayó una fuerte lluvia que apagó todos los fuegos, menos la pequeña hoguera que ardía debajo de la hamaca. El tigre se durmió arrullado por el rumor de la lluvia y al poco rato roncaba estrepitosamente. La lagartija se movió con cautela y pensó que todo el fuego de la hamaca era muy grande para llevarlo, de modo que decidió soplar para apagarlo un poco. Pero el tigre se despertó sacudido por la indignación.</div><div></div><blockquote><div>— ¿Qué es lo que haces? ¿Porqué apagas mi fuego?</div><div>— No —repuso la temblorosa lagartija— Lo ha apagado la lluvia, pero yo cuido de que no desaparezca del todo la candela.</div></blockquote><div>Volvió a dormirse el tigre y la lagartija redujo el fuego a una pequeña llama que colocó en su cabeza y así pudo huir silenciosamente atravesando de nuevo el río.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Todos </span>recibieron muy contentos a la lagartija. Y durante varios días celebraron su triunfo. La satisfacción era muy viva porque ahora todos podían cocinar la carne antes de comerla.</div><div><br /></div><div>Y el tigre recibió su merecido, pues siempre lo vemos que come carne cruda.</div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: left;">Fin</span></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comGuna Yala, Panamá9.2344394999999988 -78.192624999999992-19.075794336178845 -113.34887499999999 37.544673336178846 -43.036374999999992tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-50380558969424821302021-07-20T16:30:00.012-04:002021-07-20T16:55:15.912-04:00El Sr. Hedgehog<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;"><span style="font-size: medium; text-align: left;">Marja Lubbers</span><br /><br /><br /><div style="margin-top: 10px;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjchZKLluwTvDRn-zQ-Hvv_wPKR7lGZIL2LJ61pAbEWZ1Xqcj_rapjgtni9kTTm9DImhH3JMLw2gAdck-y7KJlQcklopKHXI-HGHnDijDphbETCGqYKuiNVCeHcZNDmw1_uTAZCbX51VeE/s1213/herderhog.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="494" data-original-width="1213" height="163" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjchZKLluwTvDRn-zQ-Hvv_wPKR7lGZIL2LJ61pAbEWZ1Xqcj_rapjgtni9kTTm9DImhH3JMLw2gAdck-y7KJlQcklopKHXI-HGHnDijDphbETCGqYKuiNVCeHcZNDmw1_uTAZCbX51VeE/w400-h163/herderhog.png" width="400" /></a></div></div></div><br /><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Érase </span>un pequeño animalito llamado el Sr. Hedgehog: un apacible erizo que vivía en compañía de un grupo de erizos. La mayoría un poco más jóvenes y descuidados que él. Entre todos se pusieron de acuerdo para construir un pueblo juntos. Y así trabajaron durante largas jornadas, hasta que un buen día terminaron. Todos estaban muy contentos y satisfechos... todos, menos el Sr. Hedgehog, que sentía que algo más le faltaba.<div></div><blockquote><div>— El pueblo no está en el bosque, sino en el campo junto al río. —pensó el Sr. Hedgehog— Podría ser mejor...</div></blockquote><div>Así que decidió buscar un lugar que le sentara mejor. Cual no sería la sorpresa de los demás erizos cuando, en un momento dado, lo vieron partir.</div><div></div><blockquote><div>— ¿A dónde irá el Sr. Hedgehog? —preguntó curioso un erizo.</div><div>— Es verdad... ¿Qué está haciendo? ¡Parece que se va! —exclamó otro.</div><div>— No lo creo... —dijo un tercero— ¡Si acabamos de levantar un hermoso pueblo en un lugar tan bonito!</div></blockquote><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Así que </span>enviaron al erizo más joven a preguntarle.</div><div></div><blockquote><div>— Hola Sr. Hedgehog —le dijo ya llegando a la periferia del pueblo donde tenía su casita— ¿No lo está pasando bien?</div></blockquote><div>El erizo mayor le respondió:</div><div></div><blockquote><div>— Es bonito, sí... pero el entorno un tanto aburrido. He conocido mejores lugares, y estoy seguro que si exploro un poco más podría encontrar alguno de esos lugares que frecuentaba cuando niño.</div></blockquote><div>El erizo más chico se levantó en sus patitas traseras y agitó las delanteras en el aire, buscando alcanzar la estatura del Sr. Hedgehog.</div><div></div><blockquote><div>— ¡Suena interesante! Pero no se vaya muy lejos; sería bueno que nos visitara de vez en cuando. —le dijo el joven erizo con carita de pena.</div><div>— No te preocupes, muchacho —le consoló el experimentado erizo mayor— el bosque no queda lejos y prefiero buscar un rincón por ahí. Además y aunque la idea original parecía interesante, se supone que los erizos vivimos en los bosques, no en pueblos.</div></blockquote><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">El joven </span>erizo corrió a contarle a sus compañeros lo que pasaba, y por supuesto ninguno entendió ese cambio repentino. Después de todo habían trabajado mucho para tener su propio pueblo... como las personas.</div><div><br /></div><div>Cuando parecía que todo el grupo iba a perseguirle para tratar de convencerlo, el Sr. Hedgehog salió corriendo hacia su casa. Rápidamente empacó su mochila con comida y agüita para beber. Tomó su brújula para no perderse, y una manta para estar calentito el tiempo que durara su aventura.</div><div><br /></div><div>Ahí iba corriendo de nuevo el Sr. Hedgehog. Corrió y corrió lejos a través de los senderos, hasta que llegó a un bosque desconocido. Por suerte, el sol brillaba todavía a pesar que ya era tarde... pero el lugar parecía tranquilo y placentero. Ahí se sentó un ratito a comer su colación.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Estaba </span>en eso cuando oyó un susurro detrás de él. Se dio la vuelta, sorprendido, pues estaba seguro que había dejado muy atrás a los insistentes erizos. ¡Que sorpresa se llevó cuando se encontró frente a él a una linda “Sra. eriza" que parecía vivir en los alrededores!</div><div></div><blockquote><div>— ¡Buenas tardes! —saludó amablemente el viejo erizo.</div></blockquote><div>Y pronto se pusieron a conversar. El Sr. Hedgehog le relató de su escape lejos del pueblo buscando un mejor lugar para su madriguera. La “Sra. eriza", le dijo:</div><div><blockquote>— Vivo cerca y también tengo amigos aquí en el bosque. ¿Tal vez quieras venir? Es muy bonito donde vivo, y cerca se puede nadar en el río. Debe ser el mismo que pasa por el pueblo de tus amigos, así que si te quedas aquí a vivir, cualquier día puedes bajar en bote a visitarles.</blockquote></div><div><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">El erizo </span>pensó que era un buen plan, y se fue con ella. En el camino hacia el lugar, caminaron a lo largo del río. El Sr. Hedgehog, que todavía tenía algo de citadino, no quería mojar sus patitas; así que se fue caminando a través de los tocones de los árboles, y así fue como más adelante cruzó el río al otro lado. ¡Que sorpresa se llevó de nuevo cuando vio a la “Sra. eriza" nadando a través del río.</div><div><blockquote>— Podrías intentarlo la próxima vez —le propuso la dama— ¡Nadar es divertido! Siempre y cuando lo hagas con seguridad, claro.</blockquote></div><div>Se reunieron al otro lado del río nuevamente y siguieron rumbo a casa de la “Sra. eriza". Ahí fue recibido por otros erizos de campo que atendieron al recién llegado.</div><div><blockquote>— ¡Hola, hola! —Se saludaba todo el mundo.</blockquote></div><div>Y allí se quedó viviendo el viejo erizo; compartiendo el tiempo junto a la, ahora, Sra. Hedgehog; pues se casaron y vivieron muy felices.</div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Fin</span></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comRoosendaal, Países Bajos51.535849 4.465321299999999423.225615163821153 -30.6909287 79.846082836178851 39.6215713tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-81591919424431776912021-05-09T02:05:00.009-04:002021-05-17T02:04:36.452-04:00Hilsa y Harek<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">X. Castellón · 1894</div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizv7dKYD5eXmvscH1BpUtggyRwjouCX61VvoTF1ZxbBOb-vf479vcmGi1Jr60bhSL7N9lAcyDP0-2RYV4BwjH_cwjOu0wiYtAU_EJryom4Y9bMiQzn8fqLfjTvSOFtjPHv7l-iWLtAT3Q/s1237/hilsa-hada.png"><img border="0" height="328" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizv7dKYD5eXmvscH1BpUtggyRwjouCX61VvoTF1ZxbBOb-vf479vcmGi1Jr60bhSL7N9lAcyDP0-2RYV4BwjH_cwjOu0wiYtAU_EJryom4Y9bMiQzn8fqLfjTvSOFtjPHv7l-iWLtAT3Q/s350/hilsa-hada.png" width="507" /></a></div><div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">Ilustraciones recopiladas por Jo Justino (<a href="https://pixabay.com/pt/users/jo-b-246441/" target="_blank">Pixabay</a>)</div><br /><span style="text-align: left;"><br />¡Duerme!<br />¡Duerme, si deseas que te cuente la historia de la princesa Hilsa!</span><div style="font-size: 80%; margin-top: 10px;"><br /></div><div style="margin-top: 10px; text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Parte 1</span></div><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Érase </span>que se era un rey muy poderoso y cuyos dominios —si no mienten las crónicas de aquella época— eran tan extensos que, para recorrerlos, habría sido necesario andar, sin detenerse, cuatro largos años.<br /><br />Tenía este monarca una hija tan hermosa que aun cuando llegó a contar quince primaveras, muchos príncipes y señores, desde los más remotos países, habían enviado embajadores cargados de magníficos presentes a solicitar su mano.<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">El día </span>del nacimiento de Hilsa vinieron en sus carros de esmeraldas arrastrados por mariposas de alas de zafiro, las tres más famosas hadas del reino. Cada cual le daría su presente a la recién nacida. Una le dio la hermosura; otra, el don de transformarse en pájaro a voluntad. Por fin, la tercera (disgustada sin duda de que se la hubiera dejado para el último) aproximándose a la cuna y batiendo sus alas de murciélago sobre la niña dormida, le dijo:<br /><div style="margin-bottom: 30px;"><blockquote>— Sí, serás hermosa; tendrás el don de transformarte en pájaro a voluntad, pero... ¡no podrás llorar!</blockquote></div><center><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp6u8nvjqCePxVm6HoYUcUIJ-FP3Lp1MvZrAJOwW-B9EGNrN5QjvLZIpqD8fADWBSCrbiEx2G973QzioQJ-p6PWATH6FsRKZI89OlFlkR34gqa30JsGN_Z97bsUXoBD9kuPsOy_6BQE-E/s1600/chapterendgrey.png" /></center><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: left;">Parte 2</span></div><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El Otoño </span>con su pálido sol y sus hojas secas había rodado al abismo. La nieve, como inmenso sudario, cubría toda la tierra. Y, allá en el fondo del parque, reía Hilsa mirando arder, presa de las llamas, el castillo de sus mayores... Sí, la hermosa Hilsa reía, con esa risa histérica de los locos. ¡La predicción del hada se estaba cumpliendo!<br /><br /><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">De pie </span>junto a Hilsa, batía sus alas de murciélago el hada —más bien bruja— que en el día de su nacimiento le dijera: “Si, serás hermosa; tendrás el don de transformarte en pájaro a voluntad pero... ¡no podrás llorar!"<div><br /><center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgl-qZXr-wHjc2LXpfgIfP13y_NZqFP0Pu2slzIJknmYIQ4pZFwaZZew96d9vwzvvkXdeV6e0jA_q80JlRBBOPxOb-4uDYXwZkJjEnGIxTM42cThMeMgzwBcQfbiW9h9lQ5VjwFuxO7zg0/s800/monarca-pajaro.png"><img border="0" height="350" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgl-qZXr-wHjc2LXpfgIfP13y_NZqFP0Pu2slzIJknmYIQ4pZFwaZZew96d9vwzvvkXdeV6e0jA_q80JlRBBOPxOb-4uDYXwZkJjEnGIxTM42cThMeMgzwBcQfbiW9h9lQ5VjwFuxO7zg0/s350/monarca-pajaro.png" width="205" /></a></center></div><center><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp6u8nvjqCePxVm6HoYUcUIJ-FP3Lp1MvZrAJOwW-B9EGNrN5QjvLZIpqD8fADWBSCrbiEx2G973QzioQJ-p6PWATH6FsRKZI89OlFlkR34gqa30JsGN_Z97bsUXoBD9kuPsOy_6BQE-E/s1600/chapterendgrey.png" /></center><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Parte 3</span><br /><span style="font-size: 80%;">Ethan J. Connery · 2021</span><br /><br /><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Sucedió </span>entonces que, con el andar del invierno, un apuesto príncipe llamado Harek recorría en su corcel los bosques del monarca.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">La princesa había huido de palacio, presa en su desdicha y su locura involuntaria, y el propio rey de Underverk —que así se llamaba su reino y que por los pelos se salvó de las llamas— había implorado a los príncipes de reinos vecinos acudir a la búsqueda de su querida hija, de modo que quien la encontrase se casaría con ella y heredaría su reino y su fortuna. Todo eso —claro está— después de encontrar alguna forma de deshacer el maleficio.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">De entre los siete príncipes de los reinos colindantes que se presentaron al desafío, fue Harek “el valeroso" quien una tarde se encontró con ella... casi por casualidad o por cosa del destino. La halló sentada en una roca y abstraída en sus pensamientos. Hilsa contemplaba con tristeza una laguna helada, al tiempo que una oscura idea nublaba su mente. La joven había perdido la voluntad de vivir. Se levantó de la roca y caminó hacia el delgado hielo que cubría la superficie de las aguas... tan heladas como el corazón de piedra de la malvada bruja que había condenado su felicidad por un capricho.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Hilsa </span>aun no había visto al príncipe cuando éste se acercó a la laguna. Cabalgaba a paso lento entre los árboles, pues al principio no estaba seguro de que la bella joven fuera la princesa que él buscaba. Por otro lado, la nieve camuflaba en buena parte el pelaje blanco de su fiel corcel, por lo que su figura pasó desapercibida a los ojos de Hilsa, quien seguía avanzando sobre el hielo... cada vez más delgado y quebradizo.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">En un momento, Harek la vio con toda claridad, y no pudo evitar enamorarse perdidamente de la noble muchacha. Fue un amor a primera vista; o algo más que sólo el reino de la pasión y la ternura combinados conciben por completo.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Hilsa giró en tus talones al oír las pisadas en la nieve. Miró al príncipe, desconcertada. Harek ya estaba en la orilla. Un sentimiento tibio y anhelante nació en los corazones de esas dos almas solitarias, pero el de la princesa era más triste y desdichado. Sus oscuros pensamientos se esfumaron al contemplar, en la distancia, la expresión enamorada del príncipe al que había esperado toda su vida. De algún modo sabía que él venía a liberarla de su yugo, y quiso responderle.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Quería </span>llorar... ella quería hacerlo con toda su alma, pero la magia oscura se lo impedía. Su corazón latió con prisa. Por primera vez en muchos años sintió verdadera alegría, pero... al mismo tiempo, la sombra de una triste amargura se apoderaba de ella al comprender que jamás lloraría de amor. No si el maleficio la controlaba: su existencia era un dilema.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Entonces... sólo entonces... un granito de esperanza humana superó el poder del hechizo; dejando caer una humilde lagrima que recorrió su mejilla. Pero ya era tarde.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Aquella gota salada había atesorado calidez por mucho... mucho tiempo. Nada más alcanzar un copo de nieve a sus píes, la gota derritió el hielo que sostenía el peso de la princesa. Hilsa se encontraba en medio del lago cuando el suelo se trizó a su alrededor: no había escapatoria a su destino.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="margin-bottom: 20px; text-align: left;">Al crujir el hielo y casi sin pensar en su propia seguridad, el príncipe saltó de su cabalgadura y corrió con todas sus energías. Debía socorrer a la muchacha porque —además de que una vida peligraba— de alguna forma su corazón le avisó que aquella desafortunada era el amor de su vida. Alcanzó a aferrar su mano con firmeza antes de que Hilsa se hundiera por completo, pero las gélidas aguas la tragaron, llevándose con ella a su amor recién descubierto. La sensible pareja rápidamente se congeló al paso de las corrientes heladas.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3TS5kOamE1MveFnhJ5Evr20wqxdN8c4lqRmM00wBJkEmMoNZwyS_WHwXj73Zyu3MkI_y49t2tsbsiFW6t5ci6FHu4qy_C1N4doklv3505KaQOz-dQbgdxHdBN4i_L-LVrrtHP7xoIX1c/s800/hilsa.png"><img border="0" height="350" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3TS5kOamE1MveFnhJ5Evr20wqxdN8c4lqRmM00wBJkEmMoNZwyS_WHwXj73Zyu3MkI_y49t2tsbsiFW6t5ci6FHu4qy_C1N4doklv3505KaQOz-dQbgdxHdBN4i_L-LVrrtHP7xoIX1c/s350/hilsa.png" width="268" /></a></div><div style="text-align: left;"></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Cuentan </span>los trovadores que, desde entonces, el mismo invierno lloró la tragedia, pues las primaveras se hicieron más largas y los fríos menos intensos. Algunos mercaderes de especias que han frecuentado esas orillas, dicen que, al paso en las noches de luna, se puede oír al príncipe llorando de pena, junto a la princesa que ríe y ríe a carcajadas; aun en su profundo dolor y sufrimiento.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Los pescadores, por su parte, cuentan que al cruzar en sus botes por el centro del lago en las noches tranquilas —y a la luz de sus faroles— han visto la figura de los amantes bailando su infortunio bajo las transparentes aguas. Como remolinos danzantes —afirman— los enamorados comparten en el profundo azul su abismal destino...</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Aunque también se dice que todo eso no son más que cuentos. °-°</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Pero yo... yo que fui un viajero en la tierra de los gigantes de hielo y prisionero en las montañas de los reinos errantes, puedo contarles de verdad cómo culmina esta leyenda. Esto no me lo contaron ni lo leí, sino que lo viví en su momento.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Es verdad </span>que la princesa Hilsa y el príncipe Harek fueron engullidos por las frías aguas de un condenado lago en el legendario reino de Underverk. Y es cierto, también, que fueron congelados en un abrazo eterno en el tiempo. Pero lo que no revelan las antiguas narraciones es que, 127 años más tarde, un misterioso extranjero que no pertenecía a ese reino —ni a ese mundo mágico— lloró amargamente al conocer la historia de los desventurados amantes.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Aquel extraño comprendió que debía viajar a esa tierra para rescatar este relato olvidado, y de paso, salvar a la princesa y a su amor inconcluso, siguiendo la voluntad de la magia de los cuentos. El bárbaro de quién os hablo era un aventurero solitario: tomó su morral y su abrigo, su escudo circular y su espada sagrada de dos filos. Recordando unas palabras mágicas, abrió un portal hacia la tierra de los encantos y misterios profundos... la Tierra de Fantástica o el Reino de los Cuentos Perdidos: un mundo indescriptible donde moran los ángeles y dragones, los héroes y hechiceros, y hasta los mismos demonios que pueblan los sueños y los corazones humanos.<br /><br /><div style="text-align: center;">🌞</div></div><div style="text-align: left;"><blockquote><blockquote><blockquote style="font-size: 75%; text-align: justify;">— “<i>Hér ferr Herlicii"</i> —<b>cantó el guerrero, trazando con su espada un círculo en el aire</b>— “<i>Fórum drengja Frábærheimur; ég skipa þér með töfrum Óðins: opnaðu mér leið Bifröst!" </i><i>♪ ♫</i></blockquote></blockquote></blockquote></div></div><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">🌝</span></p><span class="JLqJ4b ChMk0b" data-language-for-alternatives="is" data-language-to-translate-into="en" data-phrase-index="1" jsaction="agoMJf:PFBcW;usxOmf:aWLT7;jhKsnd:P7O7bd,F8DmGf;Q4AGo:Gm7gYd,qAKMYb;uFUCPb:pvnm0e,pfE8Hb,PFBcW;f56efd:dJXsye;EnoYf:KNzws,ZJsZZ,JgVSJc;zdMJQc:cCQNKb,ZJsZZ,zchEXc;Ytrrj:JJDvdc;tNR8yc:GeFvjb;oFN6Ye:hij5Wb" jscontroller="Zl5N8" jsdata="uqLsIf;_;$34" jsmodel="SsMkhd" jsname="txFAF" style="text-align: center;"><span jsaction="click:qtZ4nf,GFf3ac,tMZCfe; contextmenu:Nqw7Te,QP7LD; mouseout:Nqw7Te; mouseover:qtZ4nf,c2aHje" jsname="W297wb"></span></span><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Aquel </span>héroe luchó con bravura y ligereza ante los infortunios del tiempo y el espacio, sabiendo que ambas son dimensiones variables que se pueden controlar cuando la melancolía se apodera de los corazones valientes y temerarios. Con arrojo y determinación no sucumbió ante el fuego de los dragones, ni ante la magia de los gigantes helados. Venció a la bruja despiadada y, tras eso, viajó hacia el reino de las eras, retrocediendo el reloj de la vida y de la muerte hasta donde sus fuerzas alcanzaron, llegando así hasta el preciso instante en que los enamorados se hundían en el lago...</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Con temple y osadía se arrojó por el hueco en el hielo, alcanzando un brazo del príncipe Harek, quién aun afirmaba tenazmente, con su otra mano, a la princesa Hilsa.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Cual sería la sorpresa de los enamorados cuando los tres volaron despedidos fuera del lago helado, aterrizando sus narices en un gran montículo de nieve. Y es que —con astucia y antes de hundirse en el hueco— el misterioso héroe había amarrado sus píes a una larga cuerda atada a la cima de un árbol muy flexible... un abeto que se elevaba inclinado sobre el lago. Desde ahí había saltado, y fue la misma fuerza del salto, sumada a la torsión del árbol, lo que los empujó de regreso hacia afuera. ¡Estaban salvados!</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Pasado </span>el susto, que sin duda desconcertó a los nobles, lo primero que hizo el héroe fue encender una fogata, pues como hemos dicho: era invierno y el frío arreciaba. El corcel de Harek se apresuró a ofrecer los abrigos que traía en su montura, pero los amantes estaban empapados y necesitaban secarse rápido para no caer ante la hipotermia. Velozmente y sin pensarlo mucho se cambiaron de prendas.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">De algún modo el héroe encendió un fuego mágico que trajo pronto calor a los entumecidos amantes. Cuando ya calmaron un poco el asombro y el frío —gracias a la leche con chocolate caliente que el desconocido extranjero llevaba consigo en su morral— los jóvenes herederos del reino de los dominios extensos articularon sus primeras palabras en este cuento:</div><div></div><blockquote><div style="text-align: left;">— Gracias... ¡brrr!... ¡quien quiera que seas! —dijo Harek— Si no hubieras estado ahí ninguno lo estaría... ¡brrr!... contando... ¡brrr!</div><div style="text-align: left;">— ¡Taka-taka-taka! —sonaron los dientes de la princesa Hilsa, que aun tiritaba un poco del frío— ¿Que no venía contigo?</div><div style="text-align: left;">— No Mileidy —respondió Harek— ¡Nuestro salvador salió de la nada!</div><div style="text-align: left;">— ¿Quién eres, joven valiente? —Pregunto Hilsa.</div><div style="text-align: left;">— Me llamo Connery... Ethan J. Connery, para servirles, su alteza.</div></blockquote><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Y Connery </span>besó la mano de la princesa.</div><div></div><blockquote><div style="text-align: left;">— Para otra oportunidad, quizá sería buena idea convertirse en pájaro antes de arriesgarse a caminar por un lago helado, princesa —sugirió Ethan.</div><div style="text-align: left;">— Por todas las hadas del reino... ¡olvidé por completo que podía hacerlo! —Respondió Hilsa, quien por primera vez en su vida comenzó a llorar de sorpresa y felicidad.</div></blockquote><div style="text-align: left;">Ya no había maldición. Harek abrazó a Hilsa, y el héroe se levantó.</div><div></div><blockquote><div style="text-align: left;">— ¿Nos acompañarás al castillo? —preguntó Harek— Debemos contar al rey de tu hazaña y celebrar este encuentro del destino... ¡Sin duda ha sido voluntad de los dioses!</div><div style="text-align: left;">— En otra ocasión, será, príncipe Harek: hay otras doncellas que debo salvar —repuso el héroe, y le cerró un ojo a la princesa.</div><div style="text-align: left;">— ¡Guau, veo que me conoces! —respondió sorprendido Harek— Debes venir de muy lejos, puesto que el reino de mis padres se encuentra a cuatro años de camino de aquí... ¡y es la primera vez que visito el reino de Underverk!</div><div style="text-align: left;">— Jeje —río Ethan, esbozando una sonrisa.</div><div style="text-align: left;">— ¿Te volveremos a ver, eh... Connery? —preguntó, intrigada, la princesa.</div><div style="text-align: left;">— ¡Denlo por hecho! —exclamó Ethan, levantando su dedo pulgar; una expresión que la pareja imitó al tiempo que enarcaban una ceja y sin llegar a descubrir del todo su significado.</div></blockquote><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKK1hG1vXMgiYIy-FWZ2OYzmdhErmgwvMHBNkuTklbB_HfpSK0AE7t-PVMoxbsTsw8Pv83vru8nixYmFjMG4OKgnHkgUMFIRTBbBdjmqPvEBeZIE4vwmuaxGMrjgvqj4BH886M6TrofwM/s800/hilsa-harek.png"><img border="0" height="350" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKK1hG1vXMgiYIy-FWZ2OYzmdhErmgwvMHBNkuTklbB_HfpSK0AE7t-PVMoxbsTsw8Pv83vru8nixYmFjMG4OKgnHkgUMFIRTBbBdjmqPvEBeZIE4vwmuaxGMrjgvqj4BH886M6TrofwM/s350/hilsa-harek.png" width="251" /></a></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Una semana </span>más tarde se estaba celebrando la boda real. El príncipe fue aclamado por encontrar y salvar a la princesa, y el salvador desconocido —aunque no estuvo presente en las nupcias— fue ovacionado igualmente por salvar a los recién casados. La fama de un héroe legendario “aparecido en el aire" se extendió por las comarcas, y aunque la hada malvada y su maleficio habían desaparecido para siempre, la princesa no pudo parar de reír cuando las otras dos hadas buenas le preguntaron al mismo tiempo:</div><div><blockquote style="text-align: left;">— ¿Es verdad, Hilsa? ¿Es cierto que aterrizaron sus narices en la nieve? 😃</blockquote></div><center><span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px;">Fin</span></center><br /><center><div style="font-size: 16px; font-weight: bold; padding-bottom: 13px;">Nota</div><div style="font-size: 16px;">Originalmente este cuento terminaba en la<br />Parte 2. La 3ra. parte se escribió 127 años<br />más tarde para darle un final feliz °-°</div></center>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comIslandia64.963051 -19.02083536.652817163821148 -54.177085000000005 90 16.135415tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-17318366066348731062020-11-14T08:07:00.006-03:002021-03-17T10:28:00.352-03:00La Hormiga y la Golondrina<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">Una fábula de Esopo · Versión de Svanhildr MacLeod</div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8bdyFlvkDiXQJu9tIunEjKKigFd2SsLzyubiyhA-KyR_Q3mT1Cxrb63346fCUAQbBJLRmJWIu_S4pc7TRWrFdQo_P_0johULaG-wsa-67bJAAruet1vi0cTYXXUfkBDPzYNb1lbTXFgE/w930-h420-rw-no/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="420" data-original-width="930" height="181" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8bdyFlvkDiXQJu9tIunEjKKigFd2SsLzyubiyhA-KyR_Q3mT1Cxrb63346fCUAQbBJLRmJWIu_S4pc7TRWrFdQo_P_0johULaG-wsa-67bJAAruet1vi0cTYXXUfkBDPzYNb1lbTXFgE/w930-h420-rw-no/" width="400" /></a></div>
<br />
<span style="font-family: 'berkshire swash',cursive; font-size: 33px;">Cierto</span> día de verano una hormiga caminaba solitaria por el campo. Se había pasado la tarde explorando el lecho seco de un antiguo río en compañía de otras hormigas, pero habiendo hallado hojas de acacia, muchas de ellas se quedaron trabajando en el camino.<div><br /></div><div>Nuestra hormiguita aun era joven y le faltaba experiencia a la hora de recortar hojas, extraer su néctar o transportarlas al hormiguero para proveer de sustento a la colonia. Eso sí, tenía una pasión por la aventura, de modo que se dedicaba a lo que mejor sabía hacer: explorar.</div><div><br /></div><div>Pero sucedió que en un momento se distanció demasiado de su grupo, y casi sin darse cuenta se encontró sola y perdida mientras bajaba una pendiente. El Sol todavía calentaba a lo lejos, pero ya estaba cansada y tenía mucha sed.</div><div><blockquote>— ¡Ojalá encontrara un poco de agua! —Suspiró.</blockquote></div><div>En eso escuchó el murmullo de un riachuelo, así que bajo otro poco guiada por su rumor. Tras algunos pastitos verdes divisó una piedra redonda y algo humedecida por cuya base corría un caudal. La imprudente hormiga se aventuró... pero con tan mala suerte que sus patitas pisaron un musgo resbaloso, cayendo directo al agua.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: 'berkshire swash',cursive; font-size: 33px;">Afortunadamente</span> no fue una caída muy alta, pero como no había aprendido a nadar, todavía, el agua se la llevó y quedó atrapada en un remolino.</div><div></div><blockquote><div>— ¡Auxilio, auxilio! —gritó la hormiguita desesperada— ¡Alguien que me ayude, por favor!</div><div></div></blockquote><div>Buscó con la mirada a alguno de sus compañeros. Quizá algún amigo que, con suerte, la hubiera seguido. Pero no: ella no había dado el aviso y por más que gritaba no había nadie que respondiera.<br /><blockquote>— "¡Si tan sólo no me hubiera alejado tanto!" —se reprendió mentalmente ella misma mientras intentaba sostenerse en la superficie del agua— ¡Esto no estaría pasando!</blockquote></div><div>La hormiguita sentía miedo y quería llorar, pero había oído que el miedo es mal compañero en el agua y pensó que lo mejor era respirar con calma para no gastar su energía. Estaba en lo cierto, pero como los minutos pasaban y no lograba escapar del remolino volvió a gritar:</div><div><br />— ¡Ayuda, por favor!<blockquote><div></div></blockquote></div><div><span style="font-family: 'berkshire swash',cursive; font-size: 33px;">Sea voluntad</span> de la madre naturaleza, obra del destino, los dioses o la buena fortuna, una golondrina que descansaba en el hueco de un árbol —cerca de ahí— oyó el grito de la hormiga y se apresuró a socorrer al desconocido que angustioso clamaba otra oportunidad. Con algo de dificultad localizó a la pequeña hormiga, entendiendo su difícil situación. Sin embargo, ella misma sintió miedo de quedar atrapada en el remolino si intentaba meterse al agua para sacarla.</div><div><br /></div><div>No lo pensó demasiado y voló velozmente sobre la superficie del riachuelo hasta alcanzar una hoja de encino que flotaba perdida en la corriente. En pleno vuelo agarró la hoja con su pico y la fue a depositar justo sobre el remolino, esperando que la hormiga lo usara como bote. Pero el remolino se tragó la hoja, y la hormiguita seguía dando vueltas, cada vez más cerca de ser succionada por el torrente.</div><div></div><blockquote><div>— ¡Ayúdame, buena golondrina, por favor! —suplicó de nuevo la hormiga.</div><div>— "Si atrapo a la hormiga con mi pico, como hice con la hoja, corro el riesgo de tragármela. Y si intento sacarla con mis garras podría hacerle daño... es demasiado pequeña" —pensó rápidamente la golondrina— ¡Tengo que encontrar otra forma de ayudarla!</div></blockquote><div></div><div><span style="font-family: 'berkshire swash',cursive; font-size: 33px;">Armada</span> de coraje, la golondrina dio un vuelo veloz alrededor del área hasta dar con una rama seca que descansaba sobre unas piedras. Era lo único que había cerca, pero era casi tan pesada como el ave. El valor y la urgencia le dieron fuerzas de la nada a la golondrina... así que, agarrando la rama con sus patitas, montó vuelo nuevamente... arrastrando la rama por sobre la corriente de agua. Con suma dificultad se acercó al remolino, procurando que éste no se tragara la rama:</div><div></div><blockquote><div>— ¡Nada, nada amiga! —chillaba con fuerza la golondrina— ¡Nada hacia la rama!</div><div>— ¡Más cerca, por favor, ya estoy muy cansada! —gemía la hormiguita.</div></blockquote><div></div><div>En eso, el remolino agarró la rama, y en un último acto de valentía antes de que la corriente quisiera tragarse también a la golondrina, ésta soltó la rama y hundió el pico en el agua... justo donde segundos antes se había hundido la hormiga. Succionó un buen sorbo mientras batía con fuerza las alas, hasta que sus cachetes se inflaron de agua. Usando sus últimas fuerzas se fue volando a la orilla, con la esperanza de haber alcanzado a la pobre hormiga.</div><div><br /></div><div>Ya agotada, escupió el agua de sus cachetes sobre un montículo de arena seca. Buscó con atención en la mancha... pero la hormiguita no estaba.</div><div><blockquote>— ¡Oh! —exclamó acongojada— ¿Me la habré tragado? ¿Acaso ya era su tiempo? ¡Pobre hormiguita!</blockquote></div><div><span style="font-family: 'berkshire swash',cursive; font-size: 33px;">La valerosa</span> golondrina, que había dado su máximo esfuerzo en un intento por salvar la vida de quién consideraba ahora una "amiga perdida", se puso a llorar amargamente.</div><div></div><blockquote><div>— Se notaba que era buena persona... ¡no merecía un final así! —Se afligió— Pero a veces la vida tiene planes y voluntades que una no entiende; sólo sé que es más sabia y hay que aceptar sus designios.</div><div></div></blockquote><div>Gruesos lagrimones de golondrina cayeron sobre sus alas cansadas, entregadas ahora a la arena y al Sol.</div><div></div><blockquote><div>— ¡Cof-cof! —tosió de pronto una vocecita cansada— Qué saladas son tus lágrimas, querida golondrina...</div><div></div></blockquote><div>Sorprendida, el ave se miró sus patas... luego sus alas... y he allí, en una de ellas estaba la hormiga exploradora, firmemente agarrada a una de sus plumas.</div><div></div><blockquote><div>— ¡Amiga hormiga, estás a salvo! ¿Pero cómo? —la perplejidad tocó el rostro de la golondrina— ¿Cómo llegaste ahí?</div><div>— Cuando metiste la cabeza en el agua yo ya estaba detrás de ti, pero me agarré a las plumitas de tu cola —explico— Trepé rápidamente hasta tu cabeza, pero terminé perdida en un bosque de plumas. Luego, caminando y caminando... llegué a una de tus alas. Me encontré con algunos pulgones en el camino, pero ya ves: estoy bien. Ya no llores por mí. ¡Me has salvado y siempre te estaré agradecida!</div></blockquote><div></div><div><span style="font-family: 'berkshire swash',cursive; font-size: 33px;">Ahí mismo</span> se abrazaron como amigos de toda la vida: tanto la hormiga como la golondrina son trotamundos y comparten gustos en común. Largo rato conversaron alegres y se desearon buena suerte en sus caminos. Ya entrado el Sol, se despidieron. La golondrina volvió a su hueco en el árbol, y hormiga recordó el camino a su hormiguero... reforzada, claro, por un aventón del pájaro.</div><div><br /></div><div>Esta historia que cuentan los animalitos silvestres bien hubiera terminado aquí. Pero sucedió que, tiempo después, un ser humano cazador de pájaros frecuentó esos rincones del campo. Un día el cazador divisó a la golondrina, y como quisiera hacerse de ella para venderla en el mercado extendió su red a la salida del hueco del árbol.</div><div><br /></div><div>Estaba en el acto cuando un escuadrón de hormigas mirmidonas, lideradas por una valiente exploradora y previsora, llegaron a moderlo con fuerza en sus talones. Sorprendido ante el ataque inesperado el hombre abandonó su intención, dejando tranquila a la buena golondrina que se había ganado la admiración y el respeto de las diligentes y leales hormigas.</div><div><br /></div><div><div style="text-align: center;"><b>Moraleja</b>: Toda buena acción merece agradecimiento, y de ser posible; recompensa.</div><div style="text-align: center;"><br /></div></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: left;">Fin</span></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comGrecia39.074208 21.82431210.763974163821153 -13.331938000000001 67.384441836178837 56.980562tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-80601265424433480372019-09-14T18:37:00.000-03:002019-09-14T19:07:16.364-03:00El Lobo y las 7 Cabritas<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">
Hermanos Grimm · Versión traducida por Angelina Gatell</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghH-ZxY_9Wbes4Tw62h9LGwKMzgZ3z59PK4VEufK7GXVaDqSnE-gyLEnxJfFNvVcGySSIR4P8Y5yZcr-Tv32vv22cjZfrhN68ZabV4OeU1OHDCfBhBhbYMLCZkmHgiFi7jvDoj7_MgJP8/s1600/lobo-siete-cabritas.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="420" data-original-width="930" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghH-ZxY_9Wbes4Tw62h9LGwKMzgZ3z59PK4VEufK7GXVaDqSnE-gyLEnxJfFNvVcGySSIR4P8Y5yZcr-Tv32vv22cjZfrhN68ZabV4OeU1OHDCfBhBhbYMLCZkmHgiFi7jvDoj7_MgJP8/s400/lobo-siete-cabritas.png" width="400" /></a></div>
<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">
Ilustración de Shigeto Takahashi</div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Había </span>una vez una cabra que tenía siete preciosos cabritos. Un día los llamó a su alrededor y les dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Tengo que irme al bosque. Tengan mucho cuidado con el lobo. Si consigue entrar en nuestra casa, se los comerá. Procuren siempre tener muy bien cerrada la puerta, y no abrirle a nadie. Y, sobretodo, recuerden que si alguien llama (toc-toc-toc) miren muy bien por debajo de la puerta, y si tiene las patas negras, no abran porque es el lobo malo. Si hacen lo que les digo, nunca les ocurrirá nada malo.</blockquote>
Pero tan pronto como se fue la cabra, llamaron a la puerta, y había una voz ronca que decía:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ábranme la puerta; soy su mamá!</blockquote>
Los cabritos escucharon muy atentamente, pero no se atrevieron a abrir. El lobo malo les volvió a tocar, y dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ábranme, ábranme! ¡Les traigo muchos regalos a mis hijitos!</blockquote>
Ellos se asomaron por debajo de la puerta y exclamaron:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Vete de aquí! ¡Te conocemos muy bien por tus patas negras y tu voz ronca!</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Entonces </span>el lobo tomó mucha miel para endulzar su voz, cubrió sus patas con harina blanca, y volvió a la cabaña de los cabritos.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ábranme la puerta; soy su mamá! ¡He traído muchos regalos para ustedes!<br />
— ¡Es mamá! —dijo uno de los cabritos.<br />
— ¡Enséñanos tus patas, queremos estar seguros!</blockquote>
Entonces, el lobo mañoso, extendió sus patas "blancas" y las mostró.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Es mamá! —dijo uno de los cabritos.<br />
— ¡Es mamá! ¡Es mamá! —dijeron los otros.</blockquote>
Y tan pronto como los cabritos abrieron la puerta, el lobo entró a la cabaña y se los comió uno tras otro, casi sin respirar. Contento de su triunfo y con el estómago lleno, salió de la cabaña, tambaleándose, y dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡A dormir!</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Poco </span>después, la cabra regresó a la cabaña, buscando a sus hijitos, y no vio nada. La mamá cabra imaginó lo que había pasado y se puso a llorar. Pero de repente oyó una voz muy temblorosa que decía:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Aquí estoy, mami: me he salvado! —dijo el más pequeño de los cabritos, que había alcanzado a esconderse debajo de una cama.</blockquote>
Entonces, salieron a buscar al lobo, y cuando llegaron a su cueva, vieron que su estómago se movía. La cabrita, con unas tijeras, le abrió la panza y empezaron a salir todos sus hijitos, uno por uno. Y ya todos felices, se fueron. Y el lobo malo jamás despertó.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: left;">Fin</span></div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-12048661844645817152019-04-12T00:15:00.001-04:002019-04-12T06:31:57.433-04:00Pepito y la Fiesta de Don León<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">
Rita María Albrecht<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBPM_8UKajgaf2hVr9Dwk9QYaVaSWlmlOwRmVVmDa0vDp-ALeFUWeCYGw7MQrNr1oYCRkPSH7dS0L5a2tRVX5Tw4vvEUDQbL_W2bHf6zzWKoO5EUtQlzRoiumTq_FKyTt5tVvnA6LXJik/s1600/pepito-fiesta-don-leon.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="723" data-original-width="1179" height="245" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBPM_8UKajgaf2hVr9Dwk9QYaVaSWlmlOwRmVVmDa0vDp-ALeFUWeCYGw7MQrNr1oYCRkPSH7dS0L5a2tRVX5Tw4vvEUDQbL_W2bHf6zzWKoO5EUtQlzRoiumTq_FKyTt5tVvnA6LXJik/s400/pepito-fiesta-don-leon.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="margin-top: 10px;">
Ilustración sin firma de autor desconocido</div>
<br />
<br /></div>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Don León</span> se veía grandioso. Tenía una melena larga y voluminosa que envolvía su cabeza como una nube dorada. Sus ojos eran de un color ámbar y tenía una expresión muy amable e inteligente.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Buenas noches, don León —dijeron Lola y Lulé (que eran dos foquitas, amigas de Pepito).<br />
— Buenas noches —tartamudeó Pepito intimidado.</blockquote>
Don León era verdaderamente una personalidad impresionante y Pepito se sintió súbitamente muy nervioso.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Buenas noches —respondió don León con voz amable— ¿Cómo estás, Lulú? ¿Y tú, Lola?<br />
— Muy bien, gracias, don León —respondió Lola cortésmente después de haber ejecutado una reverencia profunda y muy elegante— Gracias, estamos bien.<br />
— Se les trata bien, espero.<br />
— No tenemos razones para quejarnos, don León. Es verdad que es un poco molesto tener la boca llena de agua todo el día. Pero de una manera u otra una tiene que ganarse la vida, y en fin, estamos trabajando en uno de los rincones más lindos de Santiago.<br />
— Veo que me han traído a alguien de visita. ¿No es Pepito?<br />
— Sí, don León. Buenas noches.<br />
— Te conozco hace ya muchos años, Pepito —dijo, todavía sonriendo— Vives en la avenida El Cerro, frente al teleférico, ¿verdad?<br />
— Sí, don León. El teleférico es muy lindo.<br />
— ¿Y te gusta nuestra fiesta?<br />
— ¡Ay, la encuentro fantástica! —gritó Pepito entusiasmado— Nunca lo hubiera esperado: una fiesta en el Parque Forestal, a medianoche.<br />
— Bueno, bueno —dijo don León, satisfecho— Espero que continúes gozando. Seguramente vamos a vernos de nuevo antes de que se vayan.<br />
— Gracias, don León —dijo Lulú— Con mucho gusto.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Pero antes</span> de poder bajar las escaleras, oyeron un grito lleno de rabia y se quedaron parados de horror. La orquesta interrumpió abruptamente su función. Todo el mundo estaba empujando y tratando de ver qué sucedía.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Caramba —gritó Lulú— Es el vendedor de pan.<br />
— ¡Socorro! —gritó en voz alta— ¡Socorro: me han robado todos mis panes! Don León, por favor ayúdeme. ¡Me han robado mis panes! Toda la canasta. ¡Ay, ay! ¿Qué voy a hacer? ¿Qué mundo es este que roba a un hombre viejo?</blockquote>
Sollozando buscaba su pañuelo y se sonó con mucho ruido.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Siéntate y cálmate primero —le tranquilizó don León— En seguida enviaré a que busquen al ladrón.</blockquote>
No necesitó mucho tiempo para encontrar al culpable. Después de dos minutos se oyeron lamentos y voces excitadas que se acercaban. El barrendero que antes estaba parado detrás de Pepito empujó por entre la muchedumbre. En su mano derecha en alto portaba "algo" chiquitito, blanco, que trataba de liberarse.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ladrón desalmado! —gritó el vendedor de pan— ¡Monstruo! Me tienes que pagar eso. Robar a un hombre viejo...<br />
— Póngalo en el suelo —ordenó don León.<br />
— Se arrancará —advirtió el barrendero— Es un verdadero diablo. No quería devolverme los panes: rasguñó, mordió y gruñó.<br />
— Póngalo en el suelo —ordenó don León de nuevo. No huirá.</blockquote>
El barrendero puso al ladrón a los pies de don León.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Pero si es un perro! —gritó Pepito, sorprendido.<br />
— Un cachorrito —dijo don León, compasivo— ¿Alguno de ustedes lo conoce?</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Se dirigió</span> luego a la muchedumbre.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Hace cuatro o cinco días lo vi por primera vez —dijo uno de los vendedores de helado— Aquí en el Parque.<br />
— ¡Está perdido, el pobre chiquitín! —gritó la vieja señora— Seguramente ha tenido hambre el pobrecito.<br />
— ¡Es un ladrón sinvergüenza, nada más! —gritó airadamente el vendedor de pan— Insisto en que se lo entregue a la policía.<br />
— Pero no se puede entregar a la policía un chiquitín tan simpático, ¡bárbaro! —protesto la señora vieja.<br />
— Ay —jadeó el vendedor de pan— No lo puedo, ah. ¿Y qué hay de mis panes? ¿Ud. los va a pagar?<br />
— Pagar, pagar, pagar, ¿No tiene otra cosa en la cabeza? ¿Cómo puedo yo pagar sus panes si no tengo dinero?<br />
— Bueno, yo tampoco lo tengo —respondió el vendedor de pan.</blockquote>
Don León intervino para calmar las emociones:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Si él está perdido —dijo— No nos queda más que encontrar a su familia. Estoy seguro que te pagarán tus tres panes.<br />
— No tiene familia, don León —dijo el barrendero— Le han abandonado.<br />
— ¡Ven! —llamó Pepito al cachorro— Ven, por favor y no tengas miedo. No permitiré que te hagan daño.<br />
— Yo quiero mi dinero —insistió el vendedor de pan.</blockquote>
Lentamente el perrito levantó la cabeza y olfateó la mano de Pepito.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No oigas al vendedor de pan, yo te protegeré —le consoló Pepito.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El perrito</span> le miró atentamente por entre sus rizos desgreñados, y de súbito, se levantó y se sentó en su falda, lamiendo su mejilla con su lengüita rosada.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Insisto en que se le entregue a la policía —regañó el vendedor de pan nuevamente— ¿Es que basta con ser atractivo para hacer todo lo que uno quiere?<br />
— Pero se estaba muriendo de hambre, don León —imploró Pepito— Además es tan chiquitito. No sabe lo que es bueno y lo que es malo. Aquí en el Parque seguramente va a morirse de hambre, todavía es demasiado chico para defenderse de los perros más grandes, que también buscan comida.</blockquote>
Olvidando su timidez, rogó Pepito:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Don León, yo puedo llevarlo a mi casa. Y si el vendedor de pan tiene un poco de paciencia le pagaré los tres panes, de mi mesada.<br />
— ¿Tus padres no se opondrán cuando llegues con un perro a la casa? —Preguntó don León.<br />
— ¡No! Estoy seguro que no —dijo Pepito, y observando la incredulidad de don León, añadió rápidamente— Cuando oigan lo que pasó, van a aceptarlo. Por favor, no permita que lo entreguen a la policía. Ya ha tenido tan mala suerte y es todavía tan joven. Por favor, don León.<br />
— Desgraciadamente no puedo ayudarte mucho. Es el vendedor de pan quien tiene que tomar la decisión.<br />
— Pero puede rogarle, don León —solicitó Pepito.<br />
— ¿Porqué no se lo pides tú, directamente a él?<br />
— Necesito el dinero para vivir —rezongó el vendedor de pan— Nosotros los pobres no podemos permitirnos caridad.<br />
— Pero uno puede mantener su buen corazón —dijo don León— Además lo has oído: Pepito te pagará los panes. Tienes que tener solamente un poco de paciencia.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El vendedor</span> gruñó algo que no parecía ni sí, ni no.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Don León —intervino el barrendero— ¿Porqué no hacemos una colecta? Tres panes no cuestan una fortuna. Estoy seguro de que podremos reunir la suma.</blockquote>
Y así fue. Don León entregó al vendedor de pan la suma reunida y acarició al perrito blanco que se encontraba acurrucado en los brazos de Pepito.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Cómo vas a llamarlo? —preguntó don León.</blockquote>
Pepito miró a su nuevo amigo.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Mmm —dijo luego— Creo que se llama "Toqui".</blockquote>
<center>
#</center>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">De pronto</span> Pepito abrió sus ojos, y oyó todavía muy, muy lejos la música. Frente a su camita se encontraba su mamá y el doctor Bermúdez:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Estaba donde don León, mamá —murmuró Pepito todavía medio dormido— ¿Sabías, mamá, que Lola y Lulú pueden hablar?</blockquote>
La mamá de Pepito miró angustiada al doctor Bermúdez. Sin embargo, éste, para tranquilizarla, movió la cabeza en signo negativo. Pero de repente se oyeron gruñidos, ladridos, rasguños en la puerta y entró algo blanco chiquitito, entró como torbellino a la habitación y se abalanzó sobre la cama. Lamió impetuosamente la cara, el cuello y los brazos de Pepito.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ay, Toqui! —gritó Pepito, feliz— ¡Aquí estás! ¡Siéntate, Toqui! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Déjalo. Me hace cosquillas. Déjalo! ¿No es lindo, mamá? —Preguntó Pepito— Lo he encontrado en la fiesta de don León. El vendedor de pan quería entregarlo a la policía. Puede quedarse con nosotros, ¿verdad, mamá? ¡Por favor, di que sí, mamita!<br />
— ¿De dónde viene? —preguntó el doctor Bermúdez— Nunca lo he visto antes aquí.<br />
— Esta mañana lo encontramos en el jardín, delante de la ventana de Pepito. Se quedó todo el tiempo sin moverse —respondió la mamá de Pepito.<br />
— Bueno —dijo el doctor Bermúdez, quien observó pensativamente a los dos en la cama— Parece que se conocen muy bien.<br />
— Sí, pero yo no lo comprendo —dijo la mamá de Pepito un poco preocupada— ¿Cómo lo encuentra Ud., doctor? ¿Está un poco mejor?<br />
— ¿Un poco? —Exclamó el doctor, sonriente— ¡Véalo! En pocos días estará completamente repuesto.</blockquote>
<div style="font-family: 'berkshire swash',cursive; font-size: 33px; text-align: center;">
Fin</div>
<br />
<div style="font-size: 80%; line-height: 120%;">
<center>
<b>Aclaración</b><br />
<blockquote class="tr_bq">
2ª Parte de un relato Chileno-Alemán (la 1ª Parte está perdida).<br />
El fondo de la ilustración fue cambiado por hallarse borroso °-°</blockquote>
</center>
</div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comFuente Alemana de Santiago-33.4365504 -70.636361299999976-33.4366024 -70.636440299999975 -33.436498400000005 -70.636282299999976tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-50924635963424931922019-04-04T02:23:00.001-03:002023-08-16T00:42:19.922-04:00Palitroche<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 120%; text-align: center;">
“Pippi descubre una nueva palabra" · Astrid Lindgren, 1945<br />
Traducción de Blanca Ríos y Eulalia Boada<br />
<div class="separator" style="clear: both; margin-top: 10px;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDmg_wGwl_miSsmILy_MoDydzRNg6u1t0AhXNLwnrpAKEILBvDZtXeD0NBKxucS2gpFS5U2hhlr8tAOb4cC9qyBpRUqOe3-FZrP_HJtb5EkU6U2LB92TIZtFuzSneXUid91B-nXjsxqXE/s1600/palitroche.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="619" data-original-width="628" height="315" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDmg_wGwl_miSsmILy_MoDydzRNg6u1t0AhXNLwnrpAKEILBvDZtXeD0NBKxucS2gpFS5U2hhlr8tAOb4cC9qyBpRUqOe3-FZrP_HJtb5EkU6U2LB92TIZtFuzSneXUid91B-nXjsxqXE/s320/palitroche.png" width="320" /></a></div>
Ilustración de ZaxCon</div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Una</span> mañana, Tommy y Annika entraron en la cocina de Pippi y le dieron los buenos días, pero ella no les contestó. Estaba sentada sobre la mesa con el Señor Nelson en el hombro. Sonreía con una expresión feliz en la cara pecosa.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Buenos días —dijeron de nuevo Tommy y Annika.<br />
— Estoy pensando en lo que acabo de descubrir —murmuró Pippi con voz soñadora.<br />
— ¿Qué has descubierto? —preguntaron sus amiguitos.</blockquote>
A ellos no les sorprendía que Pippi hubiera descubierto algo; lo único que querían saber era de qué se trataba.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Qué es lo que has descubierto, Pippi? —preguntaron con ansiedad.<br />
— Una palabra nueva —contestó Pippi, y se los quedó mirando como si acabara de verlos en aquel mismo momento— ¡Una palabra estupenda!<br />
— ¿Qué clase de palabra? —preguntó Tommy.<br />
— Una palabra maravillosa. Una de las mejores que he oído en mi vida.<br />
— ¡Dínosla!<br />
— “Palitroche" —dijo Pippi.<br />
— ¡“Palitroche"! —repitió Tommy— ¿Qué quiere decir?<br />
— ¡Ojalá lo supiera! Lo único que sé es que no quiere decir aspiradora.</blockquote>
Tommy y Annika se quedaron pensativos. Finalmente, Annika dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Pero si no sabes lo que quiere decir, no te sirve de nada.<br />
— Eso es lo que me preocupa —dijo Pippi.<br />
— ¿Quién decidió el significado de las palabras?<br />
— Probablemente se reunieron unos cuantos viejos profesores —explicó Pippi— e inventaron palabras tales como: “tina", “mordaza", “ristra", y cosas así. Sin embargo, nadie se preocupó de descubrir una palabra tan bonita como “palitroche". ¡Qué suerte que yo haya dado con ella! ¡Apuesto a que descubriré lo que significa!</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Pippi</span> se puso a meditar con la mano debajo de la barbilla y los ojos cerrados.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡“Palitroche"! Me gustaría saber si se podría llamar así a la punta del palo azul de una bandera.<br />
— Los palos de las banderas no son azules —corrigió Annika.<br />
— Tienes razón. Entonces no sé lo que quiere decir. Quizá se le pueda llamar así al ruido que haces con los zapatos cuando andas por el barro. A ver cómo suena:</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: center;">
<b>“Cuando Annika anda por el barro </b><b>puede oírse un maravilloso palitroche."</b></div>
<div style="text-align: center;">
No. No suena bien.<span style="text-align: left;"> </span></div>
</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: center;">
<b>“Puede oírse un maravilloso chipichap."</b></div>
<div style="text-align: center;">
¡Eso sí que suena bien!</div>
</blockquote>
Y rascándose la cabeza, Pippi añadió:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Esto se está poniendo difícil. ¡Pero lo he de averiguar! Quizá sea algo que pueda comprarse en las tiendas. ¡Vamos a preguntarlo!</blockquote>
A Tommy y a Annika les pareció muy bien, y Pippi fue a buscar su monedero, lleno de monedas de oro.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— “Palitroche" suena como si fuera una cosa bastante cara. Será mejor que vaya a buscar más dinero.</blockquote>
Cuando tuvo el bolso bien repleto de monedas, Pippi levantó el caballo y lo sacó del porche. El Señor Nelson saltó sobre su hombro.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Aprisa! Si no nos apresuramos, puede ser que se hayan terminado todos los “palitroches" cuando lleguemos. No me sorprendería que el alcalde hubiese comprado el último que quedaba.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Cuando</span> los chiquillos de la pequeña ciudad oyeron galopar al caballo de Pippi, corrieron felices a su encuentro, porque todos la querían mucho.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Adonde vas, Pippi? —le preguntaban a gritos.<br />
— Quisiera comprar un “palitroche" —dijo Pippi— Pero que sea bueno y crujiente.<br />
— ¿“Palitroche"? —repitió una linda señorita que estaba detrás del mostrador— Creo que no tenemos.<br />
— Pues deberían tenerlos. En todas las tiendas bien surtidas los despachan.<br />
— Sí, pero los hemos agotado —dijo la señorita, que nunca había oído hablar de “palitroches", pero que no quería admitir que su tienda no estuviera tan bien surtida como las otras.<br />
— ¡Ah! Pero ¿han tenido “palitroches"? —exclamó Pippi ansiosamente— Dígame cómo son. ¿Tienen rayas rojas?</blockquote>
La señorita se ruborizó y dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No. De todos modos, ahora no tenemos ninguno...<br />
— Entonces tengo que seguir buscando. No puedo volver a casa sin un “palitroche".</blockquote>
La próxima tienda era una ferretería. El vendedor los saludó cortésmente.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Quisiera comprar un “palitroche" —le dijo Pippi— Pero que sea de la mejor clase. De los que se usan para matar leones.</blockquote>
El vendedor los miró con desconfianza.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Vamos a ver —dijo rascándose detrás de la oreja— Vamos a ver —Y sacó del cajón un pequeño rastrillo que entregó a Pippi.<br />
— Esto es un rastrillo —exclamó, en el colmo de la indignación— Yo quiero un “palitroche". ¡No intente engañar a una inocente niña!<br />
— Desgraciadamente, no tenemos lo que necesitas —dijo el vendedor riéndose— Pregunta en la tienda de la esquina, que venden baratijas.<br />
— ¡Baratijas! —murmuró Pippi con desdén cuando salieron a la calle— Supongo que tampoco tendrán. Quizás, al fin y al cabo, sea una enfermedad. Vamos a preguntar al médico.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Annika</span> sabía dónde vivía, porque hacía unos días había ido a vacunarse. Pippi llamó al timbre, y una enfermera abrió la puerta.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Quiero ver al doctor —dijo Pippi— Es un caso muy grave. Se trata de una terrible y peligrosa enfermedad.<br />
— Por aquí, por favor.</blockquote>
Cuando entraron los niños, hallaron al doctor sentado en su despacho. Pippi fue directamente hacia él, cerró los ojos y sacó la lengua.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Qué te pasa? —le preguntó el médico.<br />
— Me temo que he pillado un “palitroche". Me pica todo el cuerpo, duermo con los ojos cerrados, algunas veces tengo hipo y el domingo me puse mala después de haber comido un plato de betún con leche. Tengo mucho apetito, pero a veces me atraganto y no puedo engullir la comida. Yo creo que tengo un “palitroche". ¿Es contagioso?</blockquote>
El doctor miró la sonrosada carita de Pippi y dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Creo que tienes más salud que la mayoría de la gente.<br />
— Pero existe una enfermedad con este nombre, ¿verdad?<br />
— No. Pero aunque existiera, dudo que tú la cogieras.</blockquote>
Pippi suspiró tristemente, se despidió del doctor y salió, seguida de Tommy y Annika. No lejos de Villa Mangaporhombro había una casa de más de trescientos años. En aquel momento tenía una de las ventanas del piso superior abierta, y Pippi señaló hacia allí diciendo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No me sorprendería que ahí hubiera uno. Voy a subir a ver.</blockquote>
Saltó a la cañería y trepó velozmente hasta la ventana e introdujo la cabeza dentro. Vio una gran sala y en ella dos señoras sentadas en unos sillones charlando tranquilamente. Imaginaos su sorpresa cuando, de repente, apareció en la ventana una cabeza de color rojo y una voz dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Por casualidad hay por ahí algún “palitroche"?</blockquote>
Las dos señoras chillaron aterrorizadas.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Cielo santo! ¿Qué estás diciendo, niña? ¿De dónde sales?<br />
— Quisiera saber si tienen algún “palitroche" por ahí.<br />
— ¿Y qué es un... eso que has dicho? ¿Muerde?<br />
— Me parece que sí —dijo Pippi, convencida— Tiene unos colmillos así de grandes.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Las dos</span> señoras se abrazaron y empezaron a gritar. Pippi miró alrededor y dijo, desilusionada:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No veo que le asomen los bigotes al “palitroche". Perdonen que las haya molestado —Y se deslizó por la cañería hasta el suelo.<br />
— No existe ningún “palitroche" en esta ciudad —dijo a Tommy y Annika— Volvamos a casa.</blockquote>
Cuando iban a montar en el caballo, que los esperaba en el soportal, Tommy puso el pie sobre un pequeño escarabajo que se arrastraba por la arena del sendero.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Ten cuidado. No pises a ese animalito —dijo Pippi.</blockquote>
Los tres miraron hacia el suelo. El bicho era menudo y tenía unas alas verdes que brillaban como si fueran de metal.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No es un escarabajo, ni una mariquita —dijo Tommy.<br />
— Ni tampoco una libélula —dijo Annika— Me gustaría saber qué es.</blockquote>
En el rostro de Pippi se dibujó una radiante sonrisa.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ya lo tengo! ¡¡Es un “palitroche"!!<br />
— ¿Estás segura? —preguntó Tommy dudando.<br />
— ¿Crees que no voy a conocer un “palitroche" cuando veo a uno? ¿Has visto tú ninguno en tu vida?</blockquote>
Pippi puso el escarabajo en un sitio donde no pudieran pisarlo y le dijo tiernamente:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Mi querido “palitroche"! Ya sabía yo que al fin iba a encontrarte.</blockquote>
Hemos recorrido toda la ciudad buscándote, y estabas cerca de Villa Mangaporhombro.<br />
<br />
<div style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: center;">
Fin</div>
<br />
<div style="font-size: 80%; line-height: 120%;">
<center>
<b>Curiosidades</b></center>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
1) La versión para México cambia los nombres de los personajes por Pita (Pippi), Tomás (Tommy) y Anita (Annika).<br /><br />
2) Existe otro cuento llamado Palitroche (probablemente chileno) que no tiene nada que ver con esta historia. Puedes leerlo haciendo click <a href="https://www.cuentosclasicos.org/2023/08/palitroche-muneco-trapo.html">aquí 👻</a></blockquote>
</div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-3826703514628125042019-03-25T03:10:00.000-03:002019-03-25T03:10:50.723-03:00El Primer Cuento<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">Oriana Martínez E. & Antonio Ross M.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOb8l28vNcxf6MGgGUzWEtt9j8HoVBWVzz50O7U0fzwafWwiKDLxpCKxqdhuHK0sn6uF6CfB09VjUQOHjPxaN9FCwo_JZB03Avw58xKUr5HWLQ01RKKq3Sm4Vz_vpjoM6ocj5FyJWvf3g/s1600/primer-cuento.png" /></div>Arte rupestre de Klaus Hausmann</div><br />
<span style="font-family:'berkshire swash',cursive;font-size:33px;">Imagina</span> una noche en la Prehistoria. Oscura y negra. Lluvias torrenciales. Relámpagos y truenos. Inmensos árboles agitándose y doblando sus figuras ante el ímpetu del viento huracanado que, silbante, rompe los oídos. Imagínalo. Allá, al fondo, una pequeña luz en la montaña, suave, tenue, como una estrella lejana. Acércate, mira... y escucha...<br />
<br />
<span style="font-family:'berkshire swash',cursive;font-size:33px;">Una fogata</span> y un animal asándose lentamente sobre ésta... Hace calor en la caverna. Hombres rudos vestidos con pieles de animales están juntos, cerca de la lumbre, expectantes, ansiosos. De pronto, uno de ellos, el cazador, comienza a relatar, y cuenta la cacería. Muestra sus heridas, aún frescas, en brazos y piernas. Los demás lo miran, lo admiran, pendientes de la proeza que les dará el sustento. Viven, sufren, vibran con él en las correrías, en la emboscada del animal, hasta el enfrentamiento final, cuando el cazador, habiendo debilitado al animal, desangrándolo, haciéndolo correr, lo enfrenta, en el combate definitivo.<br />
<br />
<span style="font-family:'berkshire swash',cursive;font-size:33px;">La fiera</span> embiste. El hombre la espera a pie firme, resiste el salvaje choque, y con sus fuertes brazos rodea los cuernos del animal. El hombre es elevado por los aires, pero no suelta a su presa. Carga todo el peso de su cuerpo a un costado, hasta hacer doblar la cerviz de la bestia. Ésta bufa, resopla, trata de enderezar su cabeza dominada por ese peso inesperado, pero se le doblan las rodillas y... no puede. Cae. El hombre ha triunfado.<br />
<br />
<span style="font-family:'berkshire swash',cursive;font-size:33px;">Su auditorio</span> —mujeres, niños, los otros hombres— escuchan entusiasmados el combate. No han perdido ni un detalle. Ni una imagen. Algunos de ellos, quizás los con más imaginación, hasta escucharon los bufidos de la bestia y los gritos del hombre.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ1EDulbPCLhkTpknOmqLFvhA6PknWIabXUO1-d5HAYBdIweKufbQ0ohcUK0K6-ebwSVhbHTwQPKovfe4jrDv3AbjCR26mngp3XJvpmDFsP87HI06x_Uz_xim8XqubCyzsab2HQjGvZ0s/s1600/fogata-by-jazella1930366-pixabay.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ1EDulbPCLhkTpknOmqLFvhA6PknWIabXUO1-d5HAYBdIweKufbQ0ohcUK0K6-ebwSVhbHTwQPKovfe4jrDv3AbjCR26mngp3XJvpmDFsP87HI06x_Uz_xim8XqubCyzsab2HQjGvZ0s/s400/fogata-by-jazella1930366-pixabay.png" width="400" height="319" data-original-width="766" data-original-height="611" /></a></div><center>El primer cuento ha sido contado.<br />
Allá lejos, en una cueva perdida en el tiempo,<br />
miles de años atrás...</center><br />
<div style="font-family:'berkshire swash',cursive;font-size:33px;text-align:center;">Fin</div></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-80693102346925239782019-03-21T05:36:00.000-03:002019-03-21T05:56:03.290-03:00El Trazador Tramposo<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Gudor Ben Jusá · Adaptación de Svanhildr MacLeod<br />
<br />
<img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOuSx0YhSvQR7_waz2kUTUWn7WTQwIBwNF-uiQfzOa9UNXVBEgfDOdHHzA_2s_Gm6qJ-M4TqN9nHLXvjVL5mZUDElIwCig6VMboQk8olX7oSZAjmK9-PfYxpGwxIisV9tvn3Vp_7k9fV8/s1600/gudor-ben-jusa.png" /></div>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">En tiempos</span> del Antiguo Egipto (cuando aun reinaba el faraón "Keops" de la IV Dinastía) una pequeña aldea, en las cercanías de Menfís, se había inundado debido a la crecida del río Nilo. Sus habitantes —la mayoría granjeros— abandonaron sus casas y parcelas, y para cuando el río se retiró, volvieron a la aldea a reconstruir lo que las aguas se había llevado.<br />
<br />
Un granjero —casado y con dos hijos— se dirigió hacia el trazador: el hombre enviado por el Municipio para demarcar las parcelas, en base a las medidas conservadas en el plano original de la aldea.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡No te vayas a equivocar con el tamaño de mi parcela! —le exigió con firmeza.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El terreno</span> del reclamante había sido pentagonal, lo que significa que su nueva parcela debía tener también cinco lados; cada uno de un largo diferente y bien estipulado en los registros.<br />
<br />
Para cuando el trazador marcó los vértices sobre la arena, el granjero tuvo la sensación de que su nueva propiedad era más pequeña, y así se lo hizo notar. El trazador volvió entonces a calcular el perímetro, usando pasos de camello para contar las distancias, y marcando líneas rectas con un palo en la arena. Así terminó uniendo los mismos vértices demarcados, indicándole al granjero de que efectivamente cada lado medía lo mismo que las longitudes registradas en el plano.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Como has podido comprobar; todo está en orden —le afirmó el trazador, sonriendo con malicia.<br />
— Conforme —respondió el granjero— cercaré mi parcela, entonces.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El trazador</span> se despidió con una reverencia irónica y se marchó a medir la siguiente parcela. En tanto, el granjero se puso a trabajar en su nuevo cerco, y para cuando llegó la noche el vallado estaba casi listo, así que se fue a dormir.<br />
<br />
A la mañana siguiente el granjero se levantó temprano a terminar su labor, pero al salir de su choza improvisada, se puso a apreciar su parcela, reviviendo la sensación de que algo de espacio faltaba.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No sé —le dijo a su esposa— nuestra propiedad sigue pareciéndome más pequeña que antes de la inundación.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">La esposa</span>, entonces, tomó cinco varillas —de esos juncos que crecen junto al río— y las cortó a medidas escaladas con las dimensiones de su parcela. Luego las dispuso sobre la arena, simulando el contorno del terreno.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Mira! —le dijo a su esposo— Si bien nuestra parcela tiene cinco lados, eso no significa que mida lo mismo que antes.<br />
— ¡Pero si cada lado se midió según los registros! —le indicó el esposo.<br />
— Así es —le respondió la mujer, de mente más ágil que el marido— la parcela tiene las mismas cinco medidas de antes, pero ya no está rodeada por un círculo perfecto.</blockquote>
Dicho esto, trazó una elipse alrededor de las 5 varillas, haciéndole notar que con las mismas dimensiones de los lados, se podían construir pentágonos con áreas diferentes.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡El trazador nos ha timado! —exclamó el granjero, molesto por haber caído en la trampa.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Así</span>, el granjero y su esposa fueron al Municipio a reclamar por los metros perdidos. Grande fue la sorpresa de los esposos al enterarse de que en los planos sólo figuraba constancia de las longitudes de los lados de las parcelas, mas no de sus ángulos interiores: dato al que apenas se le daba alguna importancia al momento de trazar y cercar los terrenos.<br />
<br />
Como el trabajo ya se había hecho y el granjero lo había aceptado en su momento, no le permitieron exigir una revisión, pues implicaba también modificar otras varias parcelas cuyos dueños estaban "conformes".<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Entonces</span> la mujer del granjero se puso a pensar en una forma para que —en caso de una nueva inundación— el trazador no pudiera volver a robarles terreno. Y se dio cuenta de que las únicas parcelas imposibles de alterar eran las que tenían un contorno triangular, ya que por muy diferentes que sean sus lados, siempre tendrán la misma área y los mismos ángulos interiores a la hora de reproducir sus longitudes originales.<br />
<br />
Con esa idea en mente, los esposos subdividieron su terreno pentagonal en tres parcelas, para lo cual trazaron dos nuevos cercos interiores dentro del recinto, partiendo desde un mismo vértice hacia otros dos vértices en el lado opuesto a ese vértice. Posteriormente fueron al Municipio y registraron la parcela central triangular para ellos —como matrimonio— y las otras dos parcelas triangulares adyacentes restantes a nombre de cada uno de sus dos hijos, respectivamente.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Los vecinos</span> de la aldea, al darse cuenta de lo que había pasado con la parcela del granjero, comenzaron a imitar el recurso, recurriendo al Municipio para subdividir sus parcelas en triángulos imposibles de alterar, puesto que la mayoría tenía terrenos pentagonales y trapezoidales. Fue así como finalmente exigieron a los trazadores municipales que registraran también los ángulos interiores de las parcelas, para que nunca más alguien se quede sin su pedazo.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Desde</span> entonces, la división en triángulos —o triangulación— se ha aplicado en la confección de planos, siendo utilizada hasta nuestros días por nuestros modernos topógrafos.<br />
<br />
<div style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: center;">
Fin</div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-30020807842730660902019-03-18T01:31:00.001-03:002019-03-18T01:45:11.949-03:00Gazapito quiere comer Torta<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Marta Brunet</div>
<br />
<center>
<img border="0" data-original-height="264" data-original-width="252" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhctZbu50QjwF4yn2ORqpRSxT8_EkQ6DObUisBpEqNenKGKbjm28r2dd9g6pAqUsAG81bgXnpNLUGDzISaa-nbksJ9pCEduFvAdhLRHdhJava4CvtsunU2BZufHszk1IubmTm1gRkmH_a4/s1600/gazapito-quiere-comer-torta.png" /></center>
<span style="font-family: "berkshire swash"; font-size: 33px;">Resulta</span> que una vez había un conejito blanco llamado Gazapito. Y resulta que era muy goloso y siempre estaba robándole a su mamá —Largas Orejas— zanahorias y betarragas, que para los gazapos es algo tan exquisito como los chocolates y los caramelos para los "niñitos del hombre". Y aparte de los castigos que mamá Largas Orejas le imponía al descubrir sus merodeos por la despensa, sufría Gazapito unos tremendos dolores de estómago, tan tremendos que a veces requerían la intervención de doña Rata Sabia Yerbatera.<br />
<br />
Y como a pesar de los castigos y de los dolores no escarmentaba, pues resultó que al fin enfermó gravemente y hubo que ponerlo a régimen estricto de yuyitos tiernos y agüita de boldo. Bueno...<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash"; font-size: 33px;">Resulta</span> que una tarde estaba muy triste Gazapito pensando en lo amarga que era la existencia sin un poquito de zanahoria o de betarraga que la endulzara, y dando suspiros y más suspiros se quedó medio dormido debajo de una gran col, en la huerta de don Pedro Pérez, que lindaba con el bosque. Y a poco despabilóse muy asustado, oyendo cercanas voces de niños.<br />
<br />
Una de las voces decía:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Qué torta más rica! Es de pura almendra... Y tiene huevo mol...</blockquote>
Gazapito sabía que las tortas eran dulces, condimentadas con azúcar que, según doña Rata del Campo, era lo más delicioso en la despensa del "señor hombre". Y al pobre goloso de Gazapito se le hacía la boca agua al ver que los niños de don Pedro Pérez daban grandes mascadas a unas tortas redondas y blancas. Porque Gazapito, al oír hablar de comida y de dulce, había separado un poco las hojas de la col y asomaba un ojo curioso de mirarlo todo.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash"; font-size: 33px;">Entonces</span> a Gazapito le dio verdadero antojo por comer torta redonda y blanca, con almendra y huevo mol. Y tan preocupado se quedó que esa noche no pudo dormir, y en su inquietud daba vueltas y más vueltas en su cama de suave musgo, y al fin, pasito, salió de la cueva en que vivía con mamá Largas Orejas y sus hermanos Gazapillo y Gazapeta.<br />
<br />
En cuanto a papá —Ojo Colorado— había muerto en un accidente de caza (no había que hablar de esto delante de mamá Largas Orejas, porque le daban ataques de pena y agitaba las manitas desesperadamente, lo mismo que si tocara el tambor).<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash"; font-size: 33px;">Resulta</span> que Gazapito se internó esa noche en el bosque, moviendo las orejas a cada ruido que le traía el Viento, arriscando la naricilla, desazonado por cada olor desconocido, representándosele en cada cosa aquella torta blanca y redonda con almendra y huevo mol...<br />
<br />
Y en esto... ¡Oh!..., sorpresa, Gazapito vio ante sus ojos, en el fondo de un hoyo al cual se asomara por casualidad, pues nada menos que una torta blanca y redonda, que tenía que ser de almendra con huevo mol y todo. Y dando un brinco...<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
¡Zas! ¡Brrr!</div>
<br />
Gazapito cayó al fondo del hoyo, justamente sobre la torta redonda y blanca.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash"; font-size: 33px;">Y resulta</span> que como el hoyo era mucho más profundo que lo que imaginara, ese "¡Brrr!" que tú ves, lo dio Gazapito de susto. Pero lo lamentable fue que al hacer "¡Zas!" se percató de que con la impresión le había pasado una cosa terrible, que no se puede contar, pero que lo obligaba a levantarse en la punta de las patitas para no mojar la bata de piel blanca que llevaba puesta.<br />
<br />
Y todo acongojado, sin acordarse más de la torta, ni de las almendras, ni del huevo mol, se echó a llorar a toda boca, como el conejito chiquitito que era. Además, el hoyo estaba muy oscuro y el miedo aumentaba sus sollozos.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash"; font-size: 33px;">Andaba</span> por allí, volando, en el bosque y cerca del hoyo, una mariposa llamada Falena, que al oír a Gazapito preguntó asomándose al boquetón negro:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Quién llora?<br />
— Yo. Gazapito, que me caí por casualidad..., de puro distraído...<br />
— No es verdad — dijo misiá Rana Vieja, que todo lo sabía y era muy chismosa—; se cayó porque el tonto quería comer torta... La torta que vio en el fondo del hoyo...<br />
— ¡Cállese, la acusete! —dijo el señor Grillo, que no porque hablara dejó de darle cuerda a su reloj.<br />
— ¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo! —decía entre tanto Gazapito.<br />
— Voy a avisarle a tu mamá. ¿Dónde vives? —preguntó Falena.<br />
— No, no. No hay que decirle nada a mamá, que me castigará por haber salido sin su permiso —contestó entre sollozos Gazapito.<br />
— Avísele, avísele —gritó misiá Rana Vieja—, para que le den su merecido por meterse en casa ajena. Para que le den sus buenos coscorrones...<br />
— No, por favor, no le digan nada... Pero sáquenme de aquí... ¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo!</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash"; font-size: 33px;">Entonces</span> Falena —que es muy buena a pesar de cierto atolondramiento que se le reconoce— fue a avisar a las señoritas Luciérnagas, para que vinieran a iluminar el hoyo y pudiera Gazapito salir fácilmente. Estas señoritas Luciérnagas son bailarinas de oficio y están siempre dando representaciones nocturnas al aire libre, vestidas con coseletes de azabache y luciendo sus lindos ojos de luz celeste. Y como también son muy serviciales, vinieron en seguida e iluminaron el hoyo formando guirnaldas y ruedas y estrellas de cinco puntas, todo ello con esos ojos lindos de luz celeste que ya te dije que ellas tienen.<br />
<br />
Le dio entonces a Gazapito una vergüenza enorme, ya que todas se iban a enterar de lo que le había pasado y que, tú sabes, eso que lo obligaba a ponerse de puntillas para no mojar la bata de piel blanca. Pues bien resulta que al ver con claridad lo que había en el hoyo, se dio cuenta Gazapito de que era aquello una poza, vivienda de misiá Rana Vieja, y de ahí sus protestas. Y que lo que creyera una torta no era otra cosa que la señora Luna Llena reflejada en el agua, y que esta agua en que se empinaba no era eso terrible que él creyó que le había pasado con el susto al caerse...<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash"; font-size: 33px;">Ya con</span> más bríos y sin ninguna vergüenza, Gazapito se dispuso a salir del hoyo, pero no alcanzaba a saltar hasta afuera. Entonces pasó una cosa maravillosa, que te sorprenderá: pues nada menos que las raíces de un gran Sauce Llorón que por allí asomaban, se fueron moviendo lentamente hasta tomarse de la mano unas con otras, formando una escalera, por donde ágil y retozón subió Gazapito.<br />
<br />
Y resulta que al poner éste pie afuera, Falena se posó en su mejilla, con la intención tal vez de darle un beso, pero el caso fue que Gazapito sintió un cosquilleo en la nariz, dando un estornudo formidable:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Achís!</blockquote>
Y entonces despertó lleno de sobresalto —con la noche encima, y una gran estrella dorada mirándolo atentamente—, debajo de la col donde se había dormido. ¡Porque todo esto no había sido otra cosa que un sueño!<br />
<br />
<div style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: center;">
Fin</div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-69900893529075252862019-03-14T06:45:00.002-03:002020-08-26T19:38:12.135-04:00Hansel, Gretel y el Fantasma<div dir="ltr" trbidi="on"><div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">Crossover de Ethan J. Connery<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg15ij0ApGmmWg5ezOx9yfplIt6w_VAWfPI5U_uMXiEPH38c987jRoq5gD8nOlmxDT4_QjxkCOVbx_4BoRYL1wS_tiR5TjeDuvGcxsbREdz2MijQwkH2F0xblDiF_Vjglb85uWIpLigudQ/s1600/hansel-gretel-fantasma.png" imageanchor="1" ><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg15ij0ApGmmWg5ezOx9yfplIt6w_VAWfPI5U_uMXiEPH38c987jRoq5gD8nOlmxDT4_QjxkCOVbx_4BoRYL1wS_tiR5TjeDuvGcxsbREdz2MijQwkH2F0xblDiF_Vjglb85uWIpLigudQ/s320/hansel-gretel-fantasma.png" width="320" height="302" data-original-width="766" data-original-height="723" /></a></div><div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">Muñecos de Rose Art Studios</div><br />
<div style="font-family:'berkshire swash', cursive;font-size:33px;text-align:center;">Parte 1</div><span style="font-family:'berkshire swash', cursive;font-size:33px;">Todo</span> comenzó unos 9 años después de la aventura original: Hansel y Gretel habían crecido, y como buenos hijos, ayudaban a su padre en las labores de la casa. Un día de primavera estaban ordenando la bodega cuando el padre de los adolescentes encontró un viejo cofrecito de hierro.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Vaya! —exclamó— ¿Qué tenemos aquí?</blockquote>El hombre intentó abrir el cofre, pero sus intentos fueron infructuosos. Como no recordara poseer tal artilugio, llamó a sus hijos para dilucidar el misterio de la caja y su contenido.<br />
<blockquote class="tr_bq">— Hansel, Gretel... ¿De dónde ha venido este cofre?<br />
— ¿Es una adivinanza? —preguntó Hansel.<br />
— ¿O un nuevo cuento? —complementó Gretel.<br />
— No, chicos —respondió su padre— Me refería a que si acaso tenéis alguna idea de cómo ha llegado a parar este pequeño cofre a nuestra bodega.<br />
— ¡Aaaah! —exclamaron— Pues no —admitieron.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Desconcertado</span>, el hombre agitó la pequeña caja junto a su oído, procurando no forzarla para no dañar su contenido, ya pudiera ser valioso.<br />
<blockquote class="tr_bq">— No suena nada —observó— ¿Será que está vacío?<br />
— ¡Seguro contiene algo! —curioseó Hansel.<br />
— ¿Quizá haya sido de mamá? —propuso Gretel.</blockquote>Esas últimas palabras tocaron el corazón de todos, que le tomaron aprecio a la caja, hasta que Hansel dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">— Pero... ¿Y si hubiera sido de nuestra madrastra?</blockquote>La idea no gustó a nadie y el cofre ya no era tan estimado, hasta que Gretel observó:<br />
<blockquote class="tr_bq">— O peor... ¡Podría haber sido de la bruja del bosque!</blockquote>La nueva sugerencia puso a todos helados de espanto. Tanto así que al padre de los chicos se le resbaló el cofre, dejándolo caer.<blockquote class="tr_bq">— ¡Cuidado! —exclamaron Hansel y Gretel.</blockquote><div style="text-align:center;margin-bottom:18px;">¡¡Slamdunk!!</div>Impactó pesadamente la caja.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Corran niños! —gritó el padre.<br />
— ¡Guaaaa! —gritaron todos, huyendo hacia el bosque y con los brazos en alto.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">La familia</span> vigiló la bodega desde lejos durante varios minutos, pero como éstos pasaran y no se oyeran ruidos, supusieron que el cofre era inofensivo. Regresaron con cautela y comprobaron que todo seguía tan desordenado como cuando salieron.<br />
<blockquote class="tr_bq">— Parece que todo está bien, después de todo —dijo el padre, y ordenó— Hansel: lleva el cofre a casa del cerrajero para que lo abra y entonces conoceremos su contenido. Si acaso hay algo de valor en su interior decidiremos si vale la pena conservarlo o venderlo.<br />
— ¿Yo? Pero... ¿Porqué yo? —preguntó Hansel, que siempre había sido muy servicial, pero consideraba que el asunto del cofre era algo fuera de lo habitual.<br />
— Eres mayor que tu hermana —le dijo su papá.<br />
— ¡Vale! Pero tú eres mayor que yo —observó Hansel, y agregó— Además, no hay evidencia que asegure que la caja no perteneció a la bruja espanta-niños.<br />
— Ya, pero sólo esta mañana me pediste que no te tratara como niño, porque ya te sentías mayor...</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El adolescente</span> se llevó la mano a la cara.<br />
<blockquote class="tr_bq">— Yo llevaré el cofre al cerrajero —afirmó Gretel— que había llegado a conocer a la bruja "un poco más" que Hansel.</blockquote>El padre de los chicos palideció.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡No... tu eres mi niña, mi linda hija Gretel!<br />
— Papá, los tiempos han cambiado: las chicas también podemos hacer el "trabajo sucio", y a esta edad ya no le temo a las brujas —reclamó Gretel.<br />
— ¡Un momento! —refutó Hansel, que había ganado valor con la conversación— Lo lógico es que lo lleve yo: soy mayor que Gretel.<br />
— De ninguna manera —argumentó Gretel— ¡Las chicas somos tan valientes como los chicos!<br />
— Niños, niños... no es competencia —reafirmó su autoridad el papá— Yo soy vuestro padre y es mi deber protegerlos: me haré cargo del cofre.<br />
— Está bien, papá —acataron los hijos.<br />
— ¿Y porqué mejor no llevo yo misma mi cofre a casa del cerrajero? —propuso el fantasma de la bruja, que había seguido atentamente la conversación °-°</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Un escalofrío</span> recorrió las espaldas de nuestros protagonistas, quienes —calados de pavor hasta los huesos— reconocieron al espíritu de la bruja, parada detrás de ellos.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡¡Guaaaaa!!</blockquote>El griterío debió escucharse desde lejos, pues la familia corrió por sus vidas, buscando protección en la espesura del bosque.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Guajajajaja! —rió el fantasma de la bruja— Que bueno que os quedasteis con mis tesoros, porque habéis liberado mi espíritu de la prisión al dejar caer tan estrepitosamente ese cofre, que para que lo sepáis: era una puerta al inframundo. ¡Y vosotros acabáis de romper el sello! Y aunque ahora estoy debilitada pronto me recuperaré, y estaré penando en vuestra casa... ¡Guajajajaja!</blockquote>Desde lejos, la familia respondió:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Esperpento, no te tememos! —le gritó Hansel, arribado a un árbol.<br />
— ¡Bruja fea y sinvergüenza, recuerda quién te echó al horno! —le gritó Gretel, tras una roca.<br />
— ¡Al cabo que nos íbamos a cambiar de casa! —le gritó el papá de los chicos, que en el repentino escape se había empapado en un charco de lodo.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El fantasma</span> de la bruja sólo reía de las afrentas, imaginando una pronta venganza. La familia se reunió en el bosque:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Y ahora qué haremos, papá! —exclamó Gretel.<br />
— ¡No podemos dejar que la bruja se apodere de la casa! —lamentó Hansel.<br />
— ¡Tranquilos, niños! —les infundió valor el papá— Ya la haremos salir de una u otra forma.</blockquote>La aparición salió de la bodega y empezó a rondar los alrededores de la casa, buscando una forma de incrementar su poder. La familia tomó, entonces, la decisión unánime de buscar apoyo en el pueblo más cercano —al otro lado del bosque—, y antes de que el espíritu del inframundo se recuperara por completo, partieron de camino; llevando una bolsa con emparedados y botellas de leche para el largo trayecto que les esperaba.<br />
<br />
<center><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp6u8nvjqCePxVm6HoYUcUIJ-FP3Lp1MvZrAJOwW-B9EGNrN5QjvLZIpqD8fADWBSCrbiEx2G973QzioQJ-p6PWATH6FsRKZI89OlFlkR34gqa30JsGN_Z97bsUXoBD9kuPsOy_6BQE-E/s1600/chapterendgrey.png" /></center><br />
<div style="font-family:'berkshire swash', cursive;font-size:33px;text-align:center;">Parte 2</div><span style="font-family:'berkshire swash', cursive;font-size:33px;">Era</span> Julio de 1994 y el cometa Shoemaker-Levy 9 impactaba al planeta Júpiter, formando una serie de destellos anillados que perdurarían durante horas en la superficie de aquel mundo gaseoso. Los astrónomos estaban fascinados.<br />
<br />
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqXSjpLaCISlKBAGdS2B_SQfAICLPlk49Y0lgNbyHJ4W_3O693edYHnOjJxDhEVnzjMXoKYCFRKjqBghNn67lOnepODTqzgbFHlD1OfxzlMqvXA6I_2EneoMxwuA_Kyu_3416kGjIzpxU/s1600/shoemaker-levi-9-jpl-artwork.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img class="zoom" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqXSjpLaCISlKBAGdS2B_SQfAICLPlk49Y0lgNbyHJ4W_3O693edYHnOjJxDhEVnzjMXoKYCFRKjqBghNn67lOnepODTqzgbFHlD1OfxzlMqvXA6I_2EneoMxwuA_Kyu_3416kGjIzpxU/s320/shoemaker-levi-9-jpl-artwork.jpg" /></a></center><blockquote class="tr_bq">— ¡Guau! —exclamó Yar Ztnats— ¡Las composiciones creadas por la Sección de Diseño de Misiones del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA, usando cálculos orbitales de la Sección de Navegación, son sencillamente espectaculares!<br />
— Es verdad, aunque esto del espacio está un poco fuera de nuestra "jurisdicción" —espetó Retep Namkcnev.</blockquote>El Dr. Namkcnev, junto a su equipo de científicos, habían sido invitados de honor para presenciar el evento astronómico en las dependencias de la NASA.<br />
<blockquote class="tr_bq">— No deja de ser un fenómeno fascinante —analizó otro colega, el Dr. Noge Relgneps.<br />
— Lo que aún no entiendo es porqué las credenciales que nos dieron están escritas al revés —observó el 4º integrante: el especialista Notsniw Eromeddez.<br />
— Carl Sagan me dijo que fue error del diseñador gráfico —le explicó Noge.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Finalizado</span> el evento y las tertulias, el grupo dejó las dependencias de la NASA para regresar a sus labores habituales, al interior de un enigmático edificio del casco antiguo de la ciudad de Nueva York. La secretaria, Eninaj, les tenía un nuevo trabajo:<br />
<blockquote class="tr_bq">— Mientras ustedes veían la Luna, un cliente llamó a la central.<br />
— No era la Luna: era un Supercometa estrellándose en un Superplaneta.<br />
— Lo que sea. El cliente pedía ayuda urgente debido a extraños incidentes en su fábrica de chocolates.<br />
— ¡Iremos de inmediato! °-°</blockquote><div style="margin-bottom:18px;">Los expertos se quitaron sus corbatas y cambiaron sus elegantes trajes por una sofisticada indumentaria de fumigación. Abordaron su vehículo para emergencias, y haciendo sonar la sirena, salieron disparados hacia la dirección proporcionada por la atractiva Eninaj. Llegados a la fábrica, comprobaron que estaba deshabitada, pues habían evacuado a todo el personal.</div><span style="font-family:'berkshire swash',cursive;font-size:33px;">Los expertos</span> activaron sus instrumentos:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¿Hay alguna señal? —preguntó Notsniw.<br />
— Aparte de nuestra verde y nauseabunda mascota: tenemos actividad espectral tipo 10.<br />
— Una fábrica de chocolates... ¡Menudo lugar para una actividad espectral tipo 10!</blockquote>Un ruido a sus espaldas llamó la atención de Notsniw, quien con su "fumigador" disparó accidentalmente un rayo de energía hacia un contenedor de acero inoxidable: el contenido explotó en un achocolatado tsunami de dulzura que escurrió en dirección del grupo, manchando a los expertos. Un mapache se escabulló por un tubo que daba al exterior.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Lo siento, chicos! —se disculpó— Creo que hoy no es mi día.</blockquote><div style="margin-bottom:18px;">Estaba por ser elogiado cuando inesperadamente se apareció en medio del grupo la actividad espectral tipo 10. Los expertos saltaron ante la impresión, pero inmediatamente activaron cada uno sus fumigadores, lanzando ingentes rayos de energía que fueron a parar a diferentes maquinarias de la fábrica, dejando literalmente "la crema".</div><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">La mascota</span> del equipo aprovechó de ingerir la mayor cantidad de chocolate posible. No obstante —antes de que la fábrica quedara inutilizable— el Dr. Namkcnev lanzó una caja conectada a un largo cable, debajo de la actividad espectral, que yacía apresada entre los rayos. Presionó un botón rojo que terminó activando la trampa: finalmente el fantasma estaba atrapado en el contenedor.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Bien hecho, Noge!<br />
— Otro trabajo bien terminado para los "Samsatnafazac".<br />
— Déjalo ya, Egon: olvida las credenciales.<br />
— Lo siento... Otro trabajo bien terminado para los Cazafantasmas.<br />
— ¡¡Siiii!! —exclamaron todos.</blockquote><div style="margin-bottom:18px;">Los Auténticos Cazafantasmas volvían a usar sus nombres.</div><center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8ZLV-7Sz4cNDviEVME1cZL7J1EU4GVSv8IkBD2xKnww4heiWnNbcVOAt-ZJ0FUyzz7BFaMg1bMp0iwANxaA7S5O1wE8xsGwWKpbMjbrWQ71gMbRHW5WMG5Yi6s8SP9fq0X6EieedIhUI/s1600/autenticos-cazafantasmas.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;padding-right:30px;"><img class="zoom" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8ZLV-7Sz4cNDviEVME1cZL7J1EU4GVSv8IkBD2xKnww4heiWnNbcVOAt-ZJ0FUyzz7BFaMg1bMp0iwANxaA7S5O1wE8xsGwWKpbMjbrWQ71gMbRHW5WMG5Yi6s8SP9fq0X6EieedIhUI/s320/autenticos-cazafantasmas.png" width="320" height="273" data-original-width="766" data-original-height="654" /></a></center><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Inesperadamente</span> la trampa que contenía al recién atrapado fantasma comenzó a agitarse con fuerza, hasta que logró soltarse de la mano de Egon Spengler, liberando al espectro tipo 10.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Recórcholis, muchachos! —exclamó Peter Venckman— ¡Es más fuerte de lo que suponemos: cuidado con él!<br />
— ¡No puede ser! —gritó Ray Stantz.<br />
— ¡Maldición! —profirió Winston Zeddemore.</blockquote>El fantasma les enfrentó:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Un momento, Cazafantasmas! —les dijo— He venido en son de paz.<br />
— ¿Acaso hablas? ¿Pretendes aparentar ser amable?<br />
— Si y no —dijo el fantasma— Verán: estoy aquí con una misión.<br />
— Claro, todos dicen lo mismo. ¡No te creemos!</blockquote>Egon Interrumpió:<br />
<blockquote class="tr_bq">— Un momento, Peter, el indicador muestra energía benigna; es como un detector de mentiras que está diciéndonos que la actividad espectral tipo 10 nos está diciendo la verdad. Me parece que deberíamos escucharlo.<br />
— Está bien —Peter se dirigió al espectro— ¡Pero sólo porque lo pide Egon! Dinos... ¿Qué misión es esa? Y te advierto que si tramas algo te aniquilaremos con nuestros rayos de protones.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El espíritu</span> se apresuró a contestar, después de todo, la fama de los Cazafantasmas había trascendido las barreras del tiempo y el espacio.<br />
<blockquote class="tr_bq">— Veran señores —comenzó a explicar amablemente la aparición— Yo soy el "espíritu de la Navidad futura"... de hecho, ya nos conocemos: ustedes me atraparon una vez y luego me liberaron, y esta es la segunda vez que lo hacen.<br />
— ¡Ah, ya veo, eras tú! Perdónanos: no nos acordábamos... puedes irte cuando quieras. —le respondió Peter, recordando que hablaba con un espectro de los buenos.<br />
— Gracias. Me alegra que me recuerden. Aún así no puedo irme sin antes explicarles que me han enviado por ustedes.<br />
— ¿Por nosotros? ¿Quién?<br />
— Verán señores: ¿Alguna vez han oído hablar de Hansel y Gretel?<br />
— Si, claro... es un cuento clásico. A todos nos han contado la historia cuando niños. —dijo Peter.<br />
— De hecho, leí el cuento la semana pasada en CuentosClasicos.org —reconoció Ray.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El fantasma</span> de la Navidad futura asintió sonriendo, y prosiguió:<br />
<blockquote class="tr_bq">— Bien. Lo que ocurre es que ese cuento está basado en una historia de la vida real.<br />
— ¿Quieres decir que Hansel y Gretel de verdad existieron?<br />
— Así es, pero la leyenda que todos conocemos ha sufrido un vuelco: la bruja ha regresado en forma de espíritu y está recuperando su poder. Ya se hizo con el control de la casa de los niños, y el padre de éstos ha pedido ayuda al Alcalde del pueblo para expulsar a la "ocupa", pero como se trata de un caso paranormal el Municipio les envió a consultar al mago Merlín, pero el hechicero ya tenía demasiado trabajo luchando con Morgana, así que le "tiró la pelota" a Santa Claus y éste último me contactó para saber cómo lidiar con el problema... y claro: me acordé de ustedes.<br />
— ¡Vaya Odisea! —exclamó Peter Venckman— Pero estás hablando de algo que sucedió hace mucho... ¿Cómo se supone que podamos ayudar?<br />
— No hay problema: recuerden que soy el fantasma de la Navidad futura y tengo el poder de viajar en el tiempo. Puedo regresar al pasado y llevarles conmigo.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Los Auténticos</span> cazafantasmas se reunieron en círculo para resolver:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Bien, muchachos! Este caso sí es un trabajo a nuestra medida profesional.<br />
— ¡Viajar por el tiempo suena cool!<br />
— Estoy de acuerdo, además Hansel y Gretel son de los buenos.<br />
— Merecen todo nuestro apoyo.<br />
— También sería bueno para el currículum.<br />
— ¡Está decidido!</blockquote>Peter Venckman se dirigió al fantasma de la Navidad futura:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Aceptamos el encargo!<br />
— Muy bien —dijo la aparición— entonces les trasladaré al siglo XV.<br />
— ¡Un momento, fantasma! Antes de que partamos debes saber que podríamos necesitar de todos nuestros recursos...</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">En tanto</span> esa conversación se daba en la Nueva York de 1994, en el siglo XV los niños y su padre habían llegado al pueblo a pedir auxilio al Alcalde, quien les envió a una choza en el bosque encantado para consultar con el mago Merlín, y éste —que padecía exceso de trabajo— usó una bola de cristal para comunicarse con Papá Noel (en el Polo Norte), quien a su vez invocó al espíritu de la Navidad futura pidiéndole consejo, y claro: éste se acordó que en el futuro existían los Cazafantasmas, dedicados al negocio de atrapar y almacenar fantasmas.<br />
<br />
<center><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp6u8nvjqCePxVm6HoYUcUIJ-FP3Lp1MvZrAJOwW-B9EGNrN5QjvLZIpqD8fADWBSCrbiEx2G973QzioQJ-p6PWATH6FsRKZI89OlFlkR34gqa30JsGN_Z97bsUXoBD9kuPsOy_6BQE-E/s1600/chapterendgrey.png" /></center><br />
<div style="font-family:'berkshire swash', cursive;font-size:33px;text-align:center;">Parte Final</div><span style="font-family:'berkshire swash', cursive;font-size:33px;">El espítiru</span><span style="text-align: left;"> de la bruja se había hecho tan poderoso que además de la bodega y la casa, toda la parcela y parte del bosque estaban bajo su influjo de poder. El Ecto-1 arribó al pequeño pueblo del siglo XV a través de un "vortex" inter-temporal.</span><br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Uuu uuu uuu! —Sonaba la sirena del carro.</blockquote>Las gentes del pueblo huían despavoridas ya que nunca antes habían visto un automóvil, que era —por lo demás— ruidoso.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Con vuestro permiso, amables pobladores! —exclamaba Peter Venckman a través de la ventana— ¡Estamos en misión especial!<br />
— ¡Santos protones! Juraría que estuvimos a punto de chocar con un DeLorean volador que viajaba en sentido contrario por ese vortex —aseguró el Dr. Spengler.<br />
— ¡Naaaah! —respondieron al unísono sus compañeros.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El Ecto-1</span> esquivó hábilmente una carreta llena de heno, en su loco recorrido hacia el bosque por el que vivían Hansel y Gretel. Temerosas, curiosas y fascinadas, las gentes del pueblo les siguieron, pues el mago Merlín les había avisado que hechiceros poderosos, de tierras lejanas, llegarían al pueblo aquella tarde.<br />
<div style="margin-top:20px;">Atraídos por el escándalo de la bruja, otra muchedumbre se había aglomerado alrededor de la parcela cuando el Ecto-1 llegó a escena. La sirena se detuvo y Los Auténticos Cazafantasmas descendieron del vehículo, seguidos del fantasma de la Navidad futura, el mago Merlín, Santa Claus, Hansel, Gretel, el padre de dichos adolescentes... y Pegajoso.</div><blockquote class="tr_bq">— ¡Ningún hechicero me detendrá! —gritó el poderoso espíritu de la bruja, lanzando un rayo hacia los recién llegados. Merlín lo detuvo en el acto.<br />
— ¡No soy yo de quien debas cuidarte, bruja! —le respondió el mago.<br />
— Okey, chicos... ¡Es hora de mostrarle al siglo XV lo que puede hacer el buen Rock & Roll de los '80s! —exclamó Peter Venkman.<br />
— Pero si acabamos de llegar de los '90s —observó Winston Zeddemore.<br />
— ¿Y eso qué? ¡Lo clásico nunca pasa de moda!</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Pegajoso</span> extrajo un enorme Stereo que había llevado oculto en su ecto-estómago y apretó un botón. El tema musical de los Cazafantasmas comenzó a tocar en el preciso momento en que los rayos de protones se alzaron al cielo, colisionando con el campo de fuerza que mantenía el espíritu de la bruja. Las explosiones de energía contrapuestas fueron espectaculares. Los habitantes del siglo XV desconcertados ante la tecnología ochentosa gritaban entusiasmados...<br />
<br />
<center><a href="https://www.youtube.com/watch?v=oL8hvlYOrik" target="_blank"><img class="zoom" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipY_uq3e2VwueBFovFM20Rr2LLusKySnsSlsR5PwjS3ACsuJrpgU2L76RfC1gttbvUm4bk6OFKHLIY7pGcCjkgbZntimHiXwqA1IiIszlhCR34FCnPBQBiquVFGOo9Xblk-oRh8cMy-uA/s1600/awesome-mix-vol.1-ghostbusters.png" data-original-width="322" data-original-height="204" /></a></center><blockquote class="tr_bq">— ¡¡Pero qué clase de magia tan poderosa es ésta!! —gemía la bruja.<br />
— No es magia: es energía de punto espectral de protones "alfa" conducida por un campo magnético de positrones ionizados de frecuencia elevada —respondió Egon Spengler.<br />
— ¡Atrapemos a esa bruja espanta-niños! —propueso Ray.<br />
— ¡A por ella, chicos! —exclamó Winston.<br />
— Hansel y Gretel... ¡Es ahora o nunca! —gritó Peter Venckman.</blockquote>Aprovechando un agujero en el campo de fuerza mágica, Hansel lanzó la trampa caza-espectros hacia el centro del recinto. Un largo cable conectaba el artefacto con un botón rojo a los píes de Gretel, quien de un pisotón accionó la trampa, proyectando un haz de luz amarilla hacia el cielo. La caja comenzó a tragarse al espíritu de la bruja, quién se resistía a ser absorbida.<br />
<blockquote class="tr_bq">—¡No puede ser! ¿¿Quién demonios son uste... aaaargh... Gretel: tú otra vez, noooo!! —fue el último grito desesperado de la malvada, antes de desaparecer por completo al interior de la caja, que se cerró automáticamente... echando humito.</blockquote><center>♪ ♫</center><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Un grito</span> multitudinario y jubiloso, además de un aplauso interminable y vigoroso, recorrió las filas de curiosos. Los habitantes del pueblo estaban encantados de haber presenciado una batalla épica entre "hechiceros" y como nunca antes se había contado en los cuentos de hadas.<br />
<div style="margin-top:20px;">Esa noche todos los presentes celebraron una gran fiesta junto a la casita del bosque, a la que también fueron invitados los <a href="https://www.youtube-nocookie.com/embed/GlCFPo6YYbU" target="_blank">Ewoks</a>.</div><br />
<div style="font-family:'berkshire swash', cursive;font-size:33px;text-align:center;">Fin</div></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-14661739172748526692019-03-12T00:43:00.001-03:002019-03-12T03:26:24.169-03:00Los 3 Cerditos y la Lámpara Maravillosa<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">Ethan J. Connery</div><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsBEAM34GptBzkb1wTkoBtbCrHkV6U0e-5coy1sAWSrVjWaIA4aCt_2s_Qdo0-FqUufoiYpJimJ-pzS_k3dVXBDKKNbqTiO98rt8ZjDRkVi4Vi0mvN9lraLz4b5_yV1JF7uqtGRfl0Vg8/s1600/tres-cerditos-lampara-maravillosa.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="537" data-original-width="766" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsBEAM34GptBzkb1wTkoBtbCrHkV6U0e-5coy1sAWSrVjWaIA4aCt_2s_Qdo0-FqUufoiYpJimJ-pzS_k3dVXBDKKNbqTiO98rt8ZjDRkVi4Vi0mvN9lraLz4b5_yV1JF7uqtGRfl0Vg8/s320/tres-cerditos-lampara-maravillosa.png" width="320" /></a></div><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Será</span> cierto lo que se cuenta, que este cuento ni pretende ni aparenta, pero a mí me lo narraron de forma que se entienda, que aunque ni rima ni resalta: es la verdad científica exacta. La historia es sobre tres cerditos que vivían en el campo. Todos hermanables y unidos. Mutuamente apoyaban sus labores camperas. Su casita siempre limpia y ordenada los enorgullecía completamente y debiera. Pues muy bien complementaban.<br />
<br />
Un puerquito era inventor y construía lo que necesitaban; desde zapatitos para pezuñas hasta camisas llevaban. Otro cochinito era cocinero y por tanto, cocinaba; esas cosas ricas que a todos gustaban. Y por último, un cerdito escritor, quién redactaba; de inventos y recetas, pero de vez en cuando, algún cuento en su momento de poeta.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Y así</span> durante años crecieron a la par, hasta que ya grandes decidieron marchar. Tiraron una moneda, y como no saliera cara, cada cual tendría su propia morada. Un día simplemente partieron: fila india por el bosque a construir sus casitas, porque así lo quisieron.<br />
<br />
Pero —y aquí es donde la rima se acaba— los senderos del bosque se enrevesaban, y sucedió que en un momento de la travesía tomaron —sin quererlo— diferentes caminos, llegando cada uno a lugares muy distantes. Para cuando se dieron cuenta, se encontraban solos, aislados y con hambre: se habían perdido.<br />
<br />
De esta suerte, Puerquito inventor llegó a una campiña; con muchas frutas, verduras y setas. Todas muy grandes que crecían en el área. Pero como no era cocinero, no pudo hacer más rica cena que lo dejara dormir y soñar feliz y contento. Por su parte, cochinito cocinero llegó a una montaña; llena de árboles, piedras y lianas. Muy útil y convenientemente estaban dispuestas. Pero como no era inventor, no pudo hacer una choza que le protegiera del frío para dormir y soñar feliz y contento.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Pasó</span> —entonces— que el cerdito escritor llegó a un paraje muy diferente. Más allá del bosque, la campiña y la montaña. Una hermosa playa se extendía, sinuosa y sugerente, limitando al mar con sus arenas doradas. El océano brillante y azulado se perdía en la distancia. Poco le importaba a este cerdito la comida o el techo; así que llegada la noche se echó a dormir bajo una inspiradora morada.<br />
<br />
Al día siguiente el sol brilló nuevamente en lo alto cuando el cerdito escritor despertó en la arena. Una duna tibia lo cubría, pero él bien lo sabía: su viaje apenas comenzaba. Un largo trayecto le esperaba para encontrar a sus hermanos perdidos. Estaba con ese pensamiento en mente, cuando una gran ola se acercó justo a donde reposaba.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">¡¡Fussssh!!</div><div style="text-align: center;"><br />
</div>Rompió la ola en la playa. Sorprendido el cerdito alcanzó a saltar hacia atrás, antes de que el agua lo empapara, y para cuando el maretazo se retiró, en la arena quedó depositada una lámpara de aceite... como esas doradas y curvas que venden en los mercados de Oriente.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Una lámpara maravillosa! —exclamó— ¡Como en los cuentos de Aladino!</blockquote>El cerdito tomó el tesoro entre sus pezuñas, apreciando su agraciada y exótica forma ondulante: se sentía con suerte.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Que elegante diseño: ha sido bien elaborada. Sin duda sorprenderé a mis hermanos cuando los encuentre!</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">De pronto</span> se le ocurrió que de verdad sería mágica, así que la frotó esperando que un genio apareciera. Aunque mucho intentó no pasó nada. Así que cansado se echó nuevamente en la arena a tomar otra siesta, porque sí: era dormilón. Ya había empezado a roncar otra vez, cuando una palmadita en la cara lo despertó.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Pssst! Amigo... ¡Despierta! —dijo una vocecita chillona.</blockquote>Cerdito escritor se levantó sobre su colita resortera. Frente a él un genio de Oriente flotaba en el aire, como omnipresente. Pero a diferencia de los genios comunes, que son muy grandes, éste era chiquito... incluso más pequeño que el cerdito.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¿Quién eres tú? —preguntó, despistado.<br />
— ¿Cómo quién? ¡Soy el mago de la lámpara! ¿No me acabas de llamar?<br />
— ¡Oh, ya veo! —respondió asombrado el cerdito— Pero harto rato pasó, y como no aparecieras en tiempo prudente, supuse que la lámpara era de aceite, común y corriente.<br />
— Es verdad —reconoció el mago— Es que yo también estaba durmiendo dentro de la lámpara y me costó despertar.<br />
— ¿Tenías mucho sueño?<br />
— No sabría decirte: llevo cincuenta años durmiendo allí, así que estoy un poco fuera de práctica —se disculpó el geniecillo.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Que</span> la respuesta causó gracia al cerdito, no hay duda, pues preguntó entusiasmado:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¿Y me concederás un deseo?<br />
— En realidad tres puedo concederte —le explicó el mago— Pero antes presentémonos, ya que no he conversado con nadie en mucho tiempo, y el trato es más educado si nos dirigimos por nuestros nombres verdaderos.<br />
— Me llamo "Cerdito". ¡Mucho gusto, Sr. genio!<br />
— Eso me vale. ¡Un placer conocerte, Cerdito! Mi nombre es "Genio".</blockquote>Ambos se dieron la mano (o más bien: la pezuña y el humo), e inmediatamente se voltearon a mirar hacia afuera de este cuento... hacia la cara del lector que los iba imaginando<span style="text-align: center;">... l</span>o miraron con sus ojos saltones: harto rato y directo a la cara °-° como si supieran que el lector sabía que de ellos y de él mismo se trataba. Luego los personajes volvieron a lo suyo.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Cerdito</span> explicó a Genio que si bien su nombre era Cerdito, sus hermanos se llamaban correspondientemente "Puerquito" y "Cochinito", y de esa forma todos eran perfectos marranos. Ni uno más ni menos gorrino que el otro. El mago escuchó atentamente esta descripción y su posterior relato, así se enteró de sus motivaciones viajeras y de porqué el chanchito estaba tan solitario en esa playa desierta.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¿Qué me sugerirías en mi situación? —Preguntó el cerdito escritor, que deseaba reencontrarse con sus hermanos.<br />
— Mi sugerencia es que nunca le pidas una sugerencia a un genio, o perderás un deseo en forma de sugerencia... por lo demás: te quedan sólo dos deseos.</blockquote>A Cerdito le sorprendió la respuesta, y atinó que debía pensar bien lo que decía de ahora en adelante, así que se puso a pensar. Y así pensó y pensó... largo rato pensó, hasta que finalmente dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">— Okey.</blockquote>El mago puso cara de espanto.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Acabas de perder tu segundo deseo! —le reprochó.<br />
— ¡Espera, espera! —reclamó Cerdito— ¡Eso es injusto: si sólo dije "okey"!<br />
— Sí —respondió el genio, agachando la cabeza como quién no quiere la cosa— Pero eso significa que estás conforme con tu segundo deseo... ¡Así que sólo te queda uno!</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Estaba</span> por ponerse rojo, Cerdito, cuando notó que el genio lo miraba de reojo:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Era broma, era broma! —rió el pícaro geniecillo.</blockquote>Era evidente que el mago de la lámpara tenía un sentido del humor poco común para los de su especie; por lo corriente más formales y matemáticos en sus tratos.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡¡Ufff!! —suspiró aliviado el cerdito, y replicó— ¡No hagas eso de nuevo!</blockquote>Genio se llevó la mano a la cara.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Noooooo! ¡Ahora si que perdiste tu segundo deseo! —exclamó afligido— ¡Y ésta vez no puedo hacer nada para remediarlo! Lo que sí, puedes estar seguro que no volveré a hacer eso de nuevo.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Contento</span> no estaba Cerdito, pues se dio cuenta que al pedirle eso había perdido su segundo deseo. Se dio una palmadita en la cara por ingenuo.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Pero si no estaba deseándolo! —reclamó de nuevo.<br />
— ¿Entonces no deseas que bromee en cuanto a la cantidad de tus deseos?<br />
— ¡Mejor hablemos de otra cosa o perderé mi último deseo! —exclamó Cerdito.<br />
— "Otra cosa" —dijo el genio que fue desvaneciéndose en el aire junto con la lámpara, al tiempo que se despedía, sonriendo— ¡Ha sido un placer hacer tratos contigo!</blockquote>Cerdito escritor no lo podía creer: había perdido su último deseo, y lo peor de todo es que seguía perdido, al igual que sus hermanos.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Oye, autor! —gritó enojado Cerdito hacia el cielo— ¿Qué clase de cuento tan ridículo es éste? ¡¡Acabas de quitarme tres deseos que bien me los había ganado!!</blockquote> El Autor de esta historia quedó pasmado: su personaje le estaba reprochando sin su consentimiento.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Ya déjate de juegos semánticos y escribe algo cuerdo! ¿Cómo se supone que terminará este cuento? —reclamó de nuevo Cerdito a su autor— ¡Te exijo que te hagas presente!</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Porque</span> no podía ser de otra manera, el autor se dio cuenta de que estaba jugando con su personaje. Así que el escritor humano se puso más serio y luego de pensarlo detenidamente, decidió abrir un Vórtex hacia el reino de los cuentos perdidos, donde naturalmente vive Cerdito y su cuento. Bien merecía el personaje una explicación coherente, por lo que este autor se fue a disculpar.<br />
<div style="font-size: 80%; line-height: 130%; margin: 0 auto 0 auto; width: 62%;"><div style="text-align: center;">*</div><br />
<div style="text-align: center;">Un Vórtex —también llamado "vórtice" o "portal"— es un remolino de magia por el que uno puede pasar (como a través de un túnel o espejo) hacia <i>El Reino de los Cuentos Perdidos</i>: un universo paralelo donde el tiempo no existe y la imaginación no tiene fronteras. Ahí habitan nuestros personajes más queridos. Las personas que conservan y cultivan a su "niño interior" —sin importar su edad— tienen el poder de abrir aquel pasaje extraordinario, ya que todos hemos estado ahí alguna vez... en nuestros propios sueños. Más adelante les redactaré un manual detallado sobre cómo abrir un Vórtex desde el planeta Tierra ☺ — El autor.</div><br />
<div style="text-align: center;">*</div></div><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Conoció a</span> su autor —pues— nuestro protagonista, pues el hombre atravesó el Vórtex desde la Tierra de los humanos al universo de la fantasía, llegando justo a la playa donde se encontraba Cerdito, que ya sabemos: también era escritor.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Hola Cerdito! —saludó amablemente, Ethan J. Connery, que acababa de convertirse en personaje de su propio cuento.<br />
— ¡Que tal! —correspondió el cerdito, curioso— ¿Tú eres mi creador?<br />
— En este cuento, sí —respondió Ethan— De verdad, lamento haber desperdiciado tus deseos... ¿Me perdonarás?<br />
— ¡Claro! Tú me creaste y es lo menos que podría hacer yo. Pero a falta de ese mago tramposo que me enviaste, requiero de tu ayuda.<br />
— No hay problema, Cerdito. Aunque no puedo intervenir directamente en este mundo, sí puedo imaginar lo que te hace falta para que completes cabalmente tu aventura.<br />
— Entiendo —asintió el cerdito... ¡Dame esos cinco!</blockquote>Y personaje y autor chocaron las palmas. En ese momento una segunda gran ola se estrelló en la playa, dejando a los píes de nuestros personajes una nueva lámpara maravillosa:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¿Otra vez? ¡Creí que harías algo diferente!<br />
— Pues, ¿qué habrías hecho tú, Cerdito?<br />
— No sé... quizás me hubieras enviado un globo aerostático para volar por encima de la playa, de la montaña y la campiña, de manera de buscar a mis hermanitos desde arriba.<br />
— ¡Es una buena idea! Se nota que eres un colega escritor —observó Ethan— Eres muy imaginativo. Me pregunto a donde van a parar los cuentos que tú mismo imaginas.<br />
— Algún día te contaré ese secreto —contestó Cerdito escritor, guiñando un ojo.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Ethan J. Connery</span> hizo una reverencia a Cerdito antes de desaparecer, de regreso por el Vórtex hacia la Tierra de los humanos. El portal se cerró en el aire, y Cerdito quedó solo otra vez. Tomó entre sus pezuñas la nueva lámpara mágica y la frotó con su brazo, pero en lugar de salir un genio de la boquilla, comenzó a salir un globo rojo que se fue inflando hasta alcanzar el tamaño de una casa. Del globo colgaba un canasto lo suficientemente grande como para contener a varios cerditos a la vez. Cerdito no lo dudó un instante y saltó dentro de la canasta, llevándose su lámpara maravillosa: el globo comenzó a elevarse.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Estupendo! —se regocijó, y de algún lado sacó un telescopio para mirar hacia abajo.</blockquote><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Su</span> ánimo bien alto estaba ahora, y así llegó hasta la montaña, donde encontró a su hermano "Cochinito" —el cocinero— que de tanto explorar el área había aprendido a inventar cosas. Se alegraron los chanchitos de encontrarse de nuevo, y entre los dos siguieron su camino aéreo hacia la campiña, donde encontraron a su otro hermanito, "Puerquito" —el inventor— que de tanto recorrer las hortalizas había aprendido a cocinar ricos platos que saborearon entre todos.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Creador</span> y protagonistas quedaron contentos, pues los tres cerditos regresaron en globo aerostático a su casita en el campo. Pero al poco tiempo les volvió a parecer chiquita. Así que tiraron una moneda, y como no saliera cara, cada cual tendría su propia morada, decidieron... Pero un lobo que vagaba en el bosque se enteró de sus planes, y ahí comienza la clásica historia de los tres cochinitos y el lobo feroz ☺<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Fin</span></div></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-83894175380085749702019-02-22T01:39:00.000-03:002019-02-22T01:39:28.192-03:00Los Árboles de Piedra<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Fernando Alonso · España<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3Dt87Gvn0uWWf8SZPia4ckMo5ybGmU2r_B2DPR8YuZW2dj69ETDndRwXdiNfKxh93WTvzrhnps-qW81_cjxP1X8kCuigZjfijPYvQq_1-BRtleZWnTTrVoc7bsOz06jXVTs85SzOQI-U/s1600/arboles-piedra.png" imageanchor="1"><img border="0" data-original-height="510" data-original-width="767" height="262" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3Dt87Gvn0uWWf8SZPia4ckMo5ybGmU2r_B2DPR8YuZW2dj69ETDndRwXdiNfKxh93WTvzrhnps-qW81_cjxP1X8kCuigZjfijPYvQq_1-BRtleZWnTTrVoc7bsOz06jXVTs85SzOQI-U/s400/arboles-piedra.png" width="400" /></a></div>
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Los monitos de plastilina que aparecen<br />
arriba son de Cristina Gómez Taboada</div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Había</span> una vez un curioso mundo, un mundo curioso y extraño. Sus campos eran de piedra. De piedra, sus flores. De piedra, sus ríos. Con cañas de piedra, hombres de piedra pescaban peces de piedra. Aquellos hombres tenían brazos de piedra, cuerpo de piedra, cabeza de piedra y corazón de piedra. "Corazón de piedra" no tenía, allí, ningún significado especial; porque sus corazones estaban llenos de hermosos sentimientos. Con ellos amaban a todos los seres de piedra, que vivían en aquel extraño mundo de piedra.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Sí</span>. Era éste, sin duda, el mundo más curioso y más extraño que se haya conocido. La vida discurría tranquila y feliz. Hasta que, cierto día... empezaron los problemas. Por todas las calles, por todas las plazas, sólo se oía una voz:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Los niños están tristes.</blockquote>
Después de muchos comentarios, después de muchas discusiones, preguntaron a los niños. Y los niños dijeron:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Queremos árboles. En nuestro parque.</blockquote>
Entonces, en medio de la reunión, se levantaron tres voces:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Yo los traeré.<br />
— Y yo.<br />
— Y yo también.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Y los tres</span> jóvenes más aventureros se pusieron en camino. Iban en busca de aquellos árboles que tanto necesitaban los niños para ser felices.<br />
<br />
Al cabo de un mes volvió el primero. Traía sobre sus hombros un pino. Caminaba doblado por el peso. Y, con grandes ceremonias, lo pusieron en el parque. Pero, al poco tiempo, el pino, plantado sobre piedras, murió.<br />
<br />
Dos meses más tarde volvió el segundo. Traía sobre los hombros un cactus. Y plantaron el cactus con el mismo ceremonial, con la misma alegría. Pero el cactus tampoco pudo vivir en aquel suelo de piedra.<br />
<br />
Tres meses después, regresó el tercero. Caminaba de prisa, porque no traía ningún peso sobre sus hombros. Y, cuando todos estuvieron a su alrededor, les dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— He encontrado árboles de piedra. Pero no pude cortarlos. ¡Se necesita la ayuda de todos!</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Y allá</span> se fueron con el tercer joven aventurero. Se necesitaba la ayuda de todos; por eso iban todos: la piedra de los caminos, hecha a tragar polvo; la piedra que trabajaba en el molino; la piedra que había nacido para estatua y la que estaba hecha para lucir en un precioso anillo.<br />
<br />
Y cruzaron ríos, campos de flores y mariposas; montañas verdes cubiertas de árboles que no podían vivir en su mundo de piedra. Y siguieron adelante y llegaron al mar. Y, cuando estuvieron sobre las rocas que formaban la orilla, todas las piedras se unieron:<br />
<br />
La piedra del camino, el canto rodado de los ríos, la piedra del molino, la que había nacido para estatua y la que estaba hecha para brillar en una sortija. Todas, unidas de manos, se engarzaron. Y entonces, cuando ya estaban cerca del mar, comenzaron a descender. Al cabo de unos minutos, llegaron a los bosques de coral. Y, con ayuda de los peces martillo y los peces sierra, cortaron árboles de coral, aquellos hechos a medida de su mundo de piedra.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash", cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Y en medio</span> de una gran fiesta y en medio de bailes y canciones, los llevaron al parque. Todos sonreían porque, juntos, habían hecho un buen trabajo, y eso les daba mayor fuerza y seguridad. Y las risas de los niños, contentos porque a su parque ya no le faltaba de nada, les unieron mucho más de lo que ya estaban.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Fin</span></div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-88234516156081671042019-02-21T09:41:00.000-03:002019-02-21T09:46:05.536-03:00El Ratón sin Cola<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Isabel Mézquita de Aguilar</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkUXNIbkE6bbcLR-O2oqWzm7vk9orhdQ180MH9Ohs-HCrGeokAa8e9UKYgeSYirfvHoaxsbOd-eVxM1ZuGNIxile0KPtCuwXq90iCBaZ376IpMEBY7H86XtD9IV4M9S-cHArYKX5KWnuo/s1600/cuento-raton-cola.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="576" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkUXNIbkE6bbcLR-O2oqWzm7vk9orhdQ180MH9Ohs-HCrGeokAa8e9UKYgeSYirfvHoaxsbOd-eVxM1ZuGNIxile0KPtCuwXq90iCBaZ376IpMEBY7H86XtD9IV4M9S-cHArYKX5KWnuo/s320/cuento-raton-cola.png" width="256" /></a></div>
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Ilustración de JenDigitalArt</div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Un travieso</span> ratoncito se divertía molestando al gato. Un día logró derramar el plato de leche en que el gato bebía. Furiosa, el gato persiguió al ratón, dispuesto a comérselo, pero sólo logró arrancarle la colita y se quedó con ella.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Te la daré —dijo el gato—, si repones la leche que me tiraste.</blockquote>
El ratoncito fue a ver a la vaca.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Vaquita, regálame un poco de leche para que se la dé al gato y él me devuelva mi colita.<br />
— Te la daré —dijo la vaca—, si me traes un poco de masa fresca.</blockquote>
El ratoncito fue a pedir la masa fresca a la cocinera.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Panchita, regálame un poco de masa fresca para que se la dé a la vaca, obtenga de ella un poco de leche y se la dé al gato a cambio de mi colita.<br />
— Te daré la masa —respondió la cocinera—, si me traes el maíz para que la prepare.</blockquote>
El ratoncito fue en busca del labrador y le dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Amigo, regálame un poco de maíz para que se lo lleve a la cocinera para que me prepare masa fresca, y yo se la dé a la vaca, obtenga de ella un poco de leche y se la dé al gato a cambio de mi colita.<br />
— Con gusto te lo daría, si no fuera porque la falta de lluvia ha retrasado la cosecha.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">El ratoncito</span> se quedó muy triste y empezó a llorar amargamente. El labrador, apenado, empezó a llorar también, y unidas las lágrimas corrieron por los surcos regando el maíz, que comenzó a dar unas hermosas mazorcas.<br />
<br />
El labrador, muy contento, empezó a cosechar y le dio al ratoncito una buena bolsa de maíz. Así que el ratoncito se fue corriendo para llevar el maíz a la cocinera, que en un momento le molió y preparó la masa fresca.<br />
<br />
Llevó la masa fresca a la vaca, que se la tragó en un abrir y cerrar de ojos, y así pudo dar leche al ratoncito. El gato, al ver tanta leche, le dio al ratoncito su colita, y el ratoncito se la pegó.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Fin</span></div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-17436693308975804772019-02-18T05:44:00.000-03:002019-02-20T01:36:06.119-03:00Por Favor<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Alicia Aspinwall, 1896</div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<img border="0" data-original-height="97" data-original-width="80" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-fxSKlzC3Pj2VpVWEOOm3L0DQtfGtBv8WLkUfcNAuwrrteQ6l7KCQ-xaXaKetCboGUSq2NPnk3RLChmCzcBA7PSX_0I_Vn7y49OnRUKZmFFpD6OukT_Ai_BzDmgLTZRwdqcr8Ir_se4k/s1600/por-favor.png" /></div>
<br />
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Algunos nombres de personajes han sido cambiados<br />
para proteger la identidad de los protagonistas.</div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Érase</span> una vez un ser diminuto llamado "Porfavor" que vivía en la boca de un niño... y la razón de un nombre tan curioso es que este "ser" era una palabra. O sea: había nacido en forma de palabra.<br />
<br />
La verdad es que los porfavores son una civilización completa de seres que viven en la boca de todo el mundo, ya que cada persona tiene su propio porfavor, aunque a veces la gente se olvida de que viven allí. Para que los porfavores estén sanos y felices, deben salir a menudo de la boca para que puedan tomar aire y respirar, así como los peces de una pecera necesitan, de cuando en cuando, subir a la superficie. Los porfavores respiran tanto oxígeno como los seres humanos para vivir.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">El</span> porfavor del que os voy a hablar vivía en la boca de Patricio, pero eran contadas las veces que tenía la oportunidad de salir. El pobre Porfavor vivía encerrado porque Patricio no lo dejaba salir, pues —lamento decirlo— él era un niño grosero, y nunca se acordaba de decir "por favor".<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Dame pan! ¡Pásame el agua! ¡Quiero ese libro! –así era como Patricio pedía las cosas.</blockquote>
Era habitual que sus padres y hermanos se disgustaran con él, porque dejaba que Porfavor se pasara los días sentado en su boca, esperando la oportunidad de salir. Y como Porfavor no salía, cada día estaba más debilitado. Por otro lado, Patricio tenía un hermano llamado Luis, que era mayor que él; de unos diez años, y era tan educado como grosero era su hermano. Así que su porfavor disponía de mucho más aire, y por eso era fuerte y feliz.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Un día</span>, durante el desayuno, el porfavor de Patricio sintió que debía salir a tomar aire fresco aunque tuviera que escapar. Así que en un momento que Patricio abrió su boca, su porfavor huyó fuera y se escondió para poder inspirar aire profundamente. Después de haber respirado se echó a correr por la mesa y entre los platos, y de un brinco saltó dentro de la boca de Luis. Pero como Luis ya tenía en su boca a un porfavor viviendo allí, el dueño de casa se enfado con el intruso:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Qué haces aquí? —exclamó— ¡Fuera, éste no es tu sitio! ¡Esta boca es mi casita y tú ya tienes una!<br />
— Ya lo sé —contestó el porfavor de Patricio — Yo vivo al otro lado, en la boca del hermano del dueño de su boca. Pero soy muy desdichado porque Patricio nunca me usa... ¡No puedo salir y respirar aire fresco como hacen todos los buenos porfavores! Estaba pensando que quizá serías tan amable de permitir quedarme aquí un día o dos, hasta que me sienta más fuerte...</blockquote>
<div style="text-align: center;">
°-°</div>
<blockquote class="tr_bq">
— Ya veo, está bien —le respondió comprensivamente el porfavor de Luis al ver a su vecino pasando malos tiempos— no hay problema entonces, por supuesto te puedes quedar: yo me encargaré de que te recuperes, y cuando mi dueño me utilice saldremos los dos juntos a hablar, después de todo dos porfavores son mejor que uno. Luis es muy cortés y no creo que le importe repetir una palabra de más. Quédate el tiempo que necesites.<br />
— Muchas Gracias —respondió el porfavor de Patricio, que ya no era más de Patricio porque ahora era de Luis.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Sucedió</span> entonces que esa noche, a la hora de cenar, Luis quería mantequilla y dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Papá, ¿me pasas la mantequilla, por favor–por favor?<br />
— Claro —contestó su padre— Pero, ¿no eres demasiado educado?</blockquote>
Luis no alcanzó a responder pues justo se había vuelto hacia su madre a decirle:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Mamá, ¿me das un pancito, por favor–por favor?</blockquote>
Su madre se rió.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Te daré el pancito, cariño. Pero, ¿por qué dices "por favor" dos veces?<br />
— No sé lo que me pasa —respondió Luis— Es como si las dos palabras salieran solas de mi boca.</blockquote>
Y agregó:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Clara (dirigiéndose a su hermana) por favor–por favor, ¿puedes acercarme el agua?</blockquote>
Su hermana también se rió.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Bueno, bueno —comentó el padre— No hay nada de malo en que este mundo sea más educado y que se empleen muchos "porfavores".</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Mientras</span> eso le pasaba a Luis, Patricio seguía pidiendo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Dame un huevo! ¡Quiero leche! ¡Pásame la cuchara! —tan groseramente como era su mala costumbre.</blockquote>
Pero de repente se calló, pues escuchaba a su hermano repitiendo mucho "por favor-por favor"... lo encontró divertido y quiso imitarlo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Mamá, ¿me das un pancito, mmm-mmm?</blockquote>
Patricio intentaba decir "por favor", pero no podía. Nunca podría imaginar que su pequeño porfavor estaba viviendo ahora en la boca de Luis. Así que volvió a intentarlo y pidió la mantequilla:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Mamá, ¿me acercas la mantequilla, mmm-mmm?</blockquote>
Eso fue todo lo que pudo decir.<br />
<br />
Así pasó la tarde, y todo el mundo se preguntaba qué les pasaba a los dos niños, que uno hablaba de más y el otro se había quedado sin palabras. Al llegar la noche, estaban cansados y Patricio se sentía tan contrariado que su madre les mandó a la cama temprano.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">A la mañana</span> siguiente y tan pronto como se sentaron a la mesa, el porfavor de Patricio —viendo a su dueño cansado— decidió volver a su casa, porque a pesar de todo lo quería, y ya había tomado tanto aire fresco el día anterior que se sentía fuerte y feliz otra vez. Así que agradeció a su amigo porfavor y no tardó en volver a refrescarse desde la boca de Patricio, porque éste dijo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Papá, ¿me pelas la naranja, por favor?<br />
— ¡Oh, caramba-caramba! —exclamó su papá— La palabra salió con una facilidad sorprendente, y sonó tan bien como la de Luis.</blockquote>
Luis, por su parte, estaba pronunciando un solo "por favor", así que desde aquel día, el pequeño Patricio fue un niño educado y por lo mismo, terminó ganándose el respeto y apreciación de la gente.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Fin</span></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
Otro día les contaré el cuento de los "carambas"</div>
<div style="text-align: center;">
y de porqué el papá de los niños repitió:</div>
<div style="text-align: center;">
¡caramba-caramba! ☺</div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-29756356976414048382019-02-14T00:53:00.000-03:002019-02-22T02:06:10.695-03:00Voces a lo largo de una tierra<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Alicia Morel Chaigneau<br />
<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQXZKc6BR7d5xHhPCgYBLi_SegO3zT9tWJxEJ6Tk43t1Z1fqujIyfHeQAchrY6z2ndq-Pc0mFiyZUEHK4cdYblnhd24jFnj3hAOSkfJRgKRltKZAqNbxQaJ0zU-mjPqkUU-a3humgzC4U/s1600/voces-largo-tierra-alicia-morel.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="725" data-original-width="1152" height="251" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQXZKc6BR7d5xHhPCgYBLi_SegO3zT9tWJxEJ6Tk43t1Z1fqujIyfHeQAchrY6z2ndq-Pc0mFiyZUEHK4cdYblnhd24jFnj3hAOSkfJRgKRltKZAqNbxQaJ0zU-mjPqkUU-a3humgzC4U/s400/voces-largo-tierra-alicia-morel.jpg" width="400" /></a><br />
<br />
Ilustración de "Cárdenas"</div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Fue</span> una noche de otoño, cuando se escucharon esas dos voces inmensas y profundas que atraviesan la tierra chilena. Una noche oscura y silenciosa, poco después de las cosechas. Cuando todo se echa a dormir, los campos y sus rastrojos, los árboles deshojados, las vetas del agua, fue posible oírlas.<br />
<br />
Lado a lado, conversaron la Cordillera y el Mar, aprovechando la tregua de la tierra. Muchos años habían pasado tratando de encontrarse; la Cordillera se empinaba con sus cumbres canosas y el Mar, al otro costado, alzaba sus olas y sus peces y se comía las playas para poder besar los pies de la gran Montaña.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El Mar</span> bramó:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Aaah, aaah, me gustaría lamer tus rocas, morder las frutas que crecen en tu falda, conocer tus dulces ríos, Cordillera de los mil volcanes que me haces señas con tus llamaradas.</blockquote>
La Cordillera le contestó con sus ecos lentos y graves:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— A mí me gustaría caminar sobre tus aguas, inmenso Mar, como un barco con las velas desplegadas... Pero nos separa esta tierra angosta y larga. ¿Dónde podríamos juntarnos?<br />
— Se me ocurre que yo podría saltar como los corderos —gritó el Mar moviendo sus olas— Probaré por el norte donde antaño dejé mi sal.<br />
— No creo que con saltos de cordero puedas atravesar el gran desierto de Atacama y la Pampa del Tamarugal, amigo Mar. Es verdad que antaño fue tu lecho y que dejaste tus señales por todas partes, pero aquí la tierra es más ancha y mis montañas se alzan a su mayor altura. ¡Podemos mirarnos en los días despejados!<br />
— ¿Es muy terrible el desierto, madre Cordillera?<br />
— Es duro este desierto, salobre como tus aguas.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Nunca</span> llueve, pero la camanchaca humedece con sus neblinas los cerros de la costa y crecen por allí unos pastos salvajes, unos cactus, unas hierbas espinudas que sirven de alimento a los guanacos. El desierto arde en el día y se hiela en la noche; miles de senderillos lo cruzan en todas direcciones; son los hombres que se echaron a andar tras un tesoro, es la soledad que busca compañía.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— En el desierto hay muchos tesoros escondidos y otros a flor de tierra. Allí dejé el salitre y encubrí los metales preciosos y las piedras finas, y las profundas vetas del agua.<br />
— Sí, lo sé —murmuró la muy alta—, los hombres han apreciado más los metales que el agua, cuyas venas descienden de mis faldas y se sumergen bajo el desierto. Pero no todo es aridez, amigo Mar, tengo por ahí diseminados, unos riachuelos que riegan fértiles quebradas y algunos oasis, donde olivos y limoneros dan frutos exquisitos. Tengo un río de aguas salobre, el único que el desierto no mata, y desemboca en las playas, endulzando. Y en mis valles cordilleranos hay prados de verde alfalfa donde se apacientan rebaños de llamas, vicuñas y ovejas.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El Mar</span> se llenó de espumas y murmuró roncamente:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Yo quisiera ser como una oveja para llegar hasta ti y pacer en tus laderas.<br />
— No puedes llegar a través del desierto. Los puertos te vigilan con sus faros. Más al sur, tal vez podamos reunirnos.<br />
— Me vigilan con sus ojos amarillos Arica, Iquique, Antofagasta, Caldera y Copiapó...<br />
— Espera, este último nombre me dice algo —musitó la Cordillera— Copiapó es el primer río de aguas dulces que baja de mis vertientes interrumpiendo el desierto. Luego vienen seis ríos más que riegan mis valles transversales, seis nombres verdes: Huasco, Elqui, Limarí, Choapa, Ligua, Aconcagua.<br />
— ¿Crees tú, madre Cordillera, que puedo llegar hasta ti a través de los floridos valles?— Es más fácil que yo arribe a tus playas junto con los dulces ríos y las estrías de mis montañas. Así tendrás mis frutos más deliciosos, y los aguardientes que producen los soles a través del cielo más transparente de América.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Dijo</span> el Mar:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Siento que caen a mis aguas las constelaciones desde La Silla y el Tololo y mis profundidades sorben las luces de Orión y de Sirio. ¡Creo que por fin podremos juntarnos!<br />
— Oh, no, ansioso Mar, porque ahora viene el orgulloso Valle Central que se extiende a través de seis regiones, desde la cuesta de Chacabuco hasta Puerto Montt. Valle encerrado entre cordilleras: una alta, que soy yo y otra bajita, que es hija mía y bordea la costa.<br />
— ¿No podría atravesar yo esa Cordillera de la Costa con el salto de mis delfines?</blockquote>
La Cordillera rió largamente.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No te ilusiones, amigo Mar. Esa que yo llamo mi hija, levanta lomas y cerros que te impedirán el paso. Más al sur, se llama Nahuelbuta y he de decirte que durante la noche cruje y repite de loma en loma el susurro de sus araucarias y sus robles, sus bosques que el hombre pretende domar y matar, y se defiende como los pumas y los zorros que allí habitan.<br />
— Quisiera conocer el Valle Central, Madre nuestra.<br />
— Tienes razón en desearlo porque es una tierra de maravillas.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">A lo largo</span> de su verdor las cuatro estaciones se marcan con el colorido de sus flores y sus frutos, diferentes a medida que se avanza de norte a sur. Al comienzo, su clima templado no tiene igual; ríos despeñados bajan de las quebradas y los sueños producen toda la gama de los frutales y hortalizas. La fuerza de estos ríos ilumina todo el valle, moviendo turbinas, y llenando represas. Esta es la zona más poblada y alegre, y aquí está la cuna de los bailes, de los rodeos y las mantas.<br />
<br />
El Mar dio un gran salto y bramó:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Quiero tener una manta de colores.<br />
— ¿No te bastan los arcoíris?<br />
— Quiero entrar por los ríos hasta el valle de la cueca...<br />
— Espera un poco, avancemos más al sur —se asustó la Cordillera—, donde corre el Biobío, padre de las lluvias, padre de la raza mapuche. ¿No oyes crecer las selvas? Aquí empiezan las maderas preciosas, echa sus perfumes la savia de arrayán y del ulmo, empiezan a nacer los copihues enredados en los robles. Los choroyes dan voces al bosque y las luciérnagas danzan en las noches de verano.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El Mar</span> dio un gran suspiro y trató de empinarse, cayendo estruendosamente sobre las playas.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Pero, madre Cordillera, ¿cuándo vas a mostrarme tus tesoros, cuándo vamos a poder jugar, tú chapoteando en mis aguas, yo, mojando tu cabeza?<br />
— Aquí, amigo Mar, porque ya hemos llegado a las islas. ¡Mira que abundancia de lagos, de archipiélagos! Tú me persigues por los canales, pero yo me agacho y me levanto y juego hasta desaparecer bajo tus puras aguas.</blockquote>
Así, el Mar invadió la tierra, saltando, lanzando gritos, formando collares de espuma en torno a las islas.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Toma mis perlas, las ostras, los erizos; mis anémonas azules y rojas. Te he traído sierras de plata y atunes de oro. ¡Cuánto me gusta gritar en torno a Chiloé, inundándola de ecos!<br />
— Escucha a los que siembran la papa y a los que hacen las cosechas, a los que pescan y a los que tejen y bordan.<br />
— Mis pincoyas te cantan, madre Cordillera, y un barco fantasma despliega sus velas sobre tus cumbres.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Agradecida</span>, la Cordillera se bajaba cada vez más, murmurando:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No te olvides de Aisén, amigo Mar. Es una región que se está abriendo, con sus llanos y sus montes, sus lagos y sus ríos navegables, sus soledades y sus pastores. Yo la amo, y alzo aquí mis glaciares más antiguos y mis montes más bellos. ¿Has visto los flamencos y los cisnes que surcan sus cielos?<br />
— Veo sus nubes viajeras, los témpanos que navegan en la lagua San Rafael, los vientos furiosos y desbocados.<br />
— Y aquí está Magallanes —suspiró la Cordillera con sus última fuerzas— Brilla como sus faros y promete darnos el oro negro, el petróleo y la riqueza de sus ganados de ovejas, sus infinitos llanos donde el viento no tiene piedad de los retorcidos árboles.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Y estas</span> fueron las últimas palabras de la Cordillera. En Cabo de Hornos se sumergió bajo el Mar, que gritó victorioso:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Por fin estamos juntos! Mis olas brillan oscuras por la gran profundidad. Pero allá lejos, más allá del Mar de Drake, veo de nuevo brillar tus cumbres de plata y cristal; madre Antártica, protectora de esta larga tierra que tiene todos los climas, todos los frutos y maravillosas promesas.</blockquote>
Las dos grandes voces guardaron un gran silencio. Entonces volvió a alzarse el murmullo del Mar:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Tengo un regalo para ti, hermosa Cordillera, tengo una isla adelantada de los mares del sur que canta como un caracol marino. Quiero prenderla a tu oreja antigua para que oigas una canción extraña. Se llama Rapa Nui, Ombligo del Mundo y grandes estatuas de piedra miran hacia los mares.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">La Cordillera</span>, en respuesta, hizo brillar la alegría de sus nieves eternas, dispensadoras de los ríos. Y su voz y la del Mar siguieron y siguen aún resonando a lo largo de esta tierra de Chile. Sólo falta que callemos y atendamos para que podamos escucharlas mejor.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: left;">Fin</span></div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comChile-35.675147 -71.542968999999971-83.8334245 -154.16015649999997 12.483130499999994 11.074218500000029tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-19740244816841732852019-02-08T00:11:00.000-03:002019-02-16T07:51:02.714-03:00La Ranita y el Cuervo<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Fábula de la Tradición Oral<br />
Versión de Svanhildr MacLeod</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8DaQYccNotFNy48OrgXzlJ7hZzLZns0_AiUxcVswrsocDuMs_WpU0Ymz6E7mfpJ6UAsruwEY4zzqdZhiY5doxxGXtBhxYZ7eucf-Bd1yMmuY89_DON-_oGEWvudYBZT6FJLP7O9RYIn8/s1600/la-rana-y-el-cuervo-fernando-saez-espa%25C3%25B1a.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="740" data-original-width="766" height="309" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8DaQYccNotFNy48OrgXzlJ7hZzLZns0_AiUxcVswrsocDuMs_WpU0Ymz6E7mfpJ6UAsruwEY4zzqdZhiY5doxxGXtBhxYZ7eucf-Bd1yMmuY89_DON-_oGEWvudYBZT6FJLP7O9RYIn8/s320/la-rana-y-el-cuervo-fernando-saez-espa%25C3%25B1a.png" width="320" /></a></div>
<div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">
Ilustración del Artista Cántabro<br />
Fernando Sáez González (1921-2018)</div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Era</span> primavera en un hermoso bosque de robles y coníferas, cerca de Los Alpes. Una brillante laguna azul —en medio de la espesura— daba cobijo a diferentes especies de animales. Una ranita que vivía con su mamá, entre las tiernas plantas y musgos que crecían junto al agua, se había escapado de su casa para explorar el mundo, y así había llegado nadando al otro extremo de la laguna.<br />
<br />
Un cuervo que pasaba por ahí, cansado de tanto vuelo, se fue a dar un chapuzón al sol de la tarde. Estaba bañándose en las aguas estancadas, cuando vio a la ranita que nadaba en dirección a la playa. El cuervo no lo pensó dos veces, y cuando ésta saltó a la arena, la atrapó de una de sus patitas con la intención de comérsela, pero como no quería ser molestado se la llevó volando al tejado de un antiguo granero abandonado.<br />
<br />
La ranita aventurera, que a pesar de haber sido atrapada era muy ingeniosa, comenzó a reírse sin parar, como si le hubieran contado un chiste. Eso descolocó al cuervo, que le preguntó intrigado:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Porqué te ríes, linda rana? ¿Te hace gracia que seas mi cena?<br />
— No, amigo cuervo, nada de eso —le respondió la ranita— Es que pensé que me llevarías a otra parte, menos al techo del granero donde vive mi mamá. Seguramente ella aparecerá en cualquier momento...</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">El</span> cuervo pensó que no era buena idea comérsela ahí, así que tomó a la ranita y se la llevó volando hasta la canaleta de agua de una cabaña cercana. El viento comenzaba a soplar, y el cuervo se disponía a engullir a la rana, cuando ésta comenzó a reír de nuevo, con más fuerza todavía.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Porqué tanta risa otra vez, linda rana?<br />
— Por nada, amigo cuervo —dijo la ranita— La verdad es que es una tontera, pero mi tío que vive al otro lado de esta canaleta, suele venir a chapotear para acá cuando hay viento, y cómo le había avisado que hoy vendría a visitarle, lo más probable es que se aparezca en cualquier momento...</blockquote>
Al cuervo le pareció una respuesta razonable, y como quería comer tranquilo, tomó nuevamente a la rana y se la llevó volando hasta los píes de un pozo; junto a un apacible huerto y apartado de la casa y el granero.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— "Nadie me molestará en este lugar" —pensó el cuervo.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Ahí</span> estaba: a punto de comerse a la ranita el cuervo hosco, cuando ésta recordó que a los cuervos les gusta coleccionar baratijas, y por ende; aman la belleza. Así que exclamó:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Pero que bello eres, hermoso cuervito!<br />
— Gracias —respondió éste— pero deja de hablar porque te voy a comer.<br />
— Si, si... está bien, pero sólo quería decirte que aunque eres hermoso, y tus plumas son de un negro brillante, se nota mucho que tu pico está desafilado; sería bueno que lo afilaras de vez en cuando.</blockquote>
El cuervo, que era vanidoso, pensó que la rana tenía razón, así que fue a buscar una piedra y comenzó a afilar su pico para comer su cena en las mejores condiciones. Mientras hacía eso, la rana fue dando saltitos para alcanzar el brocal del pozo, pero éste estaba muy alto y no lo alcanzaba.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Vamos, tú puedes! —se animaba a sí misma la ranita.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Usando</span> su inteligencia y sus diminutas fuerzas, la rana dio muchos saltitos entre las rocas, hasta que por fin logró agarrarse de un tronco de "haya" caído. Trepó por el hasta alcanzar el brocal del pozo, zambulléndose posteriormente en sus aguas. En eso llegó el cuervo, que ya había terminado de afilar su pico, y vio que la rana no estaba. Así que voló hacia el brocal, y mirando al interior del pozo descubrió que la ranita nadaba en el agua.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Eh, linda rana! —le gritó— Ya regresé, ¿qué haces ahí?<br />
— Tenía sed, amigo cuervo —le respondió la ranita— así que vine a beber un poco de agua. Espero no te moleste.<br />
— No, claro que no —repuso el cuervo— pero ya puedes subir de nuevo. Mi pico está afilado y estoy listo para cenar.<br />
— ¿Pero no sería mejor que bajaras tú, hermoso cuervo? —le observó la ranita— Yo no puedo escalar las paredes del pozo porque soy muy chiquitita, pero tú tienes alas y puedes venir a buscarme.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">El</span> cuervo, que ya tenía hambre de tanto esperar, creyó que la rana tenía razón, así que saltó al pozo para cazarla, pero como estaba oscuro y no tenía de donde agarrase erró en la caída, zambulléndose en el agua... ¡¡SPLASH!!<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ayúdame, rana, que me ahogo! —gritó el cuervo, desesperado, tratando de agarrarse de las paredes resbaladisas del pozo.<br />
— Perdóname cuervito —respondió la rana— me da mucha pena: pero era mi vida o la tuya.</blockquote>
El cuervo se dio cuenta del engaño, y sabiéndose perdido hizo un último intento de agarrar a la rana para compartir su suerte, pero como ésta es un anfibio era hábil buceando bajo el agua, así que la ranita nadó y nadó al fondo del pozo, aguantando la respiración y lejos de las garras del cuervo, quién finalmente no pudo más y terminó ahogándose. Cuando todo hubo pasado, la ranita salió a flote y lloró por el destino del infeliz cuervo, pero se sintió agradecida de haberse librado de su enemigo.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Esa</span> misma tarde llegó una tormenta y toda la noche estuvo lloviendo. El pozo acumuló tanta agua que ya en la madrugada terminó desbordándose, dejando libre a la ranita, que saltó fuera del pozo. Saltando y saltando entre la hierba, para pasar desapercibida, llegó a la laguna, encontrándose con su mamá que había estado buscándola, preocupada.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡¡Mamitaaaaa!!<br />
— ¡¡Mi ranitaaaa!!</blockquote>
Se abrazaron y croaron las ranitas, llorando de felicidad por el reencuentro.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Fin</span></div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-46489326675819367222019-01-11T11:16:00.004-03:002023-06-26T05:51:03.836-04:00Simbad y la Princesa Cautiva<div style="font-size: 80%; line-height: 115%; text-align: center;">Versión de Ethan J. Connery & Canción de José Goles Radnic<br /></div><br />
<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<img border="0" data-original-height="721" data-original-width="786" height="293" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVwi7dFMsWDoU-k9Ck1rhVS0cmYrUXwKR2LCSfRLEsaumDkmxI6B8fzDeKkwHuqZ3fWYqq3K4v4rAqpAgpCO8YSNTjasBU83ezD126HftwJNFYiJpJArdpuy4ggIyU_TijYelSiXTF6Cw/s320/simbad-el-marino.png" width="320" /></div>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">En</span><span style="text-align: left;"> tiempos de la antigua Persia...</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">I</span></div>
</div>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Una</span> soleada mañana de verano, en las cercanías del puerto de Manahlir, sus habitantes divisaron un hermoso buque mercante que navegaba apacible hacia el embarcadero. Construido en finas maderas y largas velas blancas, atrajo a los curiosos que acudieron en gran número para dar la bienvenida al recién llegado navío. Algunos rumoreaban que, dado su porte y estandarte, sin duda provenía de algún reino lejano; tal vez rico o exótico. La nave era conducida por un joven y desconocido capitán llamado Simbad... Simbad, el Marino.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Para</span> cuando el barco finalmente atracó —con la suavidad y competencia de los viejos lobos de mar— un inspector algo inseguro subió a bordo para hacer el registro de control que, por oficio, tenía encomendado. Hecha la inspección, y maravillado ante tal calidad y número de riquezas, el fiscalizador se retiró rápidamente para dar aviso a sus municipales. Les dijo que un mercader rico —sino acaso un príncipe— había arribado a puerto para hacer sus extraordinarios negocios. Mientras tanto, un grupo de oficiales del barco, elegantemente uniformados, bajaban las velas y se daban a la tarea de descargar, con actitud decidida, las mercancías que habrían de comerciar en Manahlir.<br />
<br />Una vez que completaron su tarea en el puerto, con una velocidad y precisión ráramente vista o acostumbrada en la región, los oficiales se despidieron cortésmente de su capitán y se dirigieron a la ciudad junto con la carga que les habían encomendado. Una multitud emocionada los seguía de cerca, ansiosa por ver lo que el mar les había traído.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Las</span> buenas condiciones de las mercancías, su abundancia e indudable buen gusto, hicieron de los negocios de aquel envidiable navío maravillas en Manahlir, logrando que el nombre de “Simbad el Marino" se regara como la lluvia que trae los monzones a las tierras de Oriente. Fue en este contexto de fama y algarabía que Simbad llamó a Lebec, su lugarteniente, para darle sus últimas instrucciones:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Amigo, preparad todo para mañana. Zarparemos tan pronto alcen vuelo las gaviotas. El Reino de los Dragones nos espera.</blockquote>
Lebec asintió de inmediato, pero sin poder esconder cierta decepción en su semblante.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Porqué esa cara, mi leal delegado?<br />
— No es que me pese marchar, honorable Simbad, pero tengo sentimientos encontrados con esta ciudad.<br />
— ¿Cómo así? —preguntó Simbad.<br />
— En el mercado conversé con algunos locales. Comprobé que son gente buena y amistosa. Sin embargo, preguntando acerca de las costumbres provinciales, terminaron contándome la historia de la princesa Zobeida: una dama de la realeza a quien el Sultán Bakbarah hizo prisionera en su palacio... todo por negarse a contraer matrimonio con su hijo.<br />
— Prosigue —animó Simbad, visiblemente interesado en las memorias reales.<br />
— Sucede que el padre de la princesa, Soberano de un reino vecino, envió a valientes hidalgos a liberar a su heredera, pero todos encontraron la muerte: ninguno regresó de sus desventuradas misiones.</blockquote>
Simbad tomó el hombro de Lebec.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Amigo mío, el oro suele triunfar ahí: donde las aventuras fracasan y las razones son desoídas. Hoy mismo iremos al palacio del Sultán para liberar a la princesa.</blockquote>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">II</span></div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Simbad</span> ordenó cuidar la nave a la mitad de sus oficiales, mientras él y Lebec —elegantemente vestidos y custodiados por su otra mitad de oficiales— se dirigieron a hacerle una visita de cortesía al Sultán. Para ello prepararon una buena parte de sus más espléndidos tesoros como regalo y muestra de sus buenas intenciones. Llegados al palacio los soldados reales les recibieron con pomposidad, dirigiéndoles a la sala del trono.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Ya</span> en presencia del Sultán y su hijo, Simbad les saludó dignamente.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Con que vos sois el célebre marino de quien todo el mundo habla? —preguntó el príncipe.<br />
— Simbad es mi nombre, si me lo permite, honorable príncipe. No he querido perder la oportunidad de visitaros para ofrecer mis respetos a vuestra noble familia. De paso, conoceros mejor antes de dejar vuestro hermoso Reino.</blockquote>
Con descarada codicia, Bakbarah no paraba de mirar los tesoros que Simbad traía consigo.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Son para vos, Alteza: regalos por un valor de “innumerables" dracmas como señal de mi buena voluntad. Sólo aspiro a que me aceptéis de aliado.<br />
— De acuerdo —se apresuró a responder el Sultán— te acepto, Simbad el Marino: “pídeme lo que quieras en agradecimiento"... que si no es magia, ni mi propio Reino (rió) te será concedido en el acto. ¡Mi poder no tiene límites en la Tierra! (alardeó sin disimulo).</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Satisfecho</span> ante la respuesta, Simbad inclinó una rodilla:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Oh, agradecido en el alma, su Majestad! Si bien la Tierra es muy grande, pero es en esta atmósfera de buena disposición que quisiera pediros, con sincera humildad, la libertad de la princesa Zobeida.</blockquote>
Al oír ese nombre la cólera se apoderó del Sultán. Como quién cambia de parecer en un abrir y cerrar de ojos, y sabiendo que tenía la riqueza del humilde Simbad a su custodia, le gritó:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Atrevido y embustero mercader! ¡Cómo osas pedir tal cosa en tu posición si no eres un noble como yo!<br />
— Pero vos habéis dicho...<br />
— ¡Silencio! —gritó el Sultán— Estos tesoros son ahora míos por derecho. Te serán confiscados por molestarme al entrar en mi palacio y hacerme perder mi tiempo. Zarparéis de inmediato fuera de mi reino, y agradeced que no os tomo vuestras vidas... ¡sucios insolentes!</blockquote>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">III</span></div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">En</span> medio de risotadas y malos tratos de la guardia real, Simbad y su comitiva fueron expulsados del palacio. Se trató de un desalojamiento violento, humillante y deshonesto. Las gentes de la ciudad que presenciaron esto último se apiadaron de los invitados, pues se habían encariñado de la buena voluntad y gracia de los extranjeros. Sin esconder vergüenza, les ayudaron a incorporarse. Los lugareños ya estaban habituados, no sorprendidos: el monarca se había ganado la mala fama de ser un individuo quejumbroso y arrogante, además de injusto para con sus súbditos.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No eres el primero que lo intenta de ese modo, mi joven Simbad. Deseabas liberar a Zobeida... ¿no es así? —se dirigió un anciano a Simbad, mientras le ayudaba a ponerse de píe.</blockquote>
Simbad sacudió el polvo de su traje:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Gracias, buen cheikk —correspondió— pues... ¿qué es lo que no han intentado aun? (preguntó dolido, y acto seguido le indicó a Lebec de que se preparara a zarpar esa misma noche para aparentar, pues estaba decidido a liberar a la princesa... más aún después de aquel trato deshonroso).</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Lebec</span> y sus ofendidos oficiales se retiraron con cautela, pues los soldados aun los vigilaban desde la torres, gritándoles con evidente hostilidad. La multitud les siguió. El anciano y Simbad tomaron otro rumbo, y se alejaron del palacio por una calle adyacente, lejos de la vista de los soldados y las gentes de Manahlir.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Nada queda por hacer, joven Capitán —explicó el anciano— muchos ya han perdido la vida intentando. El único que entra al palacio, sin ser atropellado, es el aguador que suministra el líquido vital a las dependencias del Sultán. El viejo aguador lleva toda su vida en ese trabajo, así que los guardias le guardan un poco más de respeto.</blockquote><blockquote class="tr_bq">
— Llévame con él, por favor, buen cheikk —solicitó Simbad.<br />
— Accedo gustoso... a cambio, claro, de un pasaje al Reino de los Dragones: a bordo de tu hermosa embarcación.<br />
— Ese reino está muy lejos... ¿porqué querrías ir ahí? —preguntó curioso, Simbad.<br />
— Porque el sultán pondrá precio a mi cabeza, pero nadie irá a buscarme a esas tierras legendarias.<br />
— ¿Acaso eres fugitivo?<br />
— No todavía, pero ambos estamos a punto de serlo —sonrió el viejo, quién en realidad era el propio aguador.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Así</span> fue como Simbad y el aguador se conocieron, y juntos trazaron un plan para rescatar a Zobeida. El viejo se había convertido en amigo de la princesa, pues cada semana llevaba una tinaja de agua fresca a sus aposentos reales, conociendo bien sus deseos. A pesar de que la princesa vivía rodeada de riquezas, sabía que su libertad era más valiosa que todo el oro y el poder que el hijo del Sultán o incluso Bakbarah pudieran ofrecerle.</div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">IV</span></div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Simbad</span> se disfrazó de aguador: cargó una gran tinaja a la espalda y, manteniendo un perfil bajo, se dirigió hacia una entrada secreta en la muralla que rodeaba el palacio.<br />
<br />
Un hueco oculto hábilmente entre la vegetación —tal como el anciano le había señalado— le facilitó a Simbad el acceso a un extenso y oscuro túnel que lo llevó hasta unas catacumbas. Ahí tomó un pasadizo que daba hacia una galería, y finalmente: hacia un gran patio interior medio abandonado e iluminado por el cálido sol de Persia.</div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">Parecía agradable y solitario, pues verdes palmeras y hierbas crecían en cada rincón. Se dirigió a una palmera en particular, y, buscando entre la arena de una raíz, dio con la llave que abriría el cerrojo de una puerta... al otro extremo del patio.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Hallada</span> la puerta abrió el cerrojo, entrando luego en una pequeña sala polvorienta con salida a un segundo patio. La sala tenía una mesa y sobre la mesa: una lámpara de aceite que estaba permanentemente encendida... pues la lámpara era mágica, y aunque no contenía un genio, servía para iluminar los cambios de guardia nocturnos.</div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">En el suelo de la sala yacía el esqueleto abandonado de algún pobre pirata o viajero cuya vida terminó de improviso; pues una cimitarra —todavía enterrada— le había roto los huesos desde el hombro hasta las costillas. El aguadero le había advertido a Simbad que no tocara al desafortunado, pues corría el rumor, entre los soldados, de que el esqueleto estaba maldecido. El propio sultán, que era supersticioso, había prohibido tocarlo.</div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">Atraído por la curiosidad, Simbad se acercó. Sus prendas eran extrañas, y notó el emblema de algún reino lejano y desconocido... tal vez de Occidente: tierras míticas cuyos misterios nadie ha descubierto todavía. Ni siquiera el propio Simbad. Le pareció que al momento de morir, el hombre había intentado coger algo de entre su atuendo. Simbad tomó con cuidado la mano esquelética del bolsillo y extrajo el último objeto al que un extraño agonizante se aferró: era un anillo de oro pulido.</div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><br /></div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">Simbad tomó el anillo, y aunque era un día soleado, su primer impulso fue acercarlo a la candela de la lámpara para apreciar mejor el reflejo dorado de su brillo. ¿Por qué una sortija le llamaría tanto la atención, habiendo una princesa por rescatar? Recordó a Zobeida e instintivamente se guardó el anillo entre sus propias túnicas, prosiguiendo su camino hacia las dependencias reales.</div><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Tras</span> el segundo patio encontró una nueva puerta; ésta vez sólo tiro de un aro de hierro clavado a ella y se halló a la entrada de una interminable escalera que parecía dar vueltas alrededor de una torre. Subió con la tinaja hasta llegar a un amplio corredor iluminado que tenía muchas puertas. La del fondo estaba custodiada por seis centinelas.<br />
<br />
De traje pesado, y armado con elegante daga y filoso alfanje, se acercó uno de ellos.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Quién eres tú? ¿Donde está el viejo aguador?<br />
— Mi pobre padre está muy enfermo —respondió Simbad— y me ha encomendado traer el agua a las dependencias del palacio.<br />
— No me han informado, pero no puedes entrar a los aposentos de la prisionera; está prohibido que ella vea a cualquier hombre joven que no sea el príncipe. Deja el agua en la primera habitación y más tarde nosotros se la llevaremos.<br />
— Entiendo —replicó Simbad, y agregó— descansaré un minuto, si no le molesta. La tinaja está pesada, ha sido un largo trayecto y el calor es agotador.<br />
— Está bien —dijo el guardia— descansa y luego te vas.</blockquote>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">V</span></div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Simbad</span> entró a la otra habitación, llevando la tinaja, en cuyo interior escondía un simple garrote que había aprendido a usar —como arma defensiva— en el Reino de los Dragones. Así, cuando hubo pasado un tiempo prudente, el centinela entró en la habitación, pensando que el joven tardaba demasiado.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Perdón! Me he debido quedar dormido. —se disculpó Simbad.<br />
— Esta bien, pero vete ya.<br />
— ¿No tiene calor en esas prendas tan pesadas? ¿No gustaría beber un poco de agua?<br />
— Si... tienes razón: probaré un poco.</blockquote>
El guardia se inclinó hacia la tinaja cuando... ¡ZOC! un golpe seco entre el cuello y la nuca le dejó dormido. Simbad le escondió detrás de unos cofres apilados. Al rato llegó otro centinela, preguntando por el primero, a lo que Simbad respondió:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Bebió un poco de agua y sintió necesidad de... ya sabe...<br />
— Mmm, ya me lo imaginaba —respondió el segundo guardia.<br />
— ¿No gustaría, también, un poco de agua?<br />
— Si, hace calor y tengo sed...</blockquote>
¡Zoc! otro guardia durmiendo junto al primero. Y así siguió con otros dos centinelas más, hasta que llegado el quinto —jefe de los otros— éste preguntó:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Oye, aguador! ¿Sigues aquí? ¿Donde están mis guardias?<br />
— Tenían sed, debido al calor, y bebieron agua de la tinaja, pero parece que fue demasiada, porque sintieron necesidad de ir a... ya sabe....<br />
— ¿Todos ellos?<br />
— Si... ¿No quiere un poco de agua?<br />
— No cuando estoy de guardia: soy soldado de asalto. —le aclaró el soldado, que tenía mayor rango que los otros.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Simbad</span> pensó rápidamente y dejó caer el anillo que llevaba consigo.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Oh, disculpe, el anillo de mi padre! —exclamó.</blockquote>
Atraído por el brillo de la joya el centinela se inclinó a recogerlo, y en ese momento, ¡Zoc! golpe al cuello. Pero el guardia —más fuerte que los otros— ni se inmutó. En cambio, se irguió lentamente hacia Simbad, lanzándole una mirada furibunda a la vez que desenfundaba su daga.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Qué pretendes, aguad...<br />
— ¡¡Hi - Aiyah!!</blockquote>
La reacción instintiva de Simbad fue tan rápida y fugaz como el rayo: de un primer golpe la daga saltó de la mano del guardia, a la vez que, con el extremo del garrote, recibía un segundo impacto en plena frente. El hombre cayó pesadamente en sus espaldas.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Aliviado</span> de su suerte —o más bien, de su manejo del Bō— Simbad comprendió que la misma estrategia no funcionaría por sexta vez, así que se vistió con los atuendos del soldado; amarrándose su turbante, su daga y su alfanje, para engañar al último centinela. Recogió el anillo y se fue por el corredor, portando la tinaja. El turbante ocultaba su rostro.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Todo bien? —preguntó el último centinela, creyendo que hablaba a su jefe.<br />
— ¡Perfecto! —exclamó Simbad, dándole una fuerte y sorpresiva trompada que terminó por derribarlo.</blockquote>
<div style="text-align: center;">
<i>¡Por fin rescataría a Zobeida!</i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">VI</span></div>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; text-align: justify;"><span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; text-align: justify;"><br /></span>
<span style="font-size: 33px;">Abrió</span></span> entonces, Simbad, la puerta de la celda de la princesa, quién descansaba graciosamente, echada en su litera, dejando sin respiración a nuestro valeroso héroe, hechizado ante su dulce y fascinante belleza...<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿No eres un poco bajo para ser soldado de asalto? —preguntó la princesa.<br />
— ¿Qué? ¡Ah... el uniforme! —se sacó el turbante— ¡Mi nombre es Simbad “el Marino", he venido a rescatarla!<br />
— ¿Eres quién? —se incorporó la princesa.<br />
— ¡Vine a rescatarla! ¡Tengo la tinaja, vengo con el aguadero!<br />
— ¿El aguadero? ¿¿Donde está??<br />
— ¡Sígame!</blockquote>
Simbad tomó la mano de la princesa y juntos corrieron pasillo abajo.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Espera, espera...! Eh... Simbad. ¿No sería mejor que me ocultaras en la tinaja y saliéramos del palacio como si fueras un simple aguadero?<br />
— Ese era el plan, princesa, pero si miras por la ventana en este momento, notarás que uno de los guardias, a quién suponía dormido, ya despertó, y está dando la alarma. Es cosa de tiempo para que esto se llene de soldados.</blockquote>
En efecto, en uno de los patios se veía a un centinela, corriendo en paños menores, mientras se sobaba la frente y gritaba:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Intrusos! ¡Intrusos! ¡Intentan liberar a la prisionera!</blockquote>
Un grupo de veinte soldados subió corriendo por la espiralada escalinata.<br /><div style="text-align: center;"><span><span style="font-size: 12.8px;">( Sí, si existe la palabra “espiralada" °-° )</span></span></div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Cuando</span> el primero estuvo a punto de llegar, Simbad y la princesa, agazapados al interior de la tinaja, rodaron escalera abajo, aplastando en su camino a los soldados, que —ya fuera de combate— quedaron regados por toda la torre. Pero la escalera era larga, y la tinaja tomó velocidad, saliendo disparada —con Simbad y princesa incluída— a través de una ventana de la fortificación. La tinaja cayó en un foso de agua que, a modo de defensa, rodeaba el recinto real.<br />
<br />
Alertados por el alboroto, el resto de soldados se dirigió a la torre, ignorando por completo a la tinaja, que ya navegaba en dirección a un arrollo que desembocaba en un río cercano. Nuestros improvisados, navegantes destaparon la tinaja.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No entiendo para qué necesitan a un aguador teniendo un río al lado —observó Simbad, mientras la tinaja aceleraba en la corriente.<br />
— Es que el agua de este río no es potable —le respondió Zobeida.<br />
— <b>¡Cuidado!</b> —exclamó Simbad, a la vez que se agachaba con la princesa para esquivar una palmera que, a modo de puente, atravesaba el río.</blockquote>
El caudal los transportó río abajo hacia una cascada, que luego los condujo por un afluente secundario hasta llegar finalmente a mar abierto, donde los esperaba su preciado navío, comandado por Lebec, quién avisado por el aguador acerca del “plan B", había tomado la decisión de seguir su instinto, esperando que la suerte o el destino se inclinara a favor de su amigo.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">VII</span></div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Los</span> oficiales de Simbad no tardaron en rescatar la tinaja con sus aturdidos ocupantes, felicitándose mutuamente por tan imprudente pero a la vez, brillante rescate.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Le echamos de menos, mi estimado Capitán! —exclamó jubiloso el anciano aguador, que ya se sentía parte de la tripulación.<br />
— Entonces... ¿rumbo al Reino de los Dragones? —preguntó sonriendo, Lebec.<br />
— Espera, amigo mío —respondió Simbad, algo mareado— iremos primero a Bagdad, quizá haya alguna boda que celebrar...</blockquote>
El Capitán miró con ternura a Zobeida, que lo abrazaba extasiada. Antes de rodar por las escaleras de la torre (sumidos en la tinaja) ella lo había besado con delicadeza, solo “para la suerte". El corazón de Simbad latía, cautivado.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Entiendo, Capitán; será un honor asistirles —dijo Lebec, al tiempo que los oficiales lanzaron un grito de júbilo victorioso— pero... ¿y luego?<br />
— ¡Luego...! —prosiguió Simbad— Viajaremos a Poniente, a descubrir nuevas tierras y culturas; algo me dice que un reino perdido nos aguarda... en algún rincón olvidado del Océano.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Simbad</span> levantó el anillo del “pirata", mientras lo analizaba con viva curiosidad. En ese momento, los últimos rayos del Sol abrasador de Persia tocaron el anillo, y éste reveló una inscripción brillante en su interior, que se descubrió ante los presentes como el fuego mismo del inframundo. El grupo quedó pasmado.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Por todas las Lunas de Oriente! —exclamó Lebec, visiblemente confundido.<br />
— ¿Qué clase de sortija es esa? ¡Parece magia! —exclamo el aguadero.<br />
— Si es así, no es de la nuestra. —respondió Simbad, absorto.<br />
— ¿Qué significará esa extraña escritura? —preguntó Zobeida.</blockquote>
Simbad, el Marino, pensó un momento... parecía que le recordaba algo.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Es un alfabeto antiguo, de tierras extrañas del Poniente; una lengua ya olvidada y desaparecida en las brumas del tiempo... reconozco algunos caracteres que he aprendido de mis muchos viajes y aventuras. Creo que dice:</blockquote>
<div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><i>“</i></span><i> Ash Nazg durbatulûk, ash Nazg gimba... "</i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">El</span> último rayo del Sol abrasador de Persia desapareció, y con ella la inscripción del anillo.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— No lo sé, podría estar equivocado —reconoció Simbad.<br />
— Señor, ¿ha intentado frotar la sortija a ver si aparece un genio? —preguntó un oficial.<br />
— Como en las leyendas de antaño... —asintió Simbad— ¡Probemos!</blockquote>
Con energía, Simbad frotó el anillo en su manga, pero nada pasó.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ooooh! —exclamaron todos, decepcionados.<br />
— Dicen que la magia de Occidente funciona de modo diferente —observó Lebec.<br />
— Si... —agregó la princesa— Oriente tiene sus misterios milenarios, y Occidente los propios.</blockquote>
<div style="text-align: center;">
<i>¡¡¡ Bbbrrruuummm !!!</i></div>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">De</span> pronto, un trueno sonó en la lejanía, y una oscura nube se alzó en el horizonte, llamando la atención de nuestros queridos tripulantes.<br />
<blockquote class="tr_bq">
— Se avecina una tormenta, Capitán.<br />
— Preparémonos, Lebec —la princesa necesita un descanso; se lo ha ganado.</blockquote>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">VIII</span></div>
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Finalmente</span>, la hermosa Zobeida correspondió al amor de su salvador y, una vez en Bagdad, se celebró la boda a la que asistieron todos sus amigos, los padres de la princesa y los pobres de la ciudad, quiénes, emocionados, cantaron al unísono la famosa canción del legendario marino:<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
“ Simbad, Simbad, Simbad,<br />
marino sin igual,<br />
dotado por los vientos<br />
que vuelan sobre el mar...<br />
<br />
Y el pobre persa<br />
cayó en las manos<br />
de una princesa<br />
de ultramar... ♫<br />
<br />
Y se enamora<br />
perdidamente,<br />
ya no regresa,<br />
jamás Simbad.<br />
<br />
Simbad, Simbad, Simbad,<br />
se marcha hacia el Catay,<br />
en un barco velero,<br />
Simbad a navegar... ♪ "<br />
<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Fin</span></div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-51651780768703830092018-12-24T21:30:00.000-03:002019-02-12T18:31:56.899-03:00La visita de Santa Claus<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<center class="tr_bq">
Clement Clark Moore</center>
<center>
<br />
</center>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibBR2He2hIsMakhsnubK1iW_JgSVLH_lfjkmDCgzmM-5W8NqWJ3dUaYNfVe0l63AwZ3NLDYS7rXd-ei5Uzxk4OmNNH1xW3lN_TrdcOC2aSux71GRLh08ZlNoVmaK4j1bNaowDl_jRdePA/s1600/raton-navidad.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="828" data-original-width="712" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibBR2He2hIsMakhsnubK1iW_JgSVLH_lfjkmDCgzmM-5W8NqWJ3dUaYNfVe0l63AwZ3NLDYS7rXd-ei5Uzxk4OmNNH1xW3lN_TrdcOC2aSux71GRLh08ZlNoVmaK4j1bNaowDl_jRdePA/s320/raton-navidad.jpg" width="275" /></a></div>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Era</span> la noche antes de Navidad, mientras que por la casa ya nada se movía, ni siquiera un ratón pasa; las medias colgaban de la chimenea con cuidado, en espera que Santa Claus pronto haya llegado; los niños abrigados en sus camas, acurrucados estaban, mientras que sueños fantásticos en sus cabezas danzaban; yo con mi gorra y mamá con su chal, pensábamos solo en el largo sueño invernal, cuando afuera de pronto un alboroto se presentaba, brinqué de mi cama para ver que pasaba, con empeño a la ventana como relámpago salté, y abrí las persianas y el bastidor elevé.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">La Luna</span> en el seno de la nieve que caía daba a los objetos, resplandor de mediodía, cuando, ante mis maravillados ojos aparecían, un trineo miniatura y ocho pequeños renos que venían, con un viejito manejando, muy alegre y veloz, supe de inmediato que era Santa Claus. Más rápido que águilas sus corceles vinieron, y él les silbaba, les gritaba, y sus nombres se oyeron;<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¡Ahora Lucero! ¡ahora Cometa! ¡ahora Zorro y Saltarín! ¡adelante Cupido! ¡adelante Gracioso! ¡adelante Centella y Bailarín! ¡a lo alto del pórtico! ¡a lo alto de la pared subamos! ¡ahora empujen vamos! ¡empujen vamos! ¡todos empujen vamos!</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Como</span> hojas secas que ante el salvaje huracán vuelan, y cuando hallan un obstáculo al cielo se elevan, hacia arriba del tejado los corceles volaron, a Santa Claus y el trineo lleno de juguetes llevaron. Y en un santiamén, oí sobre el techo sonar, el pateo de cada pezuñita al llegar. Como lo supuse, mi cabeza fuí volteando, y ví por la chimenea a Santa Claus, con su bulto bajando.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Vestía</span> todo de piel, de pies a cabeza, y su ropa estaba manchada de hollín y ceniza; un bulto de juguetes sobre su espalda pendía, parecía vendedor ambulante, cuando su paquete abría.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Sus ojos</span> como brillaban; sus hoyuelos ¡que belleza!, sus mejillas eran rosadas, su nariz una cereza, como un arco, dibujada hacia arriba su boquita graciosa, y tan blanca como la nieve, su barba primorosa; el cabo de una pipa sus dientes tenían con firmeza, y el humo como una corona rodeaba su cabeza; él tenía cara ancha, y su barriguita que lo redondea, la sacudía cuando reía, como tazón de jalea. Era gordinflón y cachetón, un alegre y verdadero enano viejo, sí que muy a mi pesar, me reí cuando lo ví; con un guiño de su ojo, y un saludo de su cabeza me hizo saber, que no había motivo del cual debía temer; no habló ni una palabra, fué directo a su trabajo, y colocando sus dedos junto a su nariz, dió un saludo de despedida, y por la chimenea subió en un tris; él brincó a su trineo, y a su equipo dió un silbido, con empeño todos volaron y pronto los había perdido. Pero aún lo oí exclamar, al perderse en la oscuridad...<br />
<blockquote>
— ¡Ho ho ho ...feliz Nochebuena a todos!<br />
— ¡Ho ho ho ...feliz Navidad!</blockquote>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Fin</span></div>
</div>
Anonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-53823874092953601362018-05-06T07:52:00.002-03:002019-02-12T18:33:45.912-03:00El Gallito del Rey<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: center;">
Mishotsu, discípulo de Lao-Tse</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKSskBBZqLaKlnTjeUGrSY2-Vw62FLffg7PyaQ_XaW3jzJNni5t48HUi52c7s5QzLX-QlIvCbpKFn_Bv_7kppxYhSzg3qi45uar714H0O2PYouvgYoTMZA60AOgat5EOnPZyLfZw0OjRo/s1600/el-gallito-del-rey.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="643" data-original-width="943" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKSskBBZqLaKlnTjeUGrSY2-Vw62FLffg7PyaQ_XaW3jzJNni5t48HUi52c7s5QzLX-QlIvCbpKFn_Bv_7kppxYhSzg3qi45uar714H0O2PYouvgYoTMZA60AOgat5EOnPZyLfZw0OjRo/s400/el-gallito-del-rey.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Hubo</span> una vez un Rey que deseaba tener un fuerte gallito de pelea, y pidió a un vasallo que amaestrara a uno. Así fue como el domador comenzó a enseñar algunas técnicas de batalla a un excelente y embravecido gallo que —debido a su fiereza— se hacía difícil controlarlo. Al cabo de diez días el Rey preguntó entusiasmado a su vasallo:</div>
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Ya estamos con el ave? ¿Puedo organizar un combate con el gallito?<br />
— ¡No, no... aun no! —le respondió el instructor— Todavía esta apasionado; siempre quiere pelear. Cuando nuestro gallo oye el canto del gallo de la aldea vecina —que fama tiene de mañoso—, se encoleriza como un demonio y quiere batirse con el.<br />
— Esta bien. Continúa entrenándolo... —dijo el Rey.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Otros</span> diez días pasaron, de duro entrenamiento polluno, hasta que el Rey llamó a su súbdito:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Ahora si es posible organizar el combate, verdad? —pregunto intrigado el Rey.<br />
— ¡Todavía le queda brío de pasión! —respondió el instructor— Cuando oye el canto del gallo de la aldea vecina, se sobresalta de tanto en tanto, pero más sosegadamente que en el último reporte.<br />
— Entiendo. Continúa entrenándolo... —dijo el Rey.</blockquote>
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Así</span> pasaron diez días más, y el Rey hizo llamar nuevamente a su vasallo:<br />
<blockquote class="tr_bq">
— ¿Cómo sigue el ave? ¿Vamos por buen camino? —le preguntó.<br />
— Ahora ya no está tan apasionado... —le respondió el instructor— Si oye el canto del gallo de la aldea vecina, permanece tranquilo, y se le aprecia en una pose justa, recta y elegante, con cierta dosis de tensión potencial. La energía y la fuerza no se manifiestan superficialmente, pero ya no se encoleriza.<br />
— ¡Oh! —exclamó satisfecho el Rey— Entonces... ¿está listo?<br />
— Probablemente, mi Rey.</blockquote>
<div style="text-align: justify;">
El Rey mandó de inmediato a organizar el torneo contra el gallo de pelea de la aldea vecina, pero éste nada más ver al "gallardo" del Rey, se escabulló como pollito ante la olla.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0EYqE5FahHDWOMs-dvKMxMfdiHmHvvWWgPXjEqcrDliveYBZiSwQQJDuzRG-aJClLykEbz1wYO1KWIHLdnFHKV_54RLPxOzTiaMOTm3v6lEq4-usVCuaSGge7L81cqMBTovmeDBsQLOU/s1600/gallito.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="78" data-original-width="65" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0EYqE5FahHDWOMs-dvKMxMfdiHmHvvWWgPXjEqcrDliveYBZiSwQQJDuzRG-aJClLykEbz1wYO1KWIHLdnFHKV_54RLPxOzTiaMOTm3v6lEq4-usVCuaSGge7L81cqMBTovmeDBsQLOU/s1600/gallito.png" /></a></div>
</div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: justify;">Fin</span></div>
</div>
Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comLaojun Mountain, Luanchuan, Luoyang, China33.718614 111.649852000000018.6914710000000035 70.34125800000001 58.745757 152.958446tag:blogger.com,1999:blog-495116323304638835.post-17559760977744565882018-04-25T18:25:00.002-03:002020-08-26T19:39:00.720-04:00Hansel y Gretel<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div style="font-size: 80%; line-height: 100%; text-align: center;">Hermanos Grimm · Adaptación Xennial de Ethan J. Connery</div><br />
<div style="font-size: 80%; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAu5W1XDeenMvaddgGo7XqzHfWmcdiTtmbgVIaneUBfw7NwfpxevSe-ptN5CbsRN6g1IfbclgOLJsSDc6YDDNrrsMi5Ptnpb0pN0mIPG-d8SOfTOrotYsPw8FLQhsv1LJO5guPJMx44Vw/s1600/Hansel_und_Gretel.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="799" data-original-width="1152" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAu5W1XDeenMvaddgGo7XqzHfWmcdiTtmbgVIaneUBfw7NwfpxevSe-ptN5CbsRN6g1IfbclgOLJsSDc6YDDNrrsMi5Ptnpb0pN0mIPG-d8SOfTOrotYsPw8FLQhsv1LJO5guPJMx44Vw/s400/Hansel_und_Gretel.jpg" width="400" /></a><br />
Ilustración de Rose Art Studios</div><br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Había</span> una vez un hombre pobre que vivía junto a un bosque y se ganaba la vida como leñador. El hombre tenía dos hijos, llamados Hansel y Gretel —un niño y una niña— quiénes solían ayudar a su padre a recoger los leños que aquel trozaba y vendía en el pueblo cercano, para mantener a la familia.<br />
<br />
Años antes, y debido a una larga enfermedad, la madre de los niños había muerto, y tras muchos meses de duelo, el hombre había terminado por casarse de nuevo. Pero a diferencia de su antigua mujer, la madrastra de los pequeños resultó ser una mujer más bien fría y egoísta, lo que había terminado por llevar a la familia a la ruina total, pues las gentes del pueblo rehuían a la nueva señora de la casa, alejando al hombre de sus antiguos clientes.<br />
<br />
Una noche en la que no habían tenido nada con qué alimentarse, la madrastra persuadió a su marido para que abandone a los dos niños en lo profundo del bosque. El leñador quedó horrorizado de la sugerencia de su mujer, la que se excusaba diciendo que el plan era lo mejor para todos, dadas las dificultades financieras por las que atravesaban. El argumento de la mujer era que quizá alguien de buen corazón pudiera encontrar a los niños y adoptarlos, ya que ellos mismos no podían proveerles de alimento.<br />
<br />
Ante la desesperación, el padre —que al principio no estaba de acuerdo— terminó cediendo a la presión de su mujer... no sin sufrir en el proceso.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El</span> pequeño Hansel, que aun no se había quedado dormido a esa hora, oyó la conversación, y dada su edad suficiente entendió la gravedad del plan que tramaba su madrastra. De modo que —tras despertar a Gretel— le contó en secreto lo que sus padres habían conversado, y entre ambos idearon un plan para eludir el triste destino al que su madrastra pretendía llevarlos. De modo que esa noche, y sin que sus padres lo notaran, Hansel salió de la casa para recoger muchas piedrecitas blancas que brillaban a la luz de la luna.<br />
<br />
Al día siguiente los niños acompañaron a su padre al bosque —como todos los días— para buscar leños. En esta ocasión también les acompañó la mujer, quien quería asegurarse que su marido no se arrepentiría en el último minuto. Fue así como, durante el viaje, Hansel fue arrojando —a lo largo del camino—, las pequeñas piedras blancas para marcar el sendero de regreso.<br />
<br />
En un momento en que los niños se descuidaron, los mayores tendieron la huída y desaparecieron de la vista de los pequeños. No obstante y llegada la tarde, los niños regresaron a la casa, guiados por el camino de piedrecitas. El padre les recibió con cariño y dolor, pues sentía la culpa de haberlos abandonado. Pero la mujer, adivinando lo que había pasado, decidió encerrarlos aquella noche y hasta el día siguiente para que no pudieran recoger más piedras.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Al</span> siguiente día la familia emprendió nuevamente el camino al bosque, y antes de salir el padre dió a los pequeños su porción de hogaza de pan, en caso de que su mujer insistiera nuevamente en abandonarles. En su ingenuidad, el hombre tenía la esperanza que ella desistiría de su intento si veía que los niños no pasaban hambre. Pero la mujer no estaba interesada en el bienestar de los niños, y se había decidido a renunciar a ellos a toda costa. El futuro de los niños se veía sombrío.<br />
<br />
Una vez más —y a falta de piedrecitas blancas—, Hansel y Gretel fueron dejando un rastro en el camino... esta vez con migas de pan. De modo que en un momento en que los niños —que confiaban en su plan— se distrajeron, la mujer presionó nuevamente al hombre para abandonar a los hijos. Así, los adultos desaparecieron nuevamente y los niños se quedaron solos. Pero lo que los niños no pensaron fue que los pajaritos del bosque se habían comido las migas de pan. Y sucedió que por más que buscaron el rastro no lo pudieron encontrar... sólo encontraron a un pajarito blanco que los miraba, lleno de curiosidad, como pidiendo más miguitas.<br />
<br />
Los niños se dieron cuenta que estaban perdidos de verdad, y estremecidos ante la realidad, se acurrucaron en sus pobres vestimentas de lana, bajo la mirada triste del pajarito que no entendía bien lo que estaba pasando. Sobre ellos, un añoso roble que crujía con el viento les protegía un poco de las inclemencias. Ahí se pusieron a llorar... recordando a su mamá; que tan amorosa había sido con ellos, antes de que la perdieran, y antes de que llegara aquella mujer mala que a nadie quería.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">El</span> sol comenzaba a ocultarse y en medio de sus recuerdos —y apoyándose entre ellos— terminaron por armarse de valor y decidieron salir a explorar el bosque a ver si encontraban el camino de vuelta a casa. O quizá sería mejor —pensaron— encontrarse con algún alma caritativa que se compadeciera de su situación.<br />
<br />
Fue así como caminaron y caminaron... siempre seguidos por el pajarito, subiendo y bajando frondosos montes, pendientes y laderas, mientras se hacía la tarde y llegaba la noche. Estaban en eso cuando ya, en medio del bosque, se encontraron —de pronto— con una extraña casa que parecía estar hecha de pan de jengibre y chocolates; los niños estaban asombrados º-º<br />
<br />
Las tejuelas de la casa eran de galletas y los muros de bizcochos; las ventanas eran de chocolate con almendras, y las puertas de un blandísimo queque de miel. Una valla, elaborada con galletas con formas de personitas, prolíjamente adornados en orden de ronda infantil, rodeaba la casita.<br />
<br />
Los niños —que a esa hora ya estaban hambrientos— no pudieron resistir la tentación de probar un poco, y comenzaron a comer. Al rato una señora anciana, de roja capucha y torcido bastón, salió a su encuentro y los invitó a pasar.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Hola, hola, pequeños! Mejor vengan adentro: encontrarán muchas golosinas y postres más dulces y deliciosos... ¡Pasen, pasen! Pueden quedarse todo el tiempo que deseen... —les dijo la anciana, que tenía una misteriosa mirada, difícil de descifrar.</blockquote>Maravillados en su inocencia, los niños aceptaron la invitación y entraron a la casa. Pero lo que no sabían era que esa señora, que aparentaba ser amable, era en realidad una bruja malvada, que había estado esperando muchísimo tiempo a que los niños perdidos llegaran a su casa del bosque para comérselos º-º<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Una</span> vez dentro, los niños empezaron a vivir con la bruja, y a ayudarle en sus tareas diarias, sin saber el destino que aquella arpía les estaba conjurando. A cambio del trabajo, los niños recibían galletas, panqueques, chocolates y golosinas... y fue así como, lentamente, los niños se fueron acostumbrando a la rutina. Al principio todo parecía normal, pero llegó un momento en que la bruja dejó de exigirle labores a Hansel, y en cambio comenzó a explotar a Gretel para que hiciera todas las labores de la casa, a lo que ella accedía amablemente, pues había heredado la cortesía de su madre.<br />
<br />
Llegó entonces el día en que la bruja reveló su verdadera identidad, y, encerrando a Hansel en una jaula, les dijo así:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Ahora sóis míos! Gretel... ¡tú trabajaras día y noche sin descanso! Y tú, Hansel... ¡serás mi platillo especial! Te engordaré en tu jaula y cuando hayas engordado lo suficiente, ¡te cocinaré! ¡Ja ja ja! Y si alguno trata de huír, ¡los convertiré en feas ranas y los arrojaré a un mugroso oblivion, donde serán olvidados por toda la eternidad! —intimidaba y se mofaba la bruja infame.</blockquote>Los niños no podían hacer otra cosa que obedecer a la malvada, quien tenía poderes misteriosos que les aterraban. Pero la bruja era un poco ciega, y cada vez que le pedía a Hansel que le enseñara un dedo para saber si había engordado lo suficiente, éste —astutamente— le mostraba un hueso de pollo. La bruja tocaba el hueso y pensaba que aun no era tiempo de cocinarlo.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Pero</span> pasó el tiempo, y en vista que Hansel no engordaba, llegó un momento en que la bruja perdió la paciencia y se decidió a cocinarlo de todas formas:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Gretel, prepara el fuego, que hoy me comeré a tu hermano! —vociferó la bruja.</blockquote>Gretel se opuso, pero la bruja le advirtió que si no obedecía la convertiría en rana para siempre. Gretel pensó que como rana no podría ayudar a su hermano, así que acató la orden de la bruja, con la esperanza de que se presentara alguna oportunidad de liberar a su hermano, y —con suerte— huír juntos de la despreciable hechicera. Fue entonces a buscar muchos leños, pues quería hacer tiempo mientras pensaba en alguna solución, pero el miedo le impidió pensar y nada se le ocurrió. Volvió entonces a la cocina y dispuso los leños bajo el horno... encendió el fuego y éste comenzó a arder con fuerza.<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Gretel, abre la puerta del horno y comprueba si ya está lo suficientemente caliente como para cocinar! —ordenó la bruja.</blockquote>Pero Gretel, presintiendo que la bruja la engañaba para cocinarla a ella también, le objetó:<br />
<blockquote class="tr_bq">— No sé como hacerlo.</blockquote>Disgustada, la bruja, le respondió:<br />
<blockquote class="tr_bq">— ¡Niña tonta, que nunca haces nada bien! Yo misma la revisaré...</blockquote>Y abrió la puerta del horno, mirando hacia su interior.<br />
<br />
Fue en ese momento que Gretel le dió un fuerte empujón y la bruja cayó dentro del horno. Gretel cerró la puerta con un pestillo y la bruja empezó a gritar, ordenándole que abriera. Pero Gretel no le hizo caso y corrió inmediatamente a donde Hansel estaba encerrado. Mientras lo liberaba, la malvada bruja gritaba de terror porque el calor la estaba sofocando. Hansel y Gretel salieron corriendo de la casa y una vez afuera oyeron los últimos gritos de la arpía —que en vano maldecía a los niños— ...hasta que no se oyeron más.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Al</span> morir la bruja, el encantamiento que rodeaba a la casa se deshizo, y las galletas con formas de personitas —que conformaban la valla de la casa—, comenzaron a tomar forma humana hasta convertirse en niñitos. Hansel y Gretel no lo podían creer: las galletas eran en realidad otros niños perdidos del pueblo, quienes habiéndose internado en lo profundo del bosque, nunca más se había vuelto a saber de ellos. Hansel y Gretel se aliviaron al recordar que —por cosa de suerte—, no habían alcanzado a comer ninguna galleta de la valla el día que la bruja les atrapó.<br />
<br />
De pronto la casa comenzó desvanecerse hasta que desapareció por completo, y en su lugar creció un fuerte roble, rodeado de un hermoso jardín lleno de flores silvestres. La maldición había terminado.<br />
<br />
Felices de estar libres, los niños perdidos agradecieron a Gretel y a Hansel por haberles liberado, y todos juntos volvieron al pueblo, guiados por un grupo de ardillas —de buena voluntad— que se apiadaron de los niños y les mostraron el camino al pueblo.<br />
<br />
<span style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px;">Hansel y Gretel</span>, entanto y tras haberse despedido de sus nuevos amigos, regresaron por el bosque rumbo a su casa, siendo orientados por el pajarito blanco que se había hecho amigo de ellos cuando éstos —al ser abandonados— habían marcado el camino con migas de pan. Fue así como, poco antes de llegar a casa, se encontraron con su padre, el leñador, quién los había estado buscando día a día incansablemente. El padre —arrepentido de su acción— pidió perdón a los niños y se abrazaron ahí mismo, llorando de felicidad.<br />
<br />
Les dijo a los niños que se había separado de la mala madrastra y que ella no volvería nunca más, porque se había ido a un lejano país y los rumores decían que un mago de esas tierras había visto la maldad en su corazón y la había convertido en sapo ._.<br />
<br />
Ya en familia —y siempre junto al pajarito blanco— regresaron a su casa, a la salida del bosque.<br />
<br />
Lo que nunca imaginaron fue que —al llegar— se encontrarían con un dragón bueno llamado Falkor, quien avisado de su aventura por los habitantes de La Comarca, había volado hasta la casa del leñador para llevarles a la plaza principal del pueblo, donde fueron recibidos por el Alcalde y los pobladores, quienes los homenajearon y agradecieron grandemente con cariño y regalos, dada la audacia y valentía de Hansel y Gretel, que devolvieron al pueblo su alegría original al liberar a tantos niños perdidos.<br />
<br />
Así fue como —finalmente— todos fueron muy felices, y la familia nunca más pasó hambre o necesidades. La leyenda creció con el tiempo y llegado el Siglo XXI aun se les recuerda como a grandes héroes... Hansel y Gretel: Cazadores de Brujas.<br />
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<div style="font-family: "berkshire swash" , cursive; font-size: 33px; text-align: center;">Fin</div></div>Herlitz Art Studiohttp://www.blogger.com/profile/09532410390175663594noreply@blogger.comAm Markt, 63450 Hanau, Alemania50.1331119 8.917054600000028650.130567400000004 8.9120121000000285 50.1356564 8.9220971000000286